-Juro que mataré a ese Duggan – imitó Ethan las palabras de mi padre. Nos encontrábamos almorzando en la cafetería del hospital. Ethan había venido a acompañarme, con la excusa de que enserio le importaba Ian. -Yo también tengo ganas de matarlo, pero tenemos que ser inteligentes – dije. -¿Qué planeas, Harrison? -No necesariamente tiene que pagar con huesos rotos – dije, dándole el ultimo mordisco a mi postre – con una gran humillación es suficiente. -Y yo que creí que no eras vengativa, Harrison. El pitido de mi cel avisando de que me había llegado un mensaje de w******p nos interrumpió, y entonces, dejando a un lado el postre que estaba degustando, abrí la aplicación para ver quien me había escrito. Era Ian. -¿Quién te ha escrito? – preguntó Ethan. -¿Tengo que decírtelo? –