- Es negativo - le informo una triste voz del otro lado del teléfono. - Qué bueno – dijo - estoy ocupado, hablamos en la noche – completó de forma fría y colgó. Se sentó, llamó a su secretaria y pidió retiraran el hermoso oso de peluche que tenía frente a él. - Cierra la puerta y que nadie me interrumpa - dijo con un tono que daba terror. En su soledad una mirada triste embargo su rostro, > se dijo a sí mismo. > Una lágrima buscaba escapar de sus ojos, pero no la dejó. Quería olvidar, quería regresar a ser el viejo Evans, ese que no le importaba la gente o los sentimientos, que nunca hubiera soñado con una familia porque conocía el tipo de persona que era: despiadado y sin sentimientos. Regresó entonces a su trato habitual, gritando, maldiciendo e intimidando