Miré hacía arriba mientras continuaba dibujando la línea en su medio de su pecho, tenía los ojos cerrados y la respiración lenta, pero sabía que estaba despierto, yo ya llevaba al menos un par de minutos así, no tenía idea de la hora que era, pero por la ventana aún se veía oscuro. Ni siquiera recuerdo si alguna vez dormí más de ocho horas, pero desde que era pequeña recuerdo que estudiaba hasta altas horas de la noche y me olvide el sueño cuando empecé a estudiar medicina. –¿Qué pasa con ellos? –pregunté. Adam se movió perezosamente y apenas abrió un ojo para verme. –¿Con tus padres? –aclaré –. ¿Por qué siempre estás a la defensiva con ellos? –No confíes en ellos. –Se ve que son buenas personas. –Es lo que aparentan. –¿Por qué dices eso –dudé, guardó silencio así que contin