Una vez que terminé de hacer los últimos chenés me acerqué a una de las barras para sostenerme y respirar. El sudor empapaba todo mi cuerpo y mi respiración estaba agitada, y sin hablar de los calambres que estaba sintiendo en las piernas. Me encanta esta sensación. -La clase ha terminado, buen trabajo - dijo la maestra Gina pausando la grabadora. Mientras todos se retiraban, pude ver que una de las chicas nuevas (en la academia, pero no en el ballet) se quedaba en el salón y practicaba algunos pasos, era muy buena sin duda, pero no era eso lo que empezaba a despertarme envidia; tenía unas piernas bien tonificadas y un cuerpo de infarto casi como el de mi hermana, y no era tan delgada como yo, pero aun así se veía bien. Me miré al espejo, y yo quedaba como un esqueleto a su lado. -Ha