La faena de marcar el ganado había comenzado muy temprano ese día. Toda las reses que había en el rancho Buenavista pasaba a ser propiedad del hierro DC y así mismo se estaba haciendo por órdenes del mismo Daniel. — ¡Yeaah!— grita uno de los jóvenes que está arriando el ganado— para allá va señorita. La joven y recién casada vaquera con destreza y agilidad se atraviesa entre las reses y las va guiando hacia el corral donde las necesitan reunir para colocarles el nuevo hierro. —Ahora— les grita a otro de sus vaqueros— cierra ya el portillo. Estas son todas por hoy. Ella esta sudorosa y llena de polvo. Con unos calculadores ojos negros mira el ganado que está valorando. —Saca a esa – le grita a uno de su vaqueros— esa es de las mías. El Tucán rápidamente obedece. —Menos mal