PASADO. (Más de seis años atrás.) Evan. La fastidiosa melodía del teléfono suena desde algún lugar de la habitación y, a pesar de que me esfuerzo por abrir los ojos y mirar, la resaca me gana. Entierro con más fuerza el rostro en la almohada, tratando de mitigar el odioso sonido, pero éste no se detiene en ningún segundo. Maldición, quien me está llamando debe irse seriamente al infierno. — Apaga eso — una voz femenina me pide, moviendo con insistencia mi hombro. Gruño, pero no le respondo nada. Entonces el teléfono sigue sonando. ¡Maldita sea! Me pongo de pie, tambaleándome un poco cuando me enredo con el desorden de ropa que hay en el piso. Miro a la cama, miro al piso y de vuelta a la cama, sin recordar en qué momento de la noche metí a dos morenas en mi apartamento y sin ten