Revelaciones y Heridas Abiertas

1385 Words
El lugar se transforma en un caos en cuestión de segundos. Siento que los oídos me zumban y cierro los ojos, sabiendo que a partir de ahora tenemos muchas cosas con las que lidiar. Marcus, con el rostro serio y sombrío, comienza a interrogar a su abuela en tono demandante y de manera acelerada. Parece fuera de sí y por un momento me pregunto si no será mejor ponerle un calmante. —¿Has estado en el médico a causa de ese hombre? —le pregunta con voz cargada de preocupación y desconfianza. Para mi sorpresa, Gina también está alterada y pálida, como si acabara de ver un fantasma. Veo cómo Peter la sostiene mientras ella, con lágrimas en los ojos, increpa a Anne de manera dura. —¿Qué te ha dicho ese hombre, abuela? Te has negado a que vuelva a nuestras vida, ¿cierto? —su tono es ansioso y su rostro, rojo como la grana, parece que estuviese sometido por una fiebre alta. Me siento abrumado por el torbellino de emociones que nos envuelve, pero no solo a mí. Leilah también está pálida y me acerco a ella, buscando respuestas en su mirada perdida fija en la ventana. —Leilah… amor, ¿estás bien? —le susurro, tratando de mantener la calma. Sé que Matthew, su padre, había sido profundamente afectado por el abandono de su abuelo, Leilah me lo contó poco después de casarnos y sé bien que mi esposa se preocupa mucho por su salud. —Me pregunto cómo tomará mi papá esta noticia —dice, su voz tiembla ligeramente—. No podemos elucubrar mucho hasta saber qué es lo que realmente busca. Gina asiente, pero de pronto rompe a llorar, sus sentimientos están a flor de piel, llenos de contradicciones. —¿Estás bien, pequeña? —pregunta Peter solícito, preocupado al ver sus lágrimas. —Es que... no sé qué pensar —dice ella entre sollozos—. Todo esto es tan confuso. Intento intervenir, buscando calmar los ánimos. Parece que siempre debo ser el cable a tierra de la familia, aquél que los calma en medio de las turbulencias. —Por favor, debemos calmarnos y tener la cabeza fría —digo con voz firme—. Anne, ¿qué puedes decirnos sobre tu interacción con ese hombre? Ella permanece impertérrita en su asiento, observando con preocupación cómo sus nietos están tan alterados. Me pregunto cómo estarán sus hijos al recibir esta noticia. —Debe ser difícil para todos ustedes —comienza Anne con voz suave pero firme—. Pero ese hombre parecía muy afectado. Es cierto que estaba asombrada cuando supe de él, pero fui incapaz de negarme a causa de la urgencia en su voz. Espero a que Marcus se oponga, pero es Gina quien habla primero, con una fiereza que no le había visto antes. —Para mí, mi abuelo murió junto a mis padres —su voz resuena con determinación. —Pequeña... —Peter intenta calmarla, pero ella se muestra reacia a escuchar. —Recuerdo las noches en que la abuela se quedaba frente a la mesa con su taza de té en mano y grandes lágrimas rodando por sus mejillas —continúa Gina, su voz tiembla mientras recuerda—. Pensé que mi abuelo había muerto porque nunca lo volví a ver, la casa se volvió fría sin él. Pero la abuela siempre tuvo una sonrisa para todos y nunca se quejó, a pesar de haber perdido también a su hija y su yerno en ese accidente. Las palabras de Gina calan hondo en todos nosotros. El silencio que sigue es denso y cargado de emociones. Marcus suspira, mirándola con una mezcla de tristeza y comprensión. —No sabía que recordabas esas cosas —dice, su voz es apenas un susurro. —Claro que las recuerdo —replica Gina, con su mirada fija en el suelo—. No entiendo cómo después de tanto tiempo podemos siquiera considerar aceptar a alguien que nos abandonó. Miro a Anne, esperando una respuesta, necesito alguna forma de entender mejor la situación y lo que desea hacer. Ella se toma un momento antes de hablar. —Entiendo cómo se sienten —dice finalmente, suspirando—. Pero este hombre, su abuelo... parece arrepentido y muy afectado. Yo creo… que debemos al menos escucharlo. El ambiente en la sala es tenso, casi irrespirable. Gina, con el rostro encendido por la ira, se dirige a su abuela con una mezcla de incredulidad y enfado. —No puedo creer que estés dispuesta a aceptar a ese hombre después de tantos años —dice, con su voz temblando de emoción—. Ese pasado de nuestra familia debe quedarse como está. Anne, siempre calmada y serena, responde con una voz suave pero firme. —No es fácil para mí tampoco, Gina —dice con voz serena—. Pero no siento que sea correcto correrlo sin dejarlo dar sus explicaciones. Gina aprieta los puños, sus ojos siguen llenos de lágrimas y frunce el ceño a más no poder. —¡No puedo creer que precisamente tú lo estés defendiendo luego de lo que hizo! —exclama, casi gritando—. Te abandonó, abuela, cuando más lo necesitabas. No me pidas que lo acepte como si nada hubiera pasado, porque no lo haré. Quiero intervenir al ver sus ánimos tan caldeados, aunque la pequeña me mira de mala manera y lanza un bufido antes de cruzarse de brazos. —Entiendo lo que Anne está diciendo. Deberíamos intentar escucharla... Ahora me mira dolida, con ojos acusadores. —Evan, tú y Peter saben lo que es perder a un ser querido, pero un abandono es imperdonable —su voz se quiebra—. Especialmente uno después de que la abuela perdiera a su hija y nosotros a nuestros padres. —Sé lo duro que es perder a un familiar cercano, pero créeme que daría lo que fuera justo ahora porque mis padres estuvieran vivos y quisieran verme aunque nos hayan abandonado, en lugar de la desesperanza de no volver a verlos de nuevo —digo con un nudo en la garganta. —No sabes lo que dices —espeta Gina sin mirarme. Las lágrimas llenan los ojos de todos y el ambiente es pesado y lúgubre. Leilah se abraza a sí misma, tratando de controlar los espasmos nerviosos de su cuerpo y me acerco a ella, intentando ofrecerle algo de consuelo. —Leilah, amor… por favor, cálmate. Estoy aquí para ti —la tomo entre mis brazos, dándole un beso en la frente—. No debes preocuparte por nada, lo resolveremos juntos. —Gracias, Evan —susurra, tratando de contener las lágrimas. Peter se acerca también a su esposa Gina y la abraza, intentando calmarla. Hillary se acerca a Marcus, intercambiando palabras en un intento de apaciguar la situación. Neil está pálido y Marion parece nerviosa. Janella, por su parte, se acerca a Anne y la abraza. Sé que la señora es fuerte; lo he comprobado varias veces, pero en este momento está muy afectada por la actitud de la familia. Es difícil prever algo así. La mayoría de nosotros dio por sentado que el ex esposo de Anne se marchó para siempre o que murió. Las emociones son difíciles de controlar. —No es una decisión fácil, lo sé —dice Anne finalmente, rompiendo el silencio—. Pero debemos considerar lo que realmente es mejor para todos. Gina se aparta de Peter, su rostro está todavía lleno de rabia. —Lo mejor sería que ese hombre no apareciera nunca más —dice, y varios asienten en señal de acuerdo. El único que parece mantener la calma es Neil. Se acerca a su abuela y se arrodilla a su lado, tomando su arrugada mano. —Abuela, ¿cuál es la razón de que mi abuelo quiera vernos ahora? —pregunta con voz llena de preocupación y curiosidad. Anne suspira, sus ojos reflejan el peso de los años y el dolor acumulado. —Dijo que le queda poco tiempo de vida —responde con voz entrecortada—. Siente que ha desperdiciado su vida sin su familia y quiere vernos antes de morir. El silencio cae sobre la sala como una manta pesada. Esa revelación era algo que nadie se esperaba.
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