A la mañana siguiente se levantó muy temprano y sin hacer ningún ruido para que su madre no la viera desencajada y con grandes ojeras, se arregló y salió para el trabajo. No quería que ella volviera a sufrir como lo hizo en el pasado por culpa de Eliécer. No lo denunciaron por no hacer un escándalo y para que Daniel no se inmiscuyera en aquel problema. —¿Qué voy hacer?— se preguntó cuándo va en el auto para su trabajo – tengo que salir de la ciudad. El campo me ayudaría mucho. Con una idea prefijada en su mente se preparó. Llego hasta empresa que se encarga de llevar los controles y la administración de ciertas empresas ganaderas del país. —Buenos días, Eugenia— saludó a la secretaria de jefe personal – Don Misael me podría atender. Solo serán unos pocos minutos. La chica la