And I'm looking in the mirror all the time
Wonderin' what she don't see in me.
* *
(Jessie's Girl - Rick Springfield)
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Los días que le siguieron al cumpleaños de Lilieth fueron los más dulces y los más amargos para mí. Si bien la amistad entre ella y yo siempre había fluido de maravilla desde que nos conocimos, ahora era incluso mejor, la conexión entre nosotros parecía haber escalado nuevos niveles, y nos habíamos vuelto inseparables... Al menos hasta que aparecía Logan.
Ahí era donde entraba lo amargo, así como mi amor por Lilieth se había incrementado, la culpa que sentía hacia Logan se había disparado tres veces más, si es que eso era posible, lo cual me estaba haciendo sumamente miserable. No podía creer que realmente estuviese tan enamorado de la novia de mi hermano, y que para empeorarlo todo... No estuviese haciendo nada para impedir que ese amor continuara creciendo.
Y como si desde las alturas pensaran que mi tortura mental no era lo suficientemente intensa, Logan esos últimos días había estado especialmente fraternal y amistoso, buscando siempre conversar conmigo, cada noche se pasaba por mi habitación y se sentaba a charlar conmigo, y yo amaba hablar con mi hermano... Siempre disfruté de la persona agradable y ocurrente que era, pero esos días pasaba todo el rato deseando que se marchara. Cada vez me sentía peor conmigo mismo.
Me sentía desleal y miserable, lo más curioso era que técnicamente hablando... Yo no estaba haciendo nada diferente o malo, yo mantenía una relación amistosa con Lilieth, respetuosa y si se quiere... Distante; jamás nos volvimos a tocar luego del abrazo en su cumpleaños, y realmente jamás hablábamos de nada que no pudiéramos hablar delante de cualquier otro... Incluso de Logan, pero era un hecho que nos habíamos hecho más íntimos, y que ambos disfrutábamos de eso.
Lo que realmente me acomplejaba, lo que hería mi orgullo, era haberme encontrado a mí mismo esperando que mi hermano saliera de escena para acercarme a ella, o llamarla y enviarle mensajes cuando sabía que no estaba con él, la conversación nunca estaba fuera de los parámetros de una amistad cualquiera... pero yo sabía que eso sí estaba mal, me había convertido en una especie de buitre.
Aun así nada de eso me detenía, disfrutaba de cada momento que podía robarme como un mendigo agradeciendo las limosnas que le tiran en la calle. Como prueba de eso fue mi enorme sonrisa al verla entrar a la cafetería el martes por la tarde, ella no tenía ningún motivo para estar ahí, pero sin embargo ahí estaba… Acercándose cada vez más, haciéndome más y más feliz con cada paso que daba hacia mí.
—Hola, Callaghan, ¿cómo estás? —saludó con efusividad.
Los días pasaban y yo parecía no insensibilizarme a su mirada, al impacto que esta siempre tenía sobre mí, esos ojos parecían taladrar hasta lo más profundo de mi alma cada vez que nos veíamos.
—Hola, Thatcher, mejor ahora que llegas… Esto está aburridísimo acá. —me aclaré la garganta tratando de ocultar lo afectado que me sentía de pronto, dándome cuenta una vez más lo profundamente enamorado que estaba de ella.
—¿Cómo dices eso? El ambiente está super animado… Buena rola esa. —puse los ojos en blanco ante su mención al "Gangnam Style" que estaba sonando por tercera vez en la tarde.
—Por favor... No-me-hagas-hablar-de-eso. —mi tono cortante le hizo reír, pero yo de verdad me encontraba al borde de la locura.
En serio necesitaba que Antoine quemara de una buena vez su rara etapa con aquella condenada canción, porque sentía que mi cerebro no aguantaría mucho más esa la tortura. Adoraba al anciano, pero... ¡Diablos! ¿Cuántas veces al día se puede oír eso sin que tú cerebro muera?
—Vale, vale… Hablemos de otra cosa, mejor… ¿Ya estás por salir, no? —arqueó una ceja y me puse alerta ante su entusiasmo por ese hecho.
—Sí, hoy salgo temprano… ¿Por qué?
—Necesito hacer unas cosas en el centro… Quisiera que me acompañaras.
—Estoy dentro. —respondí chocando mi palma con la suya.
Mi corazón latía con tal violencia que realmente no tenía mucha cabeza para evaluar las circunstancias de aquella invitación. Logan no estaba en la ciudad, había tenido que ir a Kildare con mamá para un evento relacionado con la librería, había faltado a clases y no regresaría sino hasta dentro de un par de horas, lo que se traducía a que Lilieth no tenía a nadie más a quién invitar; no debía sentirme especial, pero en realidad sí que lo hacía; esa chica tenía el poder de hacerme olvidar mi orgullo y alegrarme por las cosas más insignificantes.
Media hora después estábamos caminando cerca de la plaza Fitzwilliam, saliendo de la pequeña tienda especializada donde estaba en reparación su cámara, el joven encargado le reportó que ya habían solicitado la pieza dañada y que era solo cuestión de días para que pudiera ir a recogerla, por lo que Lilieth salió de ahí con una enorme sonrisa.
—¿Quieres un helado? Yo invito. —preguntó cuando pasamos por una modesta heladería al cruzar la calle. Asentí en silencio pero entusiasta mientras ella no paraba de sonreír.
Mientras comprábamos los helados meditaba sobre que en serio me encantaba verla así de feliz, algo en mi interior se removía una y otra vez en respuesta.
—Nunca había venido a esta... Es en serio muy bonita —comentó mirando a su alrededor en aquel pequeño local, llevándose una cucharada de helado de galletas a la boca y abriendo los ojos de par en par. —. ¡Y los helados son deliciosos!
—Sí que lo son. —me limité a responder tratando de controlar mis latidos... Aquel descontrol empezaba a ser molesto.
—Lo cierto es que esta ciudad es muy bonita... Cuando papá dijo que nos mudaríamos... Casi enloquecí, ¿sabes? Siembre nos mudábamos mucho, pero de ciudad... Jamás de país. Ha sido un poco duro, pero no esperaba enamorarme tanto de esta ciudad, y admito que hasta me gusta el colegio. —su sonrisa me deslumbró otra vez.
—Dublín es un encanto, no recuerdo cómo era Belfast, donde viví antes de llegar acá, pero sí he viajado a otras ciudades... Otros países... Pero no lo cambiaría por nada del mundo, creo que la paz que se respira aquí es única. —comenté mientras comía mi helado, dándome cuenta que podía estar hablando de la cosa más insulsa con ella y aún así estaría pasando un gran momento.
—¡Eso es cierto! Ahora que lo mencionas... Mira esto. —Lilieth se apresuró a sacar una pequeña bolsa de tela de su morral y buscó entre el montón de fotografías polaroid que llevaba ahí
—¡Vaya! Ya veo que le has dado uso al regalo de Logan. —exclamé, impresionado por la cantidad de fotos que llevaba ahí.
—No tanto como al tuyo. —su respuesta me hizo sonrojar, y me sentí tonto mientras le sonreía de vuelta, pero al mismo tiempo me sentí eufórico.
Desde ese día ella aprovechaba cualquier oportunidad para recordarme lo mucho que le gustó mi regalo, y cuando me confesó que lo escuchaba antes de ir a dormir mi hinché de alegría, amaba la idea de ser lo último en lo que pensaba al irse a la cama.
Siguió buscando y finalmente encontró lo que buscaba, me pasó un par de fotos y me dispuse a examinarlas. Reconocí el lugar, era el Iveagh Gardens, un pequeño parque escondido en el centro de la ciudad, donde mi familia y yo hacíamos pícnic en verano.
El lugar era hermoso, una gran extensión de césped salpicado de flores, fuentes, cascadas y hasta un pequeño laberinto, pero aún así era poco concurrido, por lo que era un lugar ideal para ir a relajarse un rato y olvidarse del ruido de la ciudad, mamá lo adoraba.
La escena de la fotografía era de una bonita boda que tuvo lugar entre las dos fuentes principales del jardín, un arco de flores amarillas enmarcaban la toma donde se encontraban los novios, tomados de la mano, sonriéndose el uno al otro.
—Una boda en Iveagh Gardens, poco usual aunque no entiendo por qué, es un lindo lugar para casarse, pero... ¿Qué pasa con esto?
—¿No te parece precioso? —preguntó apoyando sus codos sobre la mesa y dejando descansar su mentón entre sus manos. —No sé cuánto tiempo pasé ahí, espiando la boda y tomando fotos en secreto... Debe ser lindo que te regalen un recuerdo así. —dijo en tono soñador.
—¿Te gustaría una boda así?
La hiel inmediatamente llenó mi garganta al decir aquello, puesto que la pregunta vino seguida de la imagen de Lilieht vestida de blanco... Preciosa, caminando hacia el altar de la mano de su padre, yo la veía acercarse emocionado y conmovido, pero al llegar ahí... No fue mi mano la que la recibió, sino la de Logan, y de pronto todo el buen humor que tenía se hizo añicos. No podía escapar por mucho tiempo de la realidad.
—La verdad es que jamás lo había pensado hasta ese instante, ¿sabes? No suele ser mi estilo añorar esas cosas, pero creo que sí —sonrió, aunque esta vez su alegría no me contagió.—, una boda simple e íntima, una celebración cálida entre amigos... Es una cosa hermosa. Creo que desde ahora será mi sueño. —concluyó a modo de chiste.
—Pues no dudo que lo consigas, Logan es muy detallista y siempre dispuesto a complacer. —dije con más amargura de la que debía, considerando que tenía que aparentar que no pasaba nada.
—¿Logan? —Lilieth me miró confundida un momento para luego bajar la cabeza. —No creo que eso llegue a pasar...
—¿Por qué?
—Somos unos niños y... —hizo una larga pausa mientras miraba hacia la ventana. —Muchas cosas pasarán pronto.
—¿Te refieres a lo de Londres? —la vi asentir distraída. —Eso no tiene que ser impedimento, tú puedes estudiar allá también, o pueden ingeniárselas para viajar de vez en cuando.
No dudaba que Logan estuviese dispuesto a lo segundo, Dios sabe que yo movería cielo y tierra para verla si me encontrara lejos de ella.
«Pero eso jamás dependerá de ti», dijo una voz en mi interior. Y comprenderlo dolía como el infierno; saber que pronto dejaría de verla todos los días, y que cuando por fin lo hiciera... Serían escasos momentos robados de mi hermano, quien seguramente no querría compartirla después de estar separados tanto tiempo; eso me hacía sumamente miserable.
Aunque había procurado no pensar en ese hecho, lo hacía... Y me lastimaba a mí mismo imaginándome el futuro, Logan y ella en una relación adulta, pasando las noches juntos... Junto a mi habitación, cada vez que se reencontraran, la idea me revolvía el estómago al instante, tanto como lo hacía el pensar que quizás justo ahora ya lo estaban haciendo.
Él jamás me lo diría, nos habían criado como caballeros, y yo nunca se lo preguntaría... Luchaba por no hacerlo, pero imaginármelo tocándola... Me hacía hervir la sangre, y entonces el resentimiento volvió como una demoledora en acción, daría lo que fuera por regresar el tiempo y mostrarle mi interés antes que Logan, deseando que ella me mirara del mismo modo que lo miraba a él.
Durante algunas noches pensaba si no sería mejor enamorarme de alguien más... ¡Qué absurdo! Como si eso fuese tan sencillo. Ojalá pudiera ir caminando por la calle y simplemente prendarme de cualquiera, de alguna chica de la clases, quizás... Había muchas chicas buenas, pero la verdad era que yo no quería a cualquier buena chica... Yo la quería a ella, y estaba seguro que nunca querría nada más.
—Sí, a lo de Londres... Supongo —su voz me regresó al presente, a una realidad igual de tormentosa que mis pensamientos. —. Cuando el colegio acabe... Todo será distinto, y quién sabe qué pasara.
—¿Qué tienen planeado? —me obligué a preguntar, ya sin un gramo de alegría en mi interior.
—Nada, nosotros no hemos hablado de eso. —su respuesta me hizo fruncir el ceño, me sorprendía que Logan no tuviese ya todo el asunto planeado.
—¿Cómo que nada?
—Pues nada... Él me ha hablado acerca de la Royal Holloway, y pues... Me pregunta con frecuencia acerca de mis opciones, pero... Parece saber que no tenemos en mismo destino en mente y... No me presiona, cosa que agradezco. —se encogió de hombros y sonrió.
—¿Piensan terminar cuando acabe el colegio?
—No lo sé.
—¿Cómo que no lo sabes?
—No lo sé... No hemos hablado sobre eso. Creo que solo lo estamos dejando a la suerte. —la miré en silencio, sin saber cómo sentirme al respecto.
Si ella fuese mía... Jamás dejaría nada a la suerte, trabajaría día y noche para hacer que funcionara... que todo saliera bien. El descuido de Logan era estúpido, y no sabía si aquello era una prueba de Dios, para descubrir qué tan puro era mi corazón realmente.
¿Dejaba que mi hermano se estrellara contra ese muro al que se precipitaba con velocidad, o le hacía notar su error para que solucionara las cosas? Era un dilema complejo, considerando que lo mejor para mí sería dejarle estrellarse, pero... ¿Podría hacerle eso?
—¿Tú que quieres? —pregunté finalmente.
Ella me miró y sus labios temblaron. Y podría simplemente estar imaginándome cosas, viendo lo que me gustaría ver, pero me pareció ver duda en sus ojos.
—Creo que también quiero dejarlo a la suerte —su gesto se contrajo al decir aquello. —. En mi cabeza... Justo ahora... Todo es un poco confuso.
—¿Confuso? —pregunté, esperanzado sin saber por qué, pero nunca tuve oportunidad de oír su respuesta.
Mi teléfono sonó en ese momento, anunciando la llamada entrante de un número local desconocido, y de ahí en más... Todo fue un tobogán de desastres.
—¿Bueno?
—¿Liam? —fruncí el ceño ante esa voz, que aunque temblorosa, me era fácil de reconocer entre el bullicio que había al otro lado de la línea.
—¿Lauren? ¿Qué ocurre? ¿Qué pasó con tu teléfono?
—Ehm... Me lo quitaron. —respondió ella con un suspiro.
—¿Cómo que te lo quitaron? ¿Qué te pasó? —pregunté alarmado, imaginándome un asalto; mientras Lilieth se alarmaba frente a mí, también atenta a mi conversación.
—Eso no es importante ahora, Liam... Necesito que me escuches con atención, ¿vale? Y papá no se puede enterar de esto.
—Lauren, déjate de rodeos y dime qué pasa.
—Necesito que vengas por mí.
—¡¿A dónde?, demonios!—exclamé, maldiciendo la inclinación de mi hermana por el dramatismo, ya empezaba a ponerme nervioso; pero cuando finalmente habló... Supe que sí tenía que estar nervioso.
—A la comisaría... Me tienen detenida aquí.