Cogí un delantal nuevo y me lo puse alrededor del cuerpo. Cuando llegué a casa, me di una ducha rápida y ya está. Estaba hambriento, molesto y sediento. Por suerte, Verónica no aparecía por ninguna parte, porque me habría hecho montones de preguntas sobre por qué no sonreía. Bueno, porque me pusieron en el maldito grupo equivocado.
Pregunté si la mesa 9 quería pedir, pero no habían terminado de decidir lo que querían. Eso no me molestó mucho, tuve algo de tiempo libre. Después de las 5, todo resultó mejor. No habría mucha gente que bajara al café de V. Sobre todo, porque todo el mundo empezaba a cenar en casa, y no servíamos comidas calientes por la noche.
—Hacer pucheros hace que te salgan arrugas antes —oí decir a una voz masculina detrás de mí.
—Ahora no, Kent —le dije. Me di la vuelta y me apoyé con los codos en el mostrador. Él se quedó allí, muy guapo con su delantal, mientras me miraba. La cafetería estaba cada vez más vacía, y me alegré de que al menos una persona pudiera acompañarme. Pero eso no significaba que buscara un poco de interacción.
—Cuéntame qué pasó, Vicks —Me animó.
—No estoy de humor —me quejé.
—Eso es malo para ti, porque quiero escucharlo. Y tú sólo vas a contarme lo que ha pasado antes —Kent me aclaró. Se echó el pelo corto y rubio hacia atrás, y se inclinó esta vez, como yo, con los codos sobre el mostrador.
—Bueno —resoplé—. ¿Sabes que el club Moulin Rouge tuvo un día de audiciones hace dos días? Asintió con la cabeza—. Me presenté para hacer la audición, así que lo hice. Esa misma tarde recibí una llamada del propio jefe, exigiéndome que fuera a las 15 horas de ayer al club. Luego todo fue rápido. Digamos que es un gilipollas y me está manipulando —le expliqué.
—¿Cómo? Preguntó.
Me rasqué la nuca.
—Nadie me informó de la actuación que teníamos que hacer para esta mañana. Así que estaba allí sin ninguna pista, y tenía que bailar en 30 minutos. Por suerte, actué muy bien, pero él quería meterse en mis pantalones cuando estaba caminando. Pero él no entendió que las cosas no funcionaban así. Así que me dijo que me iba a arrepentir y me hizo suplente —Exhalé
—Mierda.
—Lo mismo —señalé.
—Sabía que Harry Stone era un imbécil, pero esto hace que todo sea mucho más comprensible porque, de hecho, sigue siendo un imbécil —Me reí de las palabras de Kent. Fui detrás del mostrador, y compré un batido con mi propio dinero. Tenía ganas de algo en el estómago, y esto era todo lo que podía conseguir en este momento—. Realmente necesita crear algunos modales.
—Apuesto a que es diferente con gente más importante a su alrededor —dije.
—Por supuesto, porque es un hombre de negocios. Sin embargo, debería actuar con decencia hacia ti. No puede salirse con la suya —Kent me informó seriamente.
—Puede salirse con la suya. Siempre se sale con la suya dándole a alguien una gran suma de dinero.
Me bebí el batido que había preparado. Kent se sentó en el mostrador y vi a otros empleados ayudando a los últimos clientes. Miré el reloj, y todavía faltaba mucho tiempo para que pudiera bañarme por fin y dormir después. Estaba agotado por todo lo de hoy. Tantos juegos mentales, que apenas podía seguirles el juego.
—Tienes que dejarle claro a este hombre que no puede usar tu cuerpo cuando quiera —volví a mirar a Kent, y vi que hablaba muy en serio—. No tiene derecho a tratarte así, Vicks —empezó a decirme. Asentí con la cabeza. Era mi cuerpo, no el suyo.
—No creo que lo acepte tan fácilmente —murmuré.
—Lo necesita —respondió Kent—. Sólo llámame cuando sea un imbécil, y vendré inmediatamente.
Kent me acercó un papel con su número. Le agradecí amablemente. No importaba que fuera un gesto tan pequeño, pero me gustaba. Admiraba a Kent por su apoyo y honestidad. No trató de endulzar todo lo sucedido y no me dijo que debía ser una muñeca y hacer todo lo que ese hombre me dijera. Me dijo que me mantuviera firme y que le dejara claro que mi cuerpo no estaba en el mercado.
Estaba feliz cuando llegué a casa. Llené la bañera y me metí lentamente en el agua caliente. Vi que el vapor del brezo llenaba el baño. Había echado almohadillas de flores en la bañera. Este era el momento que tanto había deseado. Descansé con la cabeza contra la bañera. Mi cuerpo desnudo descansaba en el agua. A veces trazaba lentamente con mis manos sobre mi cuerpo desnudo. Mi respiración calmaba mucho más todo lo que me rodeaba. Me merecía este baño después de mi duro trabajo.
En un momento, me sumergí en el agua. Contuve la respiración y abrí los ojos en el agua. Vi las almohadillas de las flores moviéndose sobre el líquido lentamente. No pude aguantar la respiración mucho más tiempo bajo el agua, así que me levanté. Inspiré rápidamente oxígeno fresco y mi pecho empezó a subir y bajar repetidamente. Mi cuerpo se puso rígido cuando oí sonar el timbre de la puerta.
—¡Ya voy! —Grité fuertemente.
Salí de la bañera y cogí una toalla que tenía al lado de la bañera. La envolví alrededor de mi cuerpo. Genial, una toalla pequeña. Pero por el momento cubría lo suficiente. Mis pies aún estaban un poco mojados cuando me dirigí a la puerta principal. Me miré en el espejo y me pasé la mano rápidamente por el pelo. Abrí la puerta.
—No tengo azúcar, señorita B. —Se me cayó la mandíbula—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?
—Yo también me alegro de verte, Vicky —Harry me saludó.
Cerré la puerta, pero me detuvo su pie al entrar en el pequeño hueco. Intenté cerrarla de un empujón, pero él se adelantó abriendo la puerta y entrando. Pasó por delante de mí sin siquiera preguntarme educadamente si podía entrar. Obviamente, si me hubiera preguntado, no le habrían aceptado entrar.
—La última vez que lo comprobé, ésta era mi casa —Le dije a Harry con irritación.
Se limitó a pasear por mi apartamento. De vez en cuando cogía algo y lo miraba específicamente. Fruncí el ceño ante sus acciones, pero examiné su expresión facial. Que era por segunda vez; ilegible. Seguí a este imbécil por mi propia casa, y me estaba molestando el hecho de que ni siquiera dijera una palabra hacia mí.
—¿Nunca has oído hablar de la limpieza? Harry me preguntó burlonamente.
—¿Nunca has oído hablar de preguntar a alguien si puedes entrar en su casa? Le siseé.
Se rió y pasó junto a mí, hacia otra habitación. Me quedé detrás de él, y me puse a guardar la toalla alrededor de mi cuerpo. Necesitaba protegerme antes de quedar desnuda al instante. No sabía por qué bajaba de repente hacia mi casa, ni cómo había conseguido la dirección. Nunca le mencioné dónde vivía, así que ¿cómo era posible?
—Ya está bien de hacer turismo, por favor, vete para que pueda seguir sentado en mi baño caliente —Le informé a Harry con enfado. Él se dio la vuelta y nos cruzamos las miradas. Su boca se convirtió en una sonrisa, y esto no me estaba gustando ahora. Se acercó más, y el enorme espacio que nos separaba desapareció en cuestión de segundos.
—¿Estás sola en tu baño? —Me preguntó en un suave susurro.
—Sí, porque es un baño para una sola persona. Adiós Harry —dije. Pero él se quedó en el mismo sitio, justo delante de mí. Así que aproveché para alejarme de este hombre que creía que sería amable presentarse de repente a las 11:30. Esto no me estaba gustando nada, así que más le valía irse a la mierda cuanto antes.
Chillé cuando Harry intentó tirar de mí por el dobladillo de la toalla. Pero rozó con sus dedos mi trasero desnudo y me giré asustada. Acaba de tocar mi cuerpo desnudo, oh, Dios mío.
Me acerqué a él y le di una patada en la entrepierna. Se estremeció y se agarró inmediatamente su hombría. De su boca salieron duros gemidos, y creo que mi vecino va a pensar que tengo todo un acto sadomasoquista ahora mismo con este hombre.
—¿Por qué me tocaste? —Le grité furiosamente.