Capítulo 1: Hombre mayor prohibido

1369 Words
Narra Casandra Tengo sentimientos encontrados sobre volver a casa para las vacaciones. No me malinterpreten, no hay ningún tipo de angustia entre mis padres y yo. Los amo a ambos e incluso estoy feliz de estar cerca de mi madrastra. No conozco a muchas chicas que puedan decir eso honestamente. Ayuda el hecho de que papá eligió a una mujer de edad apropiada para ser su segunda esposa, no a una que compita conmigo. Mellie es en realidad su segunda oportunidad de amor, la que se escapó después de que todos se fueran de la universidad. Es bueno ver a tus padres felices por fin. La posibilidad de que me pueda pasar lo mismo es un pensamiento reconfortante que no se puede olvidar. El problema de volver a casa es que siento que estoy haciendo un viaje al pasado. Todos mis esfuerzos por ser una adulta acaban resbalándose por la pendiente resbaladiza de que me digan qué hacer y qué pensar. Los padres no pueden evitar dar consejos incluso cuando no se los has pedido. A veces me gustaría cometer algunos errores para poder aprender de ellos. Ir a la universidad en el este y ahora tener un nuevo trabajo allí me está dando la oportunidad de poner algo de distancia mientras ejercito los músculos de la madurez. Como pagar facturas. —Pensé que iría al centro comercial esta tarde. Si te animas, ¿podríamos ir a comer algo primero?—gimo al pensar en luchar contra el infierno de las compras navideñas, pero sé que Mellie está tratando de ser una mamá, así que estoy de acuerdo con una sonrisa. Almorzamos entre chicas y luego nos preparamos para la acción. Al menos, mientras recorremos las pilas de ideas de regalos tradicionales en la sección de diseño para mujeres de la gran tienda departamental del centro comercial, no me siento tan mal. Durante todo el almuerzo, cada vez que la conversación se detenía, Mellie intervino con las preguntas habituales: —¿Cómo va el trabajo? ¿Cómo va tu vida amorosa? A lo que las respuestas eran 1. Bien, supongo. 2. Sin esperanza —¿Te estás exponiendo? —pregunta Mellie, enarcando una ceja como si supiera que soy un oso de las cavernas que prefiere estar en casa con pantalones cómodos, con palomitas de maíz, vino tinto y Netflix listo para ver—. No conocerás a nadie sentada en tu sofá. —Pensé que así era exactamente como todo el mundo ligaba hoy en día– le dije—.Las citas por Internet son el camino a seguir. —Oh, Dios, qué horror —gruñe Mellie—. Recuerdo aquellos días de psicópatas y hombres casados. Antes de volver a encontrarme con tu padre, por supuesto. —Por supuesto–porque no es que solo haya personas solteras con perfil en Match. De hecho, los únicos hombres que me hacen un guiño son los casados ​​de más de cuarenta años. Los que publican fotos con la familia mal recortada. Aparte de eso, tuve una cita con un friki del MIT que no pudo conseguir una segunda cita y otra con un nerd de Harvard que quería hablar de política hasta que me deslicé de la silla de aburrimiento. No por sus opiniones, sino por su rotunda negativa a escuchar cualquier opinión alternativa. Hablemos de alfa. Supongo que las alegrías de vivir en Boston. Jóvenes frikis y nerds ejercitando sus músculos dominantes. —¿Qué te parece este jersey para Lucy? —pregunta Mellie, sosteniendo en alto un objeto peludo rojo con cuentas en el escote. —Mmm, Lucy está adoptando un estilo gótico en este momento —le recuerdo—. Normalmente viste de n***o. —Exactamente. A tu padre le encantaría verla con algo colorido por una vez —dice Mellie. –Yo diría que es mejor que guardes el recibo— . Seguro que mi hermana pequeña te lo devolverá. Mientras hojeo distraídamente la etiqueta de precio, me doy cuenta de que es un artículo caro, no el típico regalo de suéter desechable. Los tops peludos están apilados en la mesa de exhibición. Están representados todos los colores del espectro, algunos envueltos con lazos brillantes, por si acaso ya ha llegado la temporada de regalos que se había olvidado alguien. Todo es increíblemente brillante y bonito, lo que hace que la gran mano que reposa sobre una pila de angora rosa pálido resulte aún más incongruente. Mis ojos recorren el brazo, intrigados por lo sólidamente musculoso que es, envuelto en una cómoda lana color carbón, que sobresale desde el codo hasta un bíceps duro y redondo. Mi corazón se acelera un poco cuando llego a la cara del hombre. El rostro más sexy, atractivo y rudo del planeta. Increíblemente hermoso, la mandíbula tallada resaltada por el borde de su exuberante suéter. Ondas de cabello brillante raspando la parte posterior del cuello alto. Me pregunto si su barba áspera se engancha en el lujoso hilo y cómo se sentirá contra mi piel. —Tierra para Casandra... ¿Y el beige para Any?–pregunta sobre las compras paras mis hermanas gemelas. La voz de Mellie ha subido un poco el tono, lo que indica que no la estaba escuchando y tuvo que preguntarme dos veces. Estaba perdida en el tipo mayor con su mano pesada sobre el suave pelaje de conejo, la protuberancia más pesada de sus músculos magros y la mandíbula poderosa. Qué combinación. No ves tipos como él en Boston. El paquete de masculinidad segura, robusta y deportiva que se siente cómoda con su situación. El galán es seductor con un jersey y hace que mis bragas goteen lujuria derretida—¿Casandra?— me viene a la mente Mellie por milésima vez cuando lo único que quiero es que me dejen sola para babear. —Sí, lo siento—me obligo a apartar la mirada y concentrarme—. No estoy segura. Sé que va a estudiar derecho, pero el beige es un poco soso incluso para Any. Los ojos del galán perfecto se encuentran con los míos desde el otro lado de la gran mesa de exposición y un destello de algo surge cuando me observa. Humor. Me escuchó y está tratando de no reír. Una pequeña sonrisa se levanta en las comisuras de una boca deliciosa, en unos labios gruesos y lo suficientemente fuertes como para devorarme, obligándome a cruzar un pie sobre el otro y apretar la parte superior de mis piernas. Maldita sea, tal vez sea abogado. Se aleja y siento una horrible sensación de estar perdiendo algo. Mi mirada se fija en el culo perfecto que lucen los vaqueros de tiro bajo y las botas gastadas. Rezo para que no abandone todavía la sección de ropa interior femenina. Y el cielo debe estar escuchando, porque se detiene y esos dedos poderosos levantan un chal de lana suave y oscura de otra estantería apilada. Mientras acaricia el material, como si estuviera considerando si merece ser tocado por sus dedos de dios vikingo, sus ojos se vuelven hacia los míos. Aparto la mirada rápidamente. No porque quiera, sino porque me arden las mejillas y estoy perdiendo la capacidad de mantenerme en pie. La tienda parece demasiado calurosa y sin aire. Estoy perdiendo la cabeza por completo, mi cuerpo está completamente nervioso por un viejo que me gusta en unos grandes almacenes de los suburbios, por el amor de Dios. Mellie me está molestando con interminables peticiones de mi opinión, que ella no escucha, y mi mente no formula una respuesta a sus constantes demandas cuando está ocupada imaginando todas las cosas que las manos de ese tipo guapo podrían hacerme. ¿Por qué no había chicos como él en la universidad? ¿Por qué su gemelo no trabaja en mi tediosa empresa de marketing, donde todos estamos demasiado obsesionados con pagar el alquiler como para divertirnos mucho? Intento salir, como Mellie me ha recomendado más de una vez hoy. Pero a pesar de ser una chica de Colorado, no soy muy partidaria de las actividades al aire libre como mis compañeros de trabajo. Preferiría mucho más quedarme en casa, acurrucada con un chico como un galán con suéter.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD