14: Todos babeamos

1508 Words
Lily Dejo soltar el aire que he estado conteniendo durante todo este tiempo. Finalmente decido hablar. —No, sino también por haberte dicho todas esas palabras. Supongo que me dejé cegar por mis emociones y no pensé bien las cosas. Todo fue una bomba de emociones, ira, tristeza y…decepción. Hizo que explotara e hiciera decir cosas que realmente no sentía ni pensaba. Aunque no te voy a mentir que después de eso sentí que me quité un peso encima, después de todo como tú dijiste aún no lo superaba y necesitaba gritarlo y decirlo y no actuar como si nada hubiese pasado.—hago una pequeña pausa para ver si Mark tenía algo que decir al respecto. Su silencio fue mi respuesta y seguí hablando. —Lo que te dije…sobre que estaba harta y que nunca cambiarías y todas esas cosas sólo las usé para protegerme y hacerte quedar como el malo, quería que te sintieses culpable, quería que te arrepintieras más de lo que estabas y…—me veo interrumpida por su voz. —Lo lograste—dice con un tono de voz neutral. Siento un pequeño pinchazo al escuchar sus palabras. Mark por su parte sigue hablando. —Pero no me quejo, eso me ayudó a tomar otras riendas.—sin decir nada me quedo en silencio. Me acomodo de tal manera en la que me quede mirando hacia el techo. Suspiro intentando relajarme. De pronto caigo en cuenta en lo hermosa que está la noche, en la luz de la luna colándose entre la ventana iluminando con pequeños reflejos hacia diferentes direcciones. La música de los grillos adornando la silenciada penumbra. Y por primera de vez después de un buen rato siento que los párpados me pesan y poco a poco voy cerrándolos haciéndome caer en un pesado y profundo sueño. *** Poco a poco voy abriendo mis ojos, la luz del sol me llega directamente a la cara y hace que me cubra con una mano ésta. Me reincorporo lentamente y mi vista viaja rápidamente hacia un lado de la cama esperado encontrar a Mark, pero no hay nadie. Me estiro completamente. Es lo mejor que uno puede hacer es muy satisfactorio. Veo que hay unas sábanas dobladas sobre la silla que se encuentra en el rincón lo cual eso da entender que Mark ya se ha despertado. Me dispongo en ir al baño. Con pasos torpes llego a mi objetivo no sin antes tocar por si Mark se encuentra ahí, pero no hay respuesta. Frunzo el ceño. ¿Se habrá ido así sin más dejándome sola? ¿Y si, sí cómo me iré? ¿A quién debería llamar? ¿Emma? ¿Zac? Pero eso incluiría que les contará el porqué me encuentro en estas circunstancias y la verdad es de que no me apetece. Empezando a sentir el pánico invadiéndome, pero me veo sorprendida por un portazo proveniente de la puerta principal. Es Mark. Inmediatamente un gran alivio me recorre. —Buenos días—saluda Mark viendo que ya estoy despierta. Éste a diferencia de mí ya se encuentra vestido y bien arreglado. Lleva puesto la misma ropa de ayer, sin embargo al parecer se tomó un baño ya que su pelo aún se ve húmedo y sin mencionar que emana un olor a shampoo. —Buenos días—respondo e inmediatamente noto de lo ronca que está mi voz. Sí siempre me pasa, de hecho ¿a quién no? Miro a Mark y éste también se encuentra mirándome. Y como si fuese por arte de magia recuerdos de lo de anoche empiezan a invadirme haciendo que mi pulso comience a acelerarse. Empiezo a sentirme nerviosa y un poco incómoda. Instintivamente aparto la mirada mirando hacia abajo. Gracias a Dios Mark habla. —¿Vas irte así o …—dice señalando las prendas que llevo. Rápidamente me examino y caigo en cuenta que llevo las ropas de Mark. Niego con la cabeza. —No, de hecho, ya iba a cambiarme—siento como mi cara empieza a tornar de un color no muy agradable para estos momentos. Intentando ocultarla, trato de localizar mi ropa, pero carajo no la encuentro. Mi intento de “Adivina dónde se encuentra tu ropa” es interrumpido por la voz de Mark. —Creo que buscas esto—dice tendiéndome mi ropa entre sus manos. Me acerco para tomarla. —Gracias—agradezco no sin antes levantando la vista y por primera vez así con el sol dándole en la cara, noto en lo hermoso que son sus grises ojos, es raro siempre pensé que eran azules, pero ahora viéndolo de cerca no lo son. Otra cosa que noto es lo que transmiten…pero me es difícil descifrarlo. Mark se aclara la garganta espabilándome del pequeño momento que acabo de tener.—Te espero afuera. —dice y se va no sin antes recibir una respuesta por parte mía lo cual es un simple asentamiento de cabeza. ¿Pero desde cuándo me interesan los ojos de Mark? Negando con la cabeza entro al baño cerrando la puerta detrás de mío. Me examino en el espejo. Mi cabello está totalmente revuelto casi pareciese un nido de pájaros. Tengo unas leves ojeras y mis ojos se encuentran un poco rojos. Mis labios están levemente hinchados. —Pero que desastre—y pensar que Mark me vio en ese estado. Después de todo es un chico y la única que me ha visto así ha sido Emma. Me quito rápidamente la ropa con cuidado tratando de no maltratarla, al fin y al cabo, no es mía. A la hora en la que me quito la camisa me doy cuenta en que ésta huele a Mark y como no si después de todo es suya. Una vez que me la haya quitado la coloco entre mis manos y la acerco a mis fosas nasales. ¿Qué? Huele bien, tanto que hace que duela ya no llevarla puesta. Debí de haberme percatado de su olor antes. Me pongo mi ropa y por último hago un intento de peinado con los dedos haciéndome una coleta alta. Me miro por última vez al espejo y bueno al menos luzco mejor que antes, ya mis labios no lucen hinchados y mi cara ya no es de un zombi. *** La tarde transcurrió normal, Mark ya había llamado a la grúa y ya de ahí todo fue historia, me llevó a casa como él había dicho. Ahora nos encontrábamos en la entrada de la puerta de mi casa. Mark se encuentra parado justo delante mío, esperando a que diga algo. Siento su mirada sobre de mí y eso hace que todo lo empeore aún más. Maldigo por mis adentros ¿porqué de repente me siento así de nerviosa? Vamos Lily, di algo —Gracias por todo—trato de decir y si ya sé estas cosas no se me dan bien. Y por primera vez, al menos del rato en el que he estado con él, Mark sonríe. No es cualquier sonrisa sino es más bien una sonrisa socarrona. Éste cruza los brazos sobre su pecho optando una posición un tanto intimidante. —No me agradezcas tan pronto Julieta que me debes…—y de un momento a otro empieza a alzar cada uno de sus dedos, enumerando cada cosa que dice. —La reservación del Motel, las golosinas que te llevé y por último una lavada a mi camisa.—cuando menciona esto último hace que frunza el ceño. —¿Qué?—preguntó un poco indignada. Mark se le ancha aún más la sonrisa que porta. —Babeas mucho a la hora de dormir Julieta—y con esto suelta una sonora carcajada a lo cual hace que mi rostro empiece a tomar ese color carmesí. Trágame tierra. —Idiota—espeto y esperando a que pare hace el efecto contrario se ríe aún más. Pero si será imbécil ¡que todos babeamos! hasta apuesto a que él babea más, lástima que no le presté mucha atención a eso, pero en esos momentos estaba más preocupada en arreglar las cosas con él en vez de ver cuánto babeaba. Ruedo los ojos. —Perdona, pero no pude evitarlo, cuándo vi la marca simplemente no pude contenerme—dice acompañado con una sonora carcajada. Esta vez su carcajada no me molesta si no, me gusta y eso hace que me moleste más. —Bueno, luego me mandas la cuenta—digo a punto de entrar a casa, pero para mí desgracia alguien abre más la puerta. —Lily Martin ¿se podría saber dónde estuviste anoche?—dice una voz que por primera vez hace que haga efecto en mí. Tengo los pelos de punta y no sólo por el hecho de que no estuve anoche si no porque Mark está aquí. Mi madre quien está con los brazos cruzados, su vista viaja de Mark a mí. —Y se podría saber ¿Quién es él? Primero Mark y ahora mi madre, lo que me faltaba.
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