~ Prefacio ~

876 Words
Caminaba de un lado a otro de la habitación, y con cada frenético paso que daba sentía que me fallaba cada vez más la respiración, y sin importar qué hiciera mis labios no podían parar de temblar, sentía los espasmos haciendo estragos en mí. Me pasé los dedos por el cabello una y otra vez en un intento de apaciguar mis nervios, pero era inútil, nada en el mundo podría calmar mis palpitaciones, no existía una sola palabra de consuelo lo suficientemente poderosa para aliviar la angustia que me carcomía en la boca del estómago, estaba muerto de miedo. Solo una vez me sentí así, un año atrás, cuando Luke se debatía entre la vida y la muerte, fueron las peores horas de mi vida. Sin embargo aquello solo fue miedo y angustia ante la idea de perder a mi mejor amigo, esto era mucho peor, perdería mucho más que eso esta vez, y en realidad me lo merecía... La culpa y la vergüenza que sentía eran un justo castigo por lo que había hecho. Los segundos pasaban y me sentía cada vez mas al borde del abismo, me encontraba mas y mas cerca de perderlo todo, y sabía que terminaría destruyendo a mi familia por esto... Sería una deshonra para ellos. En medio de mi tormento, mis pensamientos me transportaron años atrás, cuando con tan solo ocho años mi padre me dio una de las mas grandes lecciones de mi vida. * —¡Jamás me voy a enamorar otra vez! Eso es para tontos —había exclamado, mientras lanzaba en la basura la tarjeta que mamá y yo nos habíamos quedado armando hasta tarde la noche anterior. —¿A Amy no le gustó tu regalo, hijo? —preguntó papá acercándose a mí y colocando una mano en mi espalda para calmarme, mientras yo trataba de contener las lágrimas. —No se la di... Porque ¡Amy estaba sentada en el patio con Mike Williams, comiendo de la caja de bombones que ese tonto le regaló! Y él ni siquiera sabe cuál es su color favorito... ¡Es una tonta! ¡Ya no la amo! Las lágrimas finalmente salieron, mezclándose con la furia, me sentía herido y traicionado, aquella había sido mi primera decepción amorosa y no la estaba manejando muy bien. —¿En serio ya no la amas, o solo estás molesto? —Bueno... Sí la amo, pero ¡también estoy molesto! —¿Y qué harás al respecto? —deje de llorar por un segundo, su pregunta me había sorprendido... ¿Qué se supone que tenía que hacer? —No... Yo no.. No te entiendo, papá. — me guió hasta el sofá y me obligó a sentarme a su lado. —Verás, Liam... La vida no siempre nos va a poner las cosas en bandeja de plata, si fuese así no aprenderíamos a valorar nada de lo que tenemos. Pero que algo se nos escape una vez no significa que no sea para nosotros, y que algo sea complicado de alcanzar... Tampoco significa que sea imposible. Si Amy es la chica a la que amas, entonces lucha por ella... ¡Esfuérzate! Déjale saber que tus sentimientos son sinceros, y que siempre la tratarás como a una princesa, y si al final resulta que ella no te quiere de la misma manera, y eso es una posibilidad para la que tienes que prepararte, hijo mío; al menos te quedará saber que lo intentaste. Uno siempre debe luchar por amor, Liam; esa jamás es una batalla en vano, incluso si la perdemos. * Aquellas palabras me habían marcado. En ese entonces Amy me quiso como por tres semanas solamente, antes de enamorarse de otro, pero papá había tenido razón, había valido la pena Pero lo que mi padre había olvidado decirme, es que la lucha por amor, en vano o no, podía dejar varios corazones rotos en el proceso, además del mío. La melancolía de Mike en aquel entonces me pareció triste, pero me había afectado poco, esta vez era completamente diferente... No era a Mike contra quien me enfrentaba, no era solo un orgullo infantil lo que estaba en juego; corría el riesgo de romperle el corazón a la persona más importante de mi vida, a la otra parte de mí, y si eso pasaba... No importaría si ganaba la batalla, esta guerra igual estaba perdida, aquí no habrían vencedores, en cambio solo quedarían cenizas de lo antes había sido una buena vida... Mi vida. La puerta se abrió y un aterrador frío penetró en mi alma, levanté la vista y lo vi. Como si estuviera mirándome en un espejo, contemplé mi propio rostro contrariado. Me miraba con decepción, como si mirarme fuese una molesta carga para él; el dolor se hizo mas intenso, y el miedo más asfixiante cuando cerró la puerta a su espalda. —Creo que tenemos que hablar. —dijo Logan. Su voz era lúgubre y con furia contenida, jamás le había visto así, su animado y habitual tono ya no estaba, y la alegría que normalmente saltaba de sus ojos se había esfumado, y al presenciar eso mis temores se confirmaron... Él lo sabía todo, y yo estaba a punto de perder a mi hermano por eso.
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