Narra el escritor. Cuatro años atrás. Su lacio cabello rojo estaba amarrado en una cola alta, los frágiles brazos desnudos terminaban en un par de blancas manos y uñas sin color, que reposaban sobre la mesa, frente a su interlocutor. —¿Entonces, cuándo terminan tus pasantías en la empresa? —preguntó su interlocutor sirviéndole chocolate tras servir la taza de ella—. ¿Cuándo te tendrán de regreso en Dinamarca? —Lamentablemente me quedan menos de dos meses —dijo la joven risueña y siempre delicada al hablar—. En la empresa, claro. Porque con Edrick probablemente tenga más tiempo después de eso. Tras mi graduación, que será dentro de poco, anunciaremos mi embarazo. La joven danesa sonreía, alegre e inocente. —¿Tardará mucho en llegar?