CAPÍTULO 7

1592 Words
—Porque así sabré a cuantos mataré esta noche. —Miró de soslayo y sonrió—. Diecisiete. —¿Cómo lo hiciste con Coleman? —Me crucé de brazos—. Un explosivo, ¿enserio? Una pequeña sonrisa hizo aparición en su rostro. Se acercó un poco más, atento a mis movimientos. Algo que acababa de notar, es que siempre me pedía permiso para acercarse, aunque no lo dijera con palabras, lo hacía con su mirada. Me gustaba que lo hiciera, me daba confianza. El no moverme era una respuesta, pero, aunque quisiera, no lo hubiese logrado. Su mirada era capaz de envolverme y arrastrarme en aquella oscuridad que poseía. —Lo de Coleman fue muy personal…él te tocó, Isabella. Los hombres de aquí solo te observan. —Se inclinó hacia mi cuello. Cerré mis ojos en el momento que sentí su respiración—. Sus muertes serán silenciosas. Me desconcertaba la manera tan tranquila en la que hablaba. Él estaba acostumbrado, pero yo no. —¿Crees que es normal matar personas? Esta mal, Darko. —Abrí mis ojos y me separé—. Muy mal. No voy a poder dormir en las noches. Me observó confundido. —¿Por qué no lo harías? —Y todavía lo preguntas. Ha muerto mi jefe por mi culpa, y ahora diecisiete personas también lo harán. No puedo cargar con tantas muertes sobre mis hombros. —Yo las cargaré por ti, linda. —Entrelazó mi dedo meñique con el suyo—. Es una promesa. Apreté mis labios para no sonreír. Era ridículo ver esta escena. Alguien como él, haciendo una promesa con el meñique. —Lo que trato de decir, es que no quiero que asesines a esos hombres. Entiende, no quiero que nadie más muera por mí —hice un pequeño puchero y traté de hacer ojitos, eso siempre funcionaba con mis padres. Apartó su mirada y suspiró. —Entonces empieza por no venir a discotecas con vestidos como ese. —Señaló—. ¿No había uno más cortó en tu armario? —Oh claro que sí, utilizaré uno transparente la próxima vez —lo reté, arrepintiéndome al instante. Su mirada había cambiado. Mi cuerpo se erizo cuando me soltó e inmediatamente su mano se posó en mi espalda, acercándome aún más a él. No sabía que mierda estaba haciendo con mi vida justo en este momento. No tenía que estar hablando con alguien como él y aun así lo hacía sin ningún disgusto. Estábamos muy cerca y el único objetivo o presa para esa mirada tan feroz que tenía, era yo. —Hazlo. —¿Por qué presiento que mi vida peligra si lo hago? —negó inmediatamente. —Escúchame. —Agarró de manera ruda mi cuello y me acercó a su boca—. Nadie te podrá hacer daño, ni siquiera yo mismo, Isabella. Lo decía con tanta seguridad que le creí, cada maldita palabra. —Entonces soy tu obsesión —susurré—. El Pakhan, un maniático y asesino a sangre fría está obsesionado conmigo, una simple residente de cirugía. —¿Y qué piensas al respecto? —No es mi día de suerte. Soltó una pequeña risa y asintió. —Tuviste que hacer algo muy malo como para que te hayas topado en mi camino…y agradezco que haya sido así. No pude responder, un hombre alto, fornido y con un rostro totalmente sombrío se hizo a nuestro lado. Tenía toda su atención en Darko. Nos separamos y gruñó. —¿Qué sucede, Pasha? —La camorra ha enviado a hombres. —¿Cuánto tiempo? —preguntó, con un evidente fastidio. —Menos de cinco minutos. Me volteó a mirar y agarró mi brazo, guiándome por el interior del pasillo. —¿A dónde vamos?, no puedo irme de aquí sin mi amiga. —Claro que puedes, en poco tiempo este lugar será un agradable baño de sangre. —¿Qué? —Me detuve, intentando devolverme—. ¡Suéltame! ¡Mi amiga esta allá! —¿Sucede algo con eso? Con suerte y no muere. Me indigne al escucharlo. —¡No! —me zafé de su agarré—. Es importante para mí, así que iremos por ella. Me miró fijamente por varios segundos hasta que asintió. —Ve por su amiga y llévala con Lorenzo —ordenó—. ¿Bien con eso? Asentí, dejándome guiar nuevamente. Le hablaría en cuanto estuviera en casa. No pasó mucho tiempo cuando el caos se desató en ese lugar, se podía escuchar los gritos y la estampida de personas saliendo. Cuando el automóvil se puso en movimiento, volteé a ver a Darko, quien estaba recostado en el asiento mientras mantenía los ojos cerrados. Tenía una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro. —¿Estas contento por lo que sucedió? ¿Por las personas que seguramente murieron? —Para estar contento o no, me tendría que importar. —Abrió sus ojos, enfocándome. Me reí, un poco nerviosa por la situación. —Claramente no te importa, ¿Por qué hago preguntas tan estúpidas? —No te podría decir que estoy contento, pero me imaginaba la satisfacción que tendré al… —enmudeció abruptamente, analizándome y negó—. Olvídalo. Solo pensaba en que estaré tranquilo cuando Leonard pague por esta pequeña interrupción. —¿Quién es Leonard? —Un integrante de La camorra. —¿Fue él quien mando esos hombres? —Asintió—. ¿Por qué quiere matarte? —Mi ubicación siempre es un enigma, pero últimamente he estado visitando Italia más de lo que me gustaría. Me descuidé y lo utilizó para vengarse. —¿Por qué lo haría? Tenía tantas preguntas, quería conocer hasta lo más mínimo de su vida y de quien era en realidad. Estaba mal, adentrarme a su vida era un acto suicida, pero no podía controlar mis impulsos. Inhaló profundamente, seguro empezaba a cansarse con tantas preguntas, Darko no se veía una persona muy paciente. —Hacíamos negocios en el pasado. Quiso pasarse de listo y le tendió una trampa a Yarik. —Se detuvo al ver la confusión en mi rostro. ¿Quién era Yarik? —. Él es de la Bratva. Se encarga del narcotráfico y tráfico de personas. Casi murió. —¿Y qué hiciste tú? —Asesiné a la mitad de su familia —respondió—. Nadie juega con la Bratva y sale ileso. Asentí, anotándolo en mi mente. Me salvaría tenerlo presente. —¿Cuántos años llevas en la Bratva? —Diecinueve años, estoy desde los quince. —Abrí mis ojos exageradamente. Era un niño—. Empecé desde lo más bajo. Yo era un perro faldero de malditos que gozaban con el poco poder que tenían. Se notaba la ira que cargaba contra esas personas. —¿Cómo te volviste el Pakhan? —Mi personalidad ayudó abrir el camino. —¿Tu personalidad? Se recostó aún más en el asiento. Desde mi posición, verlo así tan relajado y con los tres primeros botones de su camisa abiertos, era digno de una fotografía. Se veía malditamente sexy. —Sí, la falta de empatía. La frialdad. Mi inteligencia. Mi egoísmo —Se encogió de hombros—. El que me valga mierda las personas y solo quiera poder. Ser el mejor, eso ayudó. —¿A qué? —Ser un brigadier, manejar una célula en la organización. Me encargaba del narcotráfico y una que otra recolección de información —Sonrió—. Fueron buenos días, pero mejoraron cuando el Pakhan de aquel entonces estaba saboteándolo todo. Ya no pensaba con claridad, se volvió blando, tal vez ya era muy viejo y necesitaba descansar y … eso hice. Lo puse a descansar. —¿No se considera traición? —Tal vez. Él ya había informado que yo sería su sucesor, pero cuando llegaron sus cambios, también empezaron sus dudas conmigo. Decía que era muy sanguinario y que mis métodos eran muy excéntricos. —Tal vez decía la verdad. —Lo hacía, pero en este mundo Isabella, tienes que dar el primer paso, hacerles saber quién manda. Imponer. Si tienes que asesinar a inocentes para que entiendan, lo haces. —Yo salvo vidas. No puedo imaginarme asesinando a personas. Su manó rápidamente agarró la mía y la llevó hasta sus labios. —Tampoco dejaría que estas hermosas manos se mancharan con sangre. Yo haré el trabajo por ti… mi dulce bella. […] —Gracias por traerme a casa —agradecí, en cuanto el automóvil se detuvo. Asintió, saliendo y abriendo la puerta para mí. El corto camino hacia mi puerta fue en un silencio algo tenso. No sabía que sucedería después de esto. —No volveré a Italia, Isabella. —Giré a verlo rápidamente—. Lo que tenía que hacer, ya está hecho. Sentí un retorcijón en mi estómago. —Que bueno, eso significa que me libraré de ti —bromeé. —No del todo, tendrás hombres cuidante —asentí. Sacó de su bolsillo un pequeño celular—. Si necesitas cualquier cosa, ya sea mínima. Desde dinero o que tenga que matar a alguien por ti, llámame y lo haré. Lo agarré, apretándolo contra mi abdomen. —No creo que lo vaya a necesitar, pero… lo tendré en cuenta. —Con eso basta. Sostuvo mi rostro con ambas manos y sonrió. —Que tengas buen viaje. —-Я вернусь за тобой, зайчик, когда буду уверен, что не представляю для тебя угрозы. (Volveré por ti conejita, después de estar seguro de no ser una amenaza para ti)
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