Buscando relajarnos un poco, fuimos hasta la habitación de Altair, la encontramos acostada en su cama viendo uno de sus programas favoritos en la televisión. Por lo menos estaba en total calma, después de la mala experiencia de escuchar las palabras crueles de Sandra. —¡Papis! —exclama al vernos entrar. —Vamos a hacerte compañía un rato, ¿quieres algo de comer? ¿qué hacemos? —le pregunta Ales caminando hacia su cama. —Helado —le responde con picardía, encogiéndose de hombros en un gesto tierno. —Voy a buscarlo, ¿tú qué gustas? —le pregunto a Ales. —Lo que decidas —expresa acostándose al lado de Altair. Desde la puerta de la habitación, me quedé observándolos por un breve instante. Ales rodeo con sus brazos a Altair para atraerla hacia sí mientras le decía algo al oído. El amor que s