Llegué hasta la cocina a fin de consultar con Lucia dónde pudiera estar Sandra. Pude haberme acercado hasta su habitación; sin embargo, para evitar situaciones donde pudiera verme comprometido, ante la sospecha que despertó en mí por la forma en la que se dirigió a mi en la mañana, prefiero tratar cualquier asunto con ella en un espacio a la vista de todos. Y no es que no pueda ponerla en su lugar en cualquier sitio, sino que previendo situaciones mayores ante el nivel de influencia que ella tiene mejor alejarme de los problemas, suficientes con los que ya me persiguen. —Nana, ¿sabes dónde está la víbora? —le pregunto abrazándola. —Y ahora ¿quién es la víbora? —pregunta Lucia en un tono de voz que mostraba su confusión. —Sandra pues, la agente —corrijo. —Hasta le cambiaste el nombre —e