05 Capítulo

1057 Words
Silvain, Un Enigma "Existe, pero solo desea vivir siendo el centro de atención, una sola mirada y consigue que muchos orbes se dediquen a darle, sin un solo parpadeo, veneración; han quedado idiotas en un chasquido, yo soy una estúpida más del montón". WD.Rose ... ¿Cómo es el primer día de trabajo? No sé qué tal le va al resto del mundo, a mí, que no hay día más feo que otro, este me ha tomado desprevenida. ¡Quince minutos antes de que las agujas del reloj se posicione sobre el ocho! Me dirijo al baño, ya tengo el corazón en la palma, late frenético. No puedo llegar tarde, sería terrible para mí, encima es el primer día. No quiero dar una mala impresión, que me vean como la chica descarada incapaz de cumplir con el horario siquiera el primer día. Es una mala imagen que no deseo quedarme. Como no podía ir peor el lunes, no hay agua, la han cortado, ni electricidad. Quiero arrancarme hebra por hebra y golpear la pared. Impotente y enfadada por no cambiar la mala suerte que me aplasta, salgo del baño y en mi habitación busco un vaquero Sliq y sudadera gris. Lo sé, no es el mejor color, pero me representa demasiado y no tengo mucho tiempo para debatir entre que elegir o no de mi armario. Inquieta veo el reloj, quedan solo diez minutos. Ni siquiera siendo flash, podré estar puntual. No me despido de mamá, que para mi sorpresa está en la cocina, si no es ella la causante del ruido que alcanzo a escuchar, no sé quién o qué podrá ser. Ya he salido de volada de casa y en el exterior me apresuro a tomar un bus. Abordo, no hay un lugar donde pueda sentarme, por lo que todo el recorrido me mantengo en pies. Pero no me importa, solo quiero ansiosamente bajarme en mi destino. Aunque el medio de transporte no se detendrá tan cerca de esa eminente mansión, que se ubica en una privilegiada zona de New York. Al fin avisto estar llegando y es mi turno de bajar. Ya lo que queda de camino lo recorro casi a zancadas. Estoy cansada al llegar al portón, lo único que me falta es sacar la lengua como un perro, hasta ganas de tirarme sobre el pavimento tengo; el portero, con quién he cruzado palabra ayer por primera vez, ahora me saluda más amable y permite que pase. —Gracias. —alcanzo a decirle dándome prisa para recorrer lo que queda. El jardín atractivo, la fuente elegante y poseedora de una belleza atrapante, no me roban la atención, ya no, solo veo la aldaba en la puerta y la toco, además de hacer sonar dos veces el timbre. Estoy dando aviso de mi llegada, terriblemente tardía. No es Julia quien abre la puerta, sino una mujer madura, con cara de pocos amigos y con un uniforme n***o, una especie de vestido que llega más abajo de sus rodillas. Parece monja. —Buenos días, debes ser la nueva. Mal comienzo, por cierto —agrega sin sonreír, ni siquiera hace el amago de hacer una mueca. —Y-yo... Lo siento mucho, no volverá a pasar —me disculpo sin saber dónde meter la cabeza, estoy avergonzada. —Has llegado tarde, no va a cambiar con pedir disculpas, pasa —se hizo a un lado —. No vas a seguir perdiendo el tiempo ahí afuera. Entro sintiendo un terror, ella es difícil, nada amable. Ahora me da más miedo hacer las cosas mal. ¡Mi vida es un fiasco! —Soy Génesis Granger —se presenta clavando sus ojos afilados en mí, no ayuda que sean profundos y coloreados de un verde que te atraviesa en cuestión —. La ama de llave, desde ahora una autoridad para ti, luego del señor De Castelbajac. Asiento. No puede ser, con razón es así. —O sea, me dará instrucciones... —Comprendes bien, Aryanna. Y yo he pensado que Julia lo haría. —¿Pondrá algo en mi reporte? —cuestiono alerta. —Si te refieres a la tardanza, solo por hoy lo dejaré pasar, no quiero poner de mal humor al jefe, menos que deba buscar a otra joven para el trabajo. Además hay mucho por hacer —añade soltando un suspiro sonoro. Lo agradezco, no se ve tan malvada como aparenta. Sonrío, ya no me siento en la cuerda floja. O esto es solo un resbalón más que no me ha tirado por completo, puede que suceda más adelante. —Gracias, Génesis. —Señora, Granger, por favor. —corrige. —Disculpa, señora Granger —vuelvo a repetir forzando una sonrisa. Ya hemos llegado a una parte de la mansión que no había visto. Es un enorme salón donde reposan muebles, enormes cuadros en la pared con luz focalizada. La atmósfera es palaciega, también aturde, de pronto me he transportado a un palacio, tiene aspecto de realeza. Es una combinación acertada entre lo clásico y moderno. Lo que me abruma es que no se trata de cualquier pintura las colgadas en esas paredes blancas con toques dorados en detalles. Es él, de nuevo él, un hombre que ha nacido para ser retratado, que resulta abrasador con solo verlo pintado. Cambio la dirección de mis ojos, qué pena ser capturada en la indiscreción. —Como podrás ver, estamos en el living. Es uno de los lugares que más frecuenta el jefe. Allá es su sitio favorito —apunta con el dedo una otomana cerca de la chimenea —. Durante el invierno puede pasar horas enteras ahí, le gusta. Y te digo todo esto, para que entiendas la importancia de no tocar, usar o permanecer tiempo aquí, más que el necesario, y cuando se te asigne, ¿de acuerdo? —informa, me lo tomo como un claro aviso, la guerra avisada. —De acuerdo. —Sí, me gusta aclararlo, porque han habido jóvenes, de tu edad o menos, que fueron despedidas al violar las reglas. —¿Es mucho pedir tener dichas reglas en papel? No quiero hacer algo indebido sin saber —me atrevo decir. ¡¿Reglas?! Eso puede ser la cáscara de banana en el suelo. No soy buena memorizado, se me puede olvidar cada palabra. —Te las daré, tranquila. Sigamos con el recorrido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD