La familia Carter se ha caracterizado por tradición en que cuando hay nacimiento de gemelos se los llamará Adam y Andrew, esos nombres lo llevan los patriarcas Carter, sus hijos que son también gemelos el doctor Adam Carter casado con la doctora Dianne Hentz y el comandante Andrew Carter y su esposa Sophie
El doctor Adam Carter es padre de los nuevos gemelos varones y por tradición fueron llamados también Adam y Andrew Carter, pero estos chiquillos desde temprana edad les sacaron canas verdes a sus padres, si su hija mayor Dianne Carter les dio guerra al hacer sus travesuras en contra de su profesor Albert Collins con quién después se casaría por amor.
Siempre había mucho respeto entre la familia Carter, aunque la última pareja de casados, los Carter-Hentz, tenga una vida libertina, pero en donde su amor es muy fuerte y que el sexo simplemente es la culminación de deseos o de necesidad como lo prefieren ellos.
Estos chiquillos fueron criados con mucha disciplina y responsabilidad, pero su naturaleza rebelde quizás heredada de su madre, pues ella logró ganarse no solo el deseo de un hombre casado sino su amor incondicional hasta que fue su esposa y Él la ama tanto que se volvería loco si la perdiera.
Crecieron en un ambiente autoritario porque el doctor Adam Carter lo era, padre amoroso, protector de sus hijos, responsable en todos los sentidos, sin embargo, a veces no nos damos cuenta de que nuestras acciones son las que ellos notan y aprenden de ello y casualmente los pequeños Carter fueron testigos de las bajas pasiones de sus padres con personas ajenas no literalmente, pero si las conversaciones por celular, las citas clandestinas, los furtivos besos de sus padres con otras parejas y ciertas conversaciones calientes de sus progenitores que detallaban sus actos eróticos que hacían con otras personas.
Sin embargo, de lo que si se percataron y aprendieron es a ver que sus padres a pesar de hacer cosas indebidas se amaban con locura, que ellos con un simple beso se perdían en su mundo, que se demostraban cuanto se amaban en dondequiera que estuviesen, sin rencores, sin tapujos sin prejuicios.
Desde muy pequeños ya estaban demostrando ser galanes que atraían a la especie femenil, pues sus rostros parecían esculpidos por los mismos ángeles, tan bellos que hasta las mismas profesoras los admiraban a escondidas, siempre cuidándose de que nadie se percatara, pues podría alguien tacharla de acosadoras, no daban a notar nada ni a ellos ni a nadie, pero esas sensaciones eran las que sacaban estos jovencitos sin proponérselo.
Su niñez fue tranquila, muy normal, sin prejuicios, amigos y amigas por doquier, juegos de pelota, tennis, paseos familiares, paseos estudiantiles, amigos que visitaban su casa para jugar videojuegos, a comer, a sus cumpleaños, su madre la doctora Dianne Carter vigilaba cada movimiento para no dejar que sus hijos a esa edad tengan alguna tentación, era una protectora acérrima, pues ella no deseaba que sus hijos incursionaran en nada fuera de lo normal.
Cuando cumplieron los quince años tuvieron una fiesta tremenda, fueron presentados ante la sociedad, invitados muy importantes, sus familiares, amigos, vestían elegantes que hacían babear a las invitadas de cualquier edad más que todo a las de edad madura, su madre que parecía que tenía una vista de águila se había ya percatado que dos de sus amigas revoloteaban alrededor de sus hijos, a sabiendas de su comportamiento libertino fue acercándose en forma muy sigilosa a ellas hasta que las tuvo frente a si y les previno muy seria.
—Ejemp… Lissa y Olga vengan conmigo… de inmediato si es que no quieren que las haga quedar en vergüenza delante de todos y saben que lo haré.
Aquellas mujeres conocían muy bien a la doctora Dianne Carter, la acompañaron sin decir ni una sola palabra, solo esperaban el sermón de reclamo porque sabían que ella protegía a sus hijos como si fuera la esposa del rey León, sacaba sus garras sin piedad para destrozar a cualquiera que quiera lastimar a sus cachorros, las llevó hasta los baños cuando ingresaron cerro la puerta de golpe, pues de verdad que estaba muy enojada y reclamo furiosa.
—A ver ¿Cuántas veces les he advertido que no se les acerquen a mis hijos carajo? Ustedes tienen a sus amantes jóvenes, ¡mis hijos son sagrados para mí!, aún son menores de edad, no tiene edad para estar acostándose con nadie ni siquiera de estar pensando en el sexo.
La llamada Olga habló un poco asustada
—Disculpa Dianne, pero es que… ¡Mierda que tus hijos son muy atractivos!, son atrayentes, emanan sexualidad por sus poros y tú… tú tienes la culpa por casarte con ese mangazo de hombre que les heredo sus genes, además creo que también heredaron los tuyos, porque despiertas los deseos de muchos hombres, eso si no vas a negarlo
Lissa, en cambio, le comento
—Ay, pero Dianne, entonces enciérralos en un internado para que los escondas de nuestros ojos devoradores mujer, ¿te das cuenta de que son lo que más desean las mujeres como nosotras? Además, solo los estábamos admirando, no íbamos a tocarlos ni nada, porque te conocemos y por lo que todavía son unos chiquillos, no nos prohíbas mirarlos aunque sea, mirar no es lo mismo que tocar amiga, respetamos la ley, no queremos que nos encierren en la cárcel.
La doctora Carter lanzó un leve resoplido tratando de calmarse y solo advirtió
—Bien las entiendo, solo quiero que no los molesten, quiero que crezcan sin acosadoras, sin nadie que les adelante su sexualidad, sin tentaciones carnales, todavía no tienen edad, ¿de acuerdo?
Ambas asintieron con la cabeza, entones salieron de los baños caminando aprisa por alejarse de su amiga que todavía estaba un poquitín enojada, se perdieron entre la gente, cuando Dianne Carter salió detrás de ellas las perdió de vista en un instante, en cambio, se encontró con los ojos azules divertidos de su esposo que le musitó.
—Otra vez mi leona rugiendo por los chicos, grrrrrr, te vi cuando venías para acá y a tus amigas siguiéndote como perritos, eres una fiera mi amor, ya deberías dejar de hacer eso, ellos ya saben cuidarse solos, tú les ha enseñado a no caer en las tentaciones, saben a lo que se atienen y nuestra hija también los cuida, no te fijaste que ella estaba cerca cuidándolos y tiene a Albert como guardián también, jajajaja, tuviste que haberlo visto salir detrás de tus amigas cuando se acercaban a nuestros hijos, jajajaja
Ella lo abrazó muy fuerte para decir
—Lo sé mi amor, pero una advertencia a esas acosadoras nunca esta demás, las conozco por eso lo hice, sé que solo estaban alimentando sus ojos, pero no quiero que la lujuria las envuelva y se atrevan a otra cosa, por eso voy a estar cuidando a mis hijos, más que todos a ellos porque parece que… han heredado lo atrayente de su padre, las mujeres se mueren por acostarse contigo Adam, no hay una amiga mía que se haya salvado de tus garras
El doctor Adam Carter le contestó meloso
—Pero solo a ti te amo Dianne, solo tú me llenas, únicamente contigo gozo de verdad, lo demás es sexo, nada más, si por mí fuera te meto a este baño y te hago mía, mmmmm, allí los dos solitos encerrados
Ella le susurró al oído mientras sus manos cuál pulpo lo manoseaban por la espalda y llego hasta apretujarle las nalgas
—Yo también te amo Adam y claro que deseo sentirte dentro de mí que me partas en dos como nos gusta, mmmm, sentir esto entre mis piernas, querido y…
Fueron interrumpidos por una voz femenina reclamona
—Oigan ustedes, no estén dando ese espectáculo, mamá deja de manosearle el trasero a mi papá, todos les están viendo lo que están dándose arrumacos aquí, saca esa mano de la bragueta de mi papá, ¡mamáaaaa, por favor!, por Dios que ustedes no tiene arreglo, para eso tiene la casa, ay no, mejor me voy con mis hermanos
Se dio media vuelta para irse cuando recordó algo y se los comento
—Papá debes hacer el brindis, ya te están esperando y… límpiate la boca la tienes pintada del labial de mi mamá
Ambos padres se miraron y volvieron a besarse con esa pasión desenfrenada que los caracteriza, hasta que la falta de aire los hizo separarse, darse la mano y caminar hasta donde estaba la mesa con las copas para el brindis, el doctor Carter se iba limpiando los labios enrojecidos del labial de su amada esposa, cuando llegaron se situaron cada uno en su sitio designado, el doctor Carter hizo el brindis por sus hijos que cumplían quince años, recalcó sus altas notas escolares, sus virtudes y su presentación ante la sociedad.
Todos alzaron las copas para brindar por ellos, aunque Andrew Carter Jr hablo fuerte para que todos lo escucharan
—Me gusta brindar, pero quiero hacer un reclamo… ¿Puedo preguntarles por qué debemos brindar nosotros los homenajeados con jugo de uva? Somos hombres ante la sociedad, pero no hombres para tomar champaña
Su hermano, Adam Carter Jr, recalcó también mirando a sus padres
—Es cierto y… mamá, ¿por qué no podemos tomar champaña? Hoy somos hombres ya
El semblante un poco enojado que portaban los jóvenes Carter cambio por completo al ver a su madre que caminaba hacia ellos con un rostro muy serio, mirando cómo su madre tomo el micrófono para hablar ante el inminente silencio que había en la fiesta, hasta la música había cesado.
—Hijos míos quiero que sepan algo… ejem… ser hombre no significa que puedes hacer lo que te da la regalada gana, ser hombre no quiere decir que ustedes pueden ingerir bebidas alcohólicas, tener quince años significa el paso de la niñez a la adolescencia, todavía viven bajo la tutela de su padre y la mía, todavía no tienen la madurez suficiente para decidir las cosas por su propio criterio, decir que ya son hombres es solamente un tecnicismo para decir que perteneces a la sociedad, que eres un ser con nombre reconocido, así que les advierto una cosa hijos míos, ustedes obedecerán todo lo que ordenemos su padre y yo ¿entendido? No decidirán nada sin consultarnos primero y…
Ella se dio vuelta para decir otras palabras más mirando a su esposo
—Si necesitan consejos sobre la sexualidad me lo preguntan a mí, porque su padre es capaz de enseñarles a ser un imán para las mujeres, ya que parece que eso se lo han heredado, aquí todos me conocen que yo no dejo pasar ni una sola cosa, tengo radar ultrasónico y ojos en mi espalda, así que ya saben mis queridos hijos, si quieren ser verdaderos hombres, estudien sean empáticos, sean humildes, obedezcan a sus padres y no les crean a ninguna mujer que les invite a salir a escondidas con ellas ¿entendieron?
Ellos contestaron al unísono
—Sí mamá
Todos aplaudieron cuando el doctor Adam Carter sugirió tomando el micrófono diciendo divertido
—Ahora ya saben que no puedo engañar a mi esposa porque me descubre, jajajaja, de todo se entera, jajajaja, hijos obedezcan a su madre en todo lo que diga o, sino nos vamos directo al infierno, jajaja
Tuvo que dejar el micrófono encima de la mesa y caminar aprisa porque su esposa venía hacia Él a toda prisa con la cara enojada y diciendo.
—Adam Carter, detente allí… espera, yo no soy una bruja ni un demonio del infierno… ¡Adaaaam!
Todos se reían mirando al doctor Carter casi corriendo y a su esposa atrás de Él, hasta que su hermano Andrew lo detuvo abrazándolo, conteniéndolo hasta la llegada de su cuñada que ya llegaba, riéndose que terminó abrazando y besando a su esposo toda enamorada, pues les encantaba hacer esos espectáculos de cazador y presa, para terminar amándose.
Una tradición cumplida, una advertencia a mujeres acosadoras, un amor verdadero, unión familiar muy fuerte, jóvenes amados por toda su familia, es la presentación de la vida de los Carter, unos hermanos gemelos que llevan un lema entre ellos “Los Carter nos compartimos todo”.