PENÉLOPE No sabía que era lo que más me atraía de Ulises. No sabía si era el hecho de que me prendía odiarlo, o el hecho de que sabía que era un hombre que tenía muchos misterios alrededor y que no era capaz de descifrar. Mi cuerpo lo reclamaba a gritos, y era una tortura no ceder cuando ese hombre estaba deslizando su manos por las curvas de mi cuerpo mientras nos estábamos devorando la boca. Sentir sus labios y esa dosis perfecta de lengua. Tener su aliento sobre mi rostro. Tenerlo a él tan dispuesto a ser reverenciar mi cuerpo. Era algo más que una simple atracción. Podíamos estar en un juego de odio, pero la verdad de las cosas es que había algo más entre los dos. Podía defenderme sola, y él, a pesar de mi negación había hecho varias cosas para defenderme. Nadie me había defendi