Habían pasado solo dos días después de mi accidente y ya me encontraba en el quirófano apunto de tener una remodelación de nariz. Me aplicaron anestesia local, no general, ya que si hubiese sido anestesia general, se hubiese demorado una semana más por todos los exámenes que debían hacerme, ya que una anestesia general también trae sus riesgos; aun así me aplicaron un sedante para que sintiera todo eso como un sueño.
Debía pasar la noche en la clínica, ya que las 24 horas post-cirugía debían ser de extremo reposo, y no inclinar la cabeza hacia abajo, debido a que lo anterior puede aumentar la inflamación y la pérdida de sangre excesiva.
Tenía la cara hinchada, sentía un fuerte dolor de cabeza y tenía la nariz tan tapada que debía respirar por la boca. Me aterré cuando el doctor le dijo a mis padres que tratara de no hacer ninguna actividad física en estas dos semanas, incluso, me dieron una semana de incapacidad para no asistir a clases ¡me quedaría muy atrasada! Agradecía que hasta ahora estuviésemos empezando el semestre escolar.
-¿Quieres otras aspirina, mi amor? - preguntó Ethan. El rubio había estado todo el día en la clínica, desde antes de la operación.
-Solo quiero que te vayas - dije, siendo él el principal causante de mis dolores de cabeza.
-Sé que en el fondo estás feliz de que te acompañe - dijo, y aunque fuera verdad, lo quería fuera de la habitación.
-Deberías estar haciendo el trabajote que nos dejaron de matemáticas ¿no crees?
-Sí, cierto - dijo, revisando su celular - por cierto, ayer Pereira habló conmigo. Quería saber cuándo nos podíamos reunir para hacer el trabajo de biología, y le dije que probablemente hasta la próxima semana, y le comenté tu caso.
-Espero que tú estés tomando apuntes en todas las clases, porque me estoy quedando muy atrasada - dije, teniendo unas ganas irresistibles de rascarme la nariz, pero el yeso y las vendas que tenía sobre ella no me lo permitirían.
-Bueno...digamos que si - sonrió como el gato rizón.
-Te mataré si no es así - le advertí.
-Bueno Ethan, la hora de las visitas ha acabado - dijo mi madre entrando a la habitación - nosotros te llevaremos a tu casa.
-Adiós, mi bella dama - dijo, dándome un beso en la frente.
Después vinieron mi padres y mis hermanos a despedirse de mí, y tuve que pasar una fría noche sola en la habitación de la clínica. Apenas pude dormir unas horas, y desperté cuando las enfermeras ingresaron a mi habitación, una con la bandeja del desayuno, y la otra, con vendas.
-Muy bien pequeña, te cambiaré las vendas - dijo la enfermera.
-Espero que te gusten los waffles - dijo la enfermera que traía el desayuno - están exquisitos.
Cuando me cambiaron las vendas, miré la bandeja del desayuno. Waffles con salsa de chocolate y fresas, huevos, galletas, café y jugo de naranja. Era mucha harina, azúcar, grasa y cafeína. No quería comer eso, pero tampoco sería tan desagradecida con el buen servicio de la clínica.
-Muchas gracias - le dije con una sonrisa a la enfermera.
Una vez las enfermeras se fueron y estaba empezando a degustar el exagerado desayuno, escuché unos golpecitos en la puerta.
-¿Puedo pasar? - escuché a Ethan.
-Así te diga que no, sé qué vas a entrar - le dije, y el rubio entró. Tenía un peluche y un ramo de rosas en sus manos.
-¿Te sientes mejor? - preguntó, dejando las cosas en la mesita que estaba al lado de la cama.
-Bueno, ya no me duele tanto la cabeza - dije, mirando la bandeja del desayuno - ¿Quisieras ayudarme con esto? Es mucho para mí.
-Déjame adivinar...- dijo, dándole un vistazo al desayuno - ¿Es mucha harina, azúcar, grasa y cafeína para ti?
-Si - dije, en una sonrisa, tratando de convencerlo para que me ayudara.
-Te dejaré los huevos y el jugo de naranja ¿ok? - Dijo, cogiendo un tenedor -. Del resto yo me haré cargo.
-Gracias - dije, y le di un beso en la mejilla.
Minutos después mis padres y mis hermanos me llamaron al celular, y tras preguntarme como me sentía y toda la cosa, se disculparon porque no podrían irme a visitar, ya que era día de partido, tanto del equipo masculino como del femenino. Pero mi madre me vendría a recoger en la noche cuando me dieran de alta. Ella, al no ser la DT, no tenía la obligación de asistir a los partidos.
-Sí, hoy juegan contra el Chelsea - dijo Ethan, refiriéndose al equipo masculino -. Y el miércoles juegan contra un equipo galés para la Capital Cup.
-¿Irás a ver el partido esta noche? - le pregunté, sabiendo que ni él ni su padre se perdían un partido del United. A Ethan le encantaba ver jugar a sus hermanos Klay y Kai.
-No, me quedaré contigo - dijo, tomando un sorbo del café.
-¿Romperás tu perfecta racha de no perderte un partido en el old trafford solo por mí?
-Por ti hago lo que sea, mi hermosa flor - dijo, tomando mi mano y besándola - porque sabes que te amo.
-"Te amo" es una palabra muy importante ¿sabes?
-Sí, lo sé - dijo, acercándose peligrosamente a mí - ¿Cuándo tomaras enserio todo lo que te digo? ¿Por cuánto tiempo debo seguir rogándote?
-¿Y yo cuantas veces te he dicho que solo te quiero como un hermano? - pregunté, echándome para atrás al ver que seguía acercándose.
-¿Y yo cuantas veces te he dicho que seguiré luchando hasta enamorarte? - me preguntó.
Sentí lastima por Ethan. Se estaba negando a amar a otras chicas que si estaban interesadas en él solo por ir detrás de mí. Era un chico apuesto, todo lo contrario a sus hermanos y a sus padres, que no habían sido muy bendecidos por la naturaleza; era poseedor de unos ojos azules como el cielo, y su cabello rubio y brillante, junto a su cara de modelo de marca cara lo podían hacer merecedor del amor de las chicas más bellas de toda Inglaterra, pero él solo perdía su tiempo conmigo, y me sentía mal por eso.
-Ethan yo...- le pensaba hablar pero me calló pegando sus labios a los míos.
Abrí los ojos como platos. No me imaginé que mi primer beso (o más bien, mi segundo beso) iba a ser en la cama de habitación de clínica, en recuperación por una rinoplastia, y mucho menos, que fuera a ser con Ethan (otra vez). Él empezó a mover sus labios suave e inexpertamente, ya que desde que me había besado a los 6 años, no había vuelto a dar un beso.
Quise empujarlo contra la pared pero no fui capaz, y en vez de eso, no sé porque rayos, correspondí al beso. Muy en el fondo me dije que talvez con el tiempo podría llegar a querer a Ethan tanto como él me quería a mí.
Ethan me besaba con el sumo cuidado de no chocar su nariz con la mía para no lastimarme, y llevó su mano a una de mis mejillas para acariciarla.
-Ejem...- escuchamos un carraspeo de garganta y nos separamos de golpe, para encontrarnos con Wayne, el padre de Ethan.
-Pa-papá - tartamudeó Ethan nerviosamente.
-Siento interrumpirlos - dijo el hombre que ya rebasaba los 50 años - te traje un detalle, Bella - dijo, acercándose, con una caja cuadrada pero delgada envuelta en papel regalo - es una bobada, son chocolates.
-Gracias, Wayne - dije, sintiendo las mejillas calientes. Estaba muy apenada por cómo nos había encontrado - lo que tú me des no es ninguna "bobada". Lo que cuenta es la intención.
-¿Cómo fue el accidente? - me preguntó, sentándose en la silla para visitantes.
-Bueno...- iba a empezar a contarle pero me interrumpió para darle un billete a Ethan.
-Ve y cómprate algo de comer, no te vi desayunar muy bien esta mañana - le dijo a Ethan, y este, también sonrojado, salió. Wayne me volvió a mirar - continua.
-Estábamos en clase de ed. Física, y estábamos jugando fútbol - dije, y él asintió - yo estaba tapando.
-¿Lo hacías porque eres la más alta de todas o porque no querías correr? - preguntó, conociéndome ya lo suficiente para saber que no me gusta el deporte de contacto.
-Digamos que por las dos cosas - dije casi en un susurro.
Wayne se quedó callado un momento, para hacer una pose pensativa. Me daba hasta risa la cara pensativa que ponía siempre.
-Ethan y tu...- empezó a decir, y mi corazón empezó a latir fuertemente - ¿desde hace cuánto que tienen algo?
-Wayne...- no encontraba las palabras adecuadas para decirle que su hijo era un fastidioso acosador que no me dejaba en paz y que él me había robado el beso, y que yo por lastima le había correspondido - nosotros no...quiero decir, él y yo...
-Es complicado ¿verdad? - Dijo, y se acomodó en la silla - sé que mi hijo es un poco...difícil.
-No le vayas a decir a mi padre - fue lo único que se me ocurrió decirle. Si mi padre se enteraba que Ethan me había besado, lo mataría.
-Si tienes algo con Ethan, será peor si se entera por otros medios.
-¿Y si no tenemos nada?
-Ese beso me dice lo contrario - dijo, muy serio. Era la primera vez que Wayne me miraba de una forma tan seria - no quiero que ilusiones a mi hijo, bueno, no más de lo que ya lo está.
-Yo no me atrevería a tal cosa - dije, sabiendo que con solo corresponderle al beso ya lo había hecho.
Wayne me iba a decir otra cosa, pero justo en aquel momento llegó Ethan tomando una coca-cola. Wayne lo miró con gesto reprobatorio al ver que eso era su desayuno y el chico solo le dedicó una divertida sonrisa.
-Bueno, yo ya debo irme ¿te quedarás, Ethan? - preguntó Wayne.
-Sí, iré a casa más tarde - dijo, y le aceptó a su padre las 5 libras que muy seguramente eran para pagar el taxi.
El ex futbolista se despidió de ambos con un beso en la frente, y una vez estuvo fuera de nuestro campo visual, Ethan se sentó a mi lado y con una cara de preocupación, me miró.
-¿Te dijo algo mi padre sobre el beso? - preguntó, apretándome las manos.
-Preguntó que desde hace cuánto teníamos algo - dije, no queriendo mirar a los ojos a Ethan - y le dije que no teníamos nada.
-¿Y eso es lo que quieres? ¿Qué no tengamos nada? ¿Ese beso no significó nada para ti? - preguntó, y pude sentir el dolor en su voz. Yo le estaba lastimando.
-¡Claro que significó algo para mí! - Dije, tratando de buscar las palabras adecuadas para no lastimarlo - solo que...creo que aún estamos muy jóvenes como para, ya sabes, tener algo.
-Muchos chicos a nuestra edad ya tienen algo más que simple noviazgos...- dijo, refiriéndose más a una prima de él que tuvo un hijo a los 14 años - me parece que 15 años es buena edad.
-Bueno, entonces díselo a mi padre.
-Bien, se lo diré - dijo, y abrí los ojos como platos.
-¿Estás dispuesto a pedirle permiso a mi padre para que seamos novios? - le pregunté, incrédulamente.
-Bueno, si - dijo, con cierto temblor en su voz.
-Ethan yo...- recordé las palabras de Wayne en mi cabeza. No quería ilusionar a Ethan - no estoy preparada para una relación.
-No te presionaré - dijo, besando mis manos - te esperaré el tiempo que sea necesario.
-¿Por qué te haces esto, Ethan? Tienes a un millar de chicas en fila esperando a que les prestes atención y me esperas a mí ¿Por qué?
-Porque te amo, y te lo vuelvo a decir: no me cansaré de insistir hasta enamorarte.
-No quiero ilusionarte - dije, y apreté sus manos - no quiero que resultes lastimado por mi culpa.
-Ilusionado estoy desde que somos pequeños, mi bella flor - dijo, besando de nuevo mis manos - y de lo de lastimarme, no te preocupes por eso.
-¿Por qué no debo preocuparme?
-Porque sé que no lo harás - dijo con tal seguridad que me hizo dar un escalofrío por todo el cuerpo.
Quería decirle algo más, pero sentí como la sangre empezaba a emanar de mi nariz y lo único que pude hacer fue hacer un bulto con la sabana y ponérmelo en la nariz. Los doctores me habían dicho que el sangrado sería normal, pero Ethan no sabía eso, y se asustó.
-¡Enfermeras! - Gritó, desesperado - ¡Ayuda!
-¡Cálmate Ethan! ¡Las hemorragias después de la cirugía son normales! - le dije, casi que vomitando al ver las sabanas manchadas de sangre.
-¡Srta. Harrison! - Exclamó una enfermera entrando - ¡Por eso le dije que debía estarse todo el día acostada boca arriba!
Una vez me controlaron la hemorragia y me repitieron que debía quedarme acostada, Ethan se resignó a sentarse en la silla y jugar con su celular, y hablarme por ratos.
Una semana después...
-No tienes que ir a la escuela si no quieres - me dijo mi madre por millonésima vez. Estábamos desayunando y aquel día volvería a clases después de una semana de incapacidad por la cirugía.
-Fue una cirugía de nariz, no de algún órgano interno mamá - dije, terminando mi desayuno -. Ya me he quedado muy atrasada, y dudo en que Ethan haya tomado buenos apuntes.
-Recuerda que hasta la próxima semana puedes empezar a hacer actividad física - me recordó mi padre -. No te sacarán del recital de verano por faltar las primeras dos semanas.
-Dos semanas para un bailarín es como dos temporadas para un futbolista - dije, mirando a mis hermanos - pierdo el ritmo de trabajo a comparación con mis compañeros.
-¡Pero si tomaste las clases vacacionales! ¡Estás caliente todavía! - Dijo Sophia refiriéndose a mis músculos - ¡no seas exagerada! Antes creo que estas semanas de descanso te han venido bien.
-Como sea - dije mirando mi reloj - ¡Apúrense todos! ¡No quiero llegar tarde a la escuela!
El doctor ya me había quitado el día anterior el pequeño yeso y las vendas, por lo cual mi nariz ya estaba destapada. Había quedado perfecta, tanto que mi hermana Sophia sintió celos y dijo que en las próximas vacaciones de verano se mandaría a operar la nariz.
Llegué a la escuela y para mi sorpresa Ethan ya estaba ahí, junto con los amigos que había hecho. Él ya había ido a las pruebas para el equipo de fútbol y había pasado, por lo cual ahora era súper amigo de Harry y los demás futbolistas.
-¡Hola cariño! - saludó Hannah cuando me les acerqué - ¡Pero qué bonita ha quedado tu nariz!
-Sí, ahora sí ha quedado como una reina de belleza - comentó Harry, acariciando el muslo de Hannah.
-Serías una reina si engordaras un poquito ¡estás en los huesos! - Dijo Tati, otra porrista y Hannah le dio un codazo - ¡Auch!
-¡Estúpida! ¿Acaso no sabes que las bailarinas deben ser bien delgadas? - Le reprochó Hannah y me miró - discúlpala cariño, ella tuvo que pasar la primaria con abogado.
-No hay problema - dije, sintiendo el abrazo de Ethan por detrás -. Un día de estos puedo enseñarte mi dieta - le dije a la chica, que por cierto era la porrista más rellenita.
-Esa es mi chica - me susurró Ethan al oído dándome un beso en la mejilla.
El timbre sonó y todos entramos, y recordando perfectamente cuál era la primera clase de los lunes, ingresé con Ethan al salón del Sr. Mars. Vi que Jeremy ya estaba ahí, y como de costumbre, sentado en el último asiento en la esquina pegado a la pared.
-Préstame tus apuntes de sociales - le dije a Ethan.
-¿Apuntes? - preguntó este.
-Sí, el Sr. Mars siempre habla y habla y de todo lo que habla lo pregunta en sus exámenes - me asusté cuando el rubio abrió los ojos como platos - ¿¡no me digas que no tomaste nada de apuntes!?
-Es que...me quedé dormido en las clases - se excusó, rascándosela cabeza.
-¿En esta y en cuantas clases más? - le pregunté a modo de regaño, le di la espalda y me senté.
Estaba enojada, solo con Ethan podía confiar para adelantarme en la semana que falté ya que solo con él coincidía en todas clases. Pero, esperen...también coincidía en todas clases con otro chico: Jeremy Pereira. No dudé en que debía hablar con él a la hora del recreo.
Pasó esa clase y dos más para salir al recreo que nos daban antes de la hora del almuerzo. Apenas sonó el timbre para indicar el descanso, sin decirle una palabra a Ethan (ya que seguía enojada con él) esperé a Jeremy en la puerta.
-¡Jeremy! - lo saludé apenas este salió, y pareció sobresaltarse.
-Hola - dijo, muy sorprendido.
-¿Has probado las malteadas que venden en la cafetería? Ven, te invitaré una - le dije, y no le di tiempo de contestar ya que prácticamente lo empujé para que me siguiera -. Hay dietéticas, por si quieres cuidar tu dieta, mis hermanos comen todo dietético, y yo también.
-¿Quieres que te preste mis apuntes, verdad? - preguntó el moreno apenas llegamos a hacer la fila para comprar las malteadas. Supuse que había escuchado mi conversación con Ethan.
-Te lo agradecería en el alma - dije a modo de súplica.
-Dejaré los cuadernos con tu padre, esta tarde después de clases tengo entrenamiento - dijo, viendo la cantidad de sabores de malteadas que habían - quiero de chocolate.
-Uno de chocolate - le pedí al chico que estaba atendiendo - ¿tiene de chicle dietético? Uno para mí por favor.
-Oye ¿podemos reunirnos este sábado para hacer el trabajo de biología? Las semanas se pasan volando, y no quiero que a última hora estemos estresados haciendo eso - me dijo el moreno recibiendo su malteada.
-¡Claro! De hecho, ya he investigado algunas cosas en mi semana sabática en casa - dije, pagando las malteadas - ¡vieras la cantidad de aplicaciones que tiene el estudio del ADN!
-¡Sí! ¡Incluso se usa en la bioinformática!
-¡Sí! ¡En el desarrollo de un software! - dije, emocionada. Mi otra pasión después del ballet era la ciencia.
-En la exposición podríamos hablar sobre eso, he buscado mucha información sobre la bioinformática, creo que puede interesarle a varios del salón - dijo, dándole un sorbo a su malteada.
Tenía miles de temas sobre el ADN para charlar pero vi que Ethan se acercaba a nosotros con cara de pocos amigos. Si algo era cierto, es que el rubio era muy celoso...incluso me celaba cuando veía que estaba hablando con una chica.
-Bella ven, hay que terminar el trabajo de matemáticas - me dijo, mirando apenas de reojo al moreno.
-Claro ¡Nos vemos, Jeremy!
-¡Gracias por la malteada! - me dijo antes de que Ethan me arrastrara lejos de la cafetería.
Un par de horas después, en el almuerzo, sabía que Ethan se haría con sus ahora compañeros de equipo, pero yo quise acompañar al chico moreno que se sentaba solo siempre a la hora del almuerzo.
-Hola Jeremy - lo saludé con una sonrisa apenas me senté con mi bandeja - ¡Oh! Veo que tampoco pides el postre.
-Hola - me saludó, esta vez con una sonrisa y sin tratar de evitarme e irse -. Bueno...trato de evitar mucho el azúcar, ya que en el recreo tomé malteada, debo evitar el postre del almuerzo.
-Mi padre y mi hermana también lo evitan, sufren de hipoglicemia ¿tu también?
-Sí, cuando pequeño sufrí porque no me permitían comer muchos caramelos.
-Sí, mi hermana incluso lloraba - dije, comiendo un poco de ensalada.
-Oye, pensaba decírtelo en el recreo pero llegó tu novio y no pude...- dijo, y me atraganté apenas escuché la palabra "novio".
-¿Novio? ¿Ethan? Claro que no...solo es mi mejor amigo de infancia - aclaré. No era el primero en la escuela que pensaba que el rubio menor de la famosa familia Clooney era mi novio.
-Ah, lo siento - dijo, dándole un sorbo al vaso de agua (ya que no pidió jugo, justamente porque tenía azúcar) - en fin, quería disculparme por cómo te hablé hace unos días, cuando quisiste almorzar conmigo...
-No te preocupes - le sonreí - entiendo que en los primeros días quisieras estar solo. Espero que te puedas adaptar a esta escuela, créeme que es genial.
-Soy tímido desde pequeño, no sé cómo cambiar eso - dijo, pinchando la carne -. En mi anterior escuela ni siquiera me hablaba con mis compañeros del equipo de fútbol.
-¿Y te hablas con los de la academia? - le pregunté, sabiendo que si mi padre se enteraba que era un marginado también en el equipo, lo haría hablarse con todos con grúa si era necesario. Para mi padre era primordial eso del compañerismo y el ambiente de familia en un equipo.
-Me hablo con algunos, voy poco a poco - dijo, y me sonrió. Este chico debajo de su semblante serio y tímido era una ternura. Estaba dispuesta a conocer más del verdadero Jeremy Pereira.