Me desperté bien temprano junto a Charlotte para ayudarla con varias cosas de la casa mientras el sol se dejaba ver entre las cortinas de la casa. Insistí en ayudarla, ya que desconectaba mucho y disfrutaba hacer cosas fuera de lo ordinario de mi vida.
Le pedí el mismo favor de ayer de no decirle a nadie a donde iba porque pensaba ir a hablar con uno de los mejores abogados del momento para preparar un contrato de anulación del matrimonio. Estaba enterada de que haría falta un certificado médico para corroborar que no he intimado con Thomas, pero no me resultaba un problema reunir todo lo necesario.
Decidí ir a pie para que el chofer no tuviera que dar explicaciones de mis andares, al menos por el momento.
El abogado me indicó al médico preparado para estas cosas y me dio una cita al instante con él. Incluso se ofreció a acompañarme si así lo deseaba, pero con los nervios que me recorrían el cuerpo preferí tragarme sola el orgullo y afrontarlo por mí misma. Recogí dicho justificante con las firmas originales y se las volví a entregar al abogado que me prometió entregármelo personalmente en la dirección que le dejé al día siguiente.
Agradecí para mis adentros que Charlotte me diera la fuerza suficiente para hacer todo esto sin pensar en echarme atrás en ningún momento.
Volví a la casa como quien acaba de darse un paseo y asistí al almuerzo sola. Me pareció raro que no hubiera nadie más que Bárbara por la casa y que nadie supo decirme dónde se habían ido los demás.
Lo que sí me tomó por sorpresa es que a las dos de la tarde Katherine se haya presentado por su propio pie a la casa. No me saludó cuando nuestras miradas chocaron durante un segundo al pasar a la cocina, pero tampoco lo necesitaba de ella. Se encerró en la habitación de James y no la volví a ver merodear por la casa, pero eso no significaba que no me molestaba su presencia con cada día que pasaba.
No sé si me molestaba ella como persona en sí, o si era por el hecho de que seguía detrás de James y él detrás de ella después de lo que hablamos. Estaba convencida de que debería dejarle las cosas claras a James si pensaba que yo sería una más de sus trofeos, o no sé qué.
Agradecí para mis adentros que cuando Thomas llegó a casa por la tarde no me preguntase nada sobre dónde estuve durante la noche. Tampoco le iba a decir gran cosa, pero no me apetecía discutir con nadie en estos momentos.