Capítulo 8.

1524 Words
Era día de reuniones y conferencias. Algo extraño para mí aún, ya que mi día a día era ir a clases hasta hace una semana. Es lo que tiene casarse. Charlotte vino desde bien temprano para traerme ropa nueva. Le dejé claro que traía ropa nueva en mi maleta, pero me dijo que era cortesía de Bárbara como regalo de bodas. Me vestí con un vestido ceñido de color n***o y Charlotte me ayudó un poco con un peinado sencillo que dejaba mi pelo ondulado caer por mis hombros y una diadema negra de perlas blancas. Salí de la habitación toda preparada y perfumada porque según Thomas, íbamos a casa de uno de los directores de la fábrica textil más grande de la ciudad para firmar unas acciones. Cuando entré en el salón donde estaba toda la familia esperándome, la mirada de Thomas y James no podían apartarse de las apariencias que traía, cosa que me avergonzaba un poco, más de parte de James que de Thomas. -Bien, pues ya estamos todos, asique vámonos –dijo George saliendo del salón. Thomas vino hasta mi lado y me tendió el brazo para apoyarme en él mientras bajábamos. Le sonreí y me enganché de su brazo mientras salíamos de la casa. Sentía la mirada de James en mis espaldas inconscientemente, por lo que giré mi cabeza y me aseguré de que sí que me estaba mirando, pero sin motivo aparente desde mi punto de vista. Charlotte estuvo contándome un poco por encima lo que estaba pasando con James y Katherine. Hoy se suponía que se había ido a casa de su madre por unos días, por lo que habrá tranquilidad absoluta, cosa que agradecíamos todos, al parecer. Me contó que James se metió en líos muy grandes por robar en grupo, y una de las familias a las cuales robaron más cosas, era la familia de Katherine. Su madre lo amenazó con llevarlo a juicio, pero para que no se manchase la imagen de su familia le prometió a su familia que saldría con su hija y que les pagaría la deuda a plazos. Me quedé perpleja con lo que me contó, pero más tranquila por ser asociado a lo que había oído esa noche cuando discutían. Por otra parte, James tenía problemas con el alcohol y con la ira a causa de esas cosas, hecho que no me esperaba, pero ahora tenían explicación los gritos y las peleas continuas entre esos dos.  Llegamos delante de la casa del director y bajé del coche con la ayuda de Thomas que me tendió de nuevo su brazo para acompañarle agarrada, cosa que aceptaba y no me molestaba en público ya que estábamos legalmente casados. Nos abrieron la puerta unos mayordomos muy elegantes para mi gusto y nos indicaron hacia dónde ir. James estaba a mi derecha durante todo el camino en línea recta hacia otro par de puertas que se volvieron a abrir. Le miré de reojo y vi que él también me estaba prestando algo de atención, ya que me hizo una señal con la mano que no entendí.  Nos recibieron con un banquete de aperitivos demasiado grande para mis gustos, pero que no estaba de más porque no había desayunado en abundancia esta mañana. Nos servimos cada uno un platito y me puse a probar un poco de cada cosa que había mientras los padres Strafford empezaron a platicar con el director que acababa de llegar junto a su mujer. Thomas estaba bastante lejos de mí, teniendo en cuenta las apariencias que teníamos que estar manteniendo en esta reunión. Sin embargo, James rondaba a mis alrededores probando la misma comida que yo y cogiendo de las mismas bandejas que yo, cosa que no entendía muy bien. Dejé pasar esos pequeños detalles que me intrigaban para que nadie se fijase en nosotros y terminé de comer. Cuando volvimos a casa todos se esparcieron a sus habitaciones, y lo mismo hice yo con Thomas. Se empezó a quitar el traje de terciopelo que llevaba ese día y yo me quedé mirándole sorprendida por su confianza. - ¿Te pasa algo? –me preguntó al ver mi cara. -No, pero no sé por qué te desvistes delante de mí –dije nerviosa aún de pie al lado del armario para ver qué ropa me pondría yo. -Porque es algo natural al ser marido y mujer –dijo como si nada- pero si te incomoda, lo siento. -No es por ti, pero yo no me voy a desvestir delante de ti, porque a mí sí me da vergüenza. -No te puedo obligar, puedes ir al baño o esperar a que yo salga –me sonrió-. Como prefieras. -Esperaré a que salgas, no tengo prisa –le sonreí amablemente. Se terminó de cambiar de ropa, obviamente no le estuve mirando. Hice como que se me perdía algo en la maleta que mi madre me hizo y así le dio tiempo a salir. Ahora sí que cogí una falda de terciopelo n***o y una camisa blanca y me quité este vestido n***o precioso que llevaba puesto. Me recogí el pelo en una coleta baja y me puse la falda y la camisa. Para cuando iba a cerrar la camisa alguien llamó a la puerta. Dejé que pasaran, pero no sabía quién sería. - ¿Se puede? -James, ¿qué haces aquí? –me di media vuelta mientras terminaba de abrocharme los botones de la camisa. -Perdona que te moleste, solo quería hablar contigo un momento –entró y cerró la puerta tras asegurarse de que nadie lo había visto. Terminé de arreglarme y me di la vuelta para mirarle de frente. - ¿Qué te pasa? –apoyé mis brazos en mis caderas y lo miré seria. -Sé que sabes cosas sobre mi relación con Katherine, solo quiero saber que sabes la verdad –me tomó por sorpresa. - ¿Por qué quieres que sepa la verdad? Mi opinión no debería ser importante –dije extrañada. -Porque hay muchos rumores, y no sé de quién te has enterado –se cruzó de brazos- es todo. -De Charlotte –solté sin más-. ¿Algún problema con ella? -Menos mal que te has enterado por ella y no por nadie más. Ella ha sido siempre mi confidente –se quedó callado un momento-. ¿Pero cómo es que te ha dicho ella a ti algo? -Se lo pregunté y no dudó en decírmelo –le sonreí-. No veo que tus secretos estén tan bien guardados en esta casa. -Seguro te lo ha dicho solo por ser tú, ella no me fallaría nunca. -Nunca confíes en nadie –dije ligeramente triste-. Nunca sabes cuándo te van a fallar. -Si no confiáramos en nadie no podríamos hablar con nadie siquiera –me llevó la contraria- ya que confiamos sin darnos cuenta en alguien desde el momento que nos relacionamos con tal persona. Las expectativas las tenemos demasiado altas. -Entonces podríamos reformular la frase y cambiarla por: No te acerques a nadie con antecedentes de traición y serás feliz –se empezó a reír-. No te rías, tiene sentido. -Lo tiene, pero nadie va por ahí diciendo eso. -También –sonreí. - ¿Qué tal con Thomas? –me tomó de nuevo por sorpresa. -Nos llevamos bien –contesté serena. -Pero… ¿habéis intimado ya? –abrí los ojos como platos. - ¡No! ¿cómo voy a hacer eso? –le miré molesta. -Pues porque estáis casados, así de fácil. -Pues no es así de fácil –repliqué- porque si no sientes algo por alguien no deberías entregarte así de fácil. -Entonces, ¿qué sois? -De momento nos llevamos bien, por las apariencias y eso –puse los ojos en blanco. -Pero no podrás gozar del amor verdadero estando casada con un hombre que no amas –se acercó más a mí- lo sabes, ¿no? -Es el precio que he tenido que pagar y soy consciente de ello –mi tono de voz se volvió apenado con cada palabra que decía. -Mientras tú vas a estar todos los días del resto de tu vida lamentándote por esto, él va a disfrutar de la mujer que le dé la gana, ¿no te parece injusto? –se cruzó de brazos muy cerca de mí. -Sé que no es justo, pero no me queda otra opción –me crucé de brazos para recuperar algo de mi espacio personal. -Sí tienes opciones –me sonrió- pero te dejaré que tú misma decidas lo que quieres hacer con tu vida de hoy en adelante. -Me parece justo. -Bien pues, te dejo que medites en todo lo que te he dicho –se dio media vuelta y abrió la puerta para salir. Me había quedado perpleja con todo lo que he conseguido hablar con él. No me parecía para nada una mala persona, aunque las primeras impresiones no fueron las mejores, estaba claro. Me senté al borde de la cama y no podía parar de pensar en que tenía razón. Estaré toda la vida amargándome por no dar ni recibir amor y eso me va destruir por dentro.
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