Llegué al primer estudio, sintiéndome rara. Si, era raro que después de 4 años de ser bailarina de baja categoría, de repente ahora tuviera que tener ensayos aquí, y aparte de eso, al fin tener un camerino privado. En mi rostro se dibujó una gran sonrisa cuando vi que Justin me estaba esperando en la entrada del estudio. Tenía puesta su camisa del PSG, al parecer el equipo jugaría hoy, pero en otra ciudad. Aun así, Justin, como todo hincha fiel, se ponía la camisa de su equipo cada vez que jugaban, así fuera para ir al trabajo. Nos saludamos con unos normales besos en las mejillas, ya que, a petición de él, debíamos ser lo más discretos posibles por eso de ser compañeros de trabajo. Aunque en realidad yo sabía que a Justin le daba pena lo que dijeran de mí por estar reemplazando a mi supue