Llevamos alrededor de media hora haciendo antesala en la recepción de la Oficina de Adulfo Quiñonez, como lo planificamos el día de ayer esta vez vine con refuerzo, Ana Julia e Ingrid están sentadas a mi lado a la espera de que de la orden para hacernos pasar y acabar con este suplicio. Como no es de extrañar Ales también se encuentra con nosotras, sentado al frente con la mirada fija en su móvil parece estar distraído. El sonido del teléfono local es martirizante, repica cada ciertos minutos. Por lo visto es un hombre con influencias. Lo deduje de dos de las breves conversaciones que su secretaria mantuvo con alguna persona que desde el otro lado de la línea parecía insistirle en la necesidad de conversar con él, y en esas dos ocasiones se le escapó que las decisiones más relevantes en