Domingo. Día de descanso. Y supuse que sería uno de los pocos domingos que me quedarían de descanso, porque en poco más de un mes, cuando iniciara oficialmente la temporada de recitales, tendría que bailar los fines de semana, y asistir a extenuantes ensayos entre semana. No tendría descanso. Y como era de costumbre cada domingo, habría almuerzo familiar en casa de mis tíos Laura y Nate, en donde también asistirían Sarah, Brad y Angelina. Podía ser que mis padres y hermanos estuvieran en Manchester, pero aquí en París el ambiente familiar no me faltaba. Aparqué entonces al frente de la casa de campo en la que yo había vivido durante un año. Mis tíos vivían en una rentable zona rural de la ciudad, en una gran casa con piscina y todos los lujos que se puedan imaginar. Esa propiedad la habí