Capítulo 3

1300 Words
La carcajada del amigo se hizo oír en la oficina. —Viajo esta misma noche— le comento. —Ya te tengo una casita destartalada en Terra Nova— le envió una foto y la dirección— ahora el problema va ser la tecnología. Daniel lo miro y frunció el ceño. —¿Cómo  así?— le pregunto sin dejar de leer los informes. —Un vaquero muerto de hambre como lo eres tú  y cargar un teléfono de alta tecnología…. Daniel comprendió el punto y torció la boca. Ese era un problema. Él era m uy meticuloso con su trabajo. —De todas formas tú te harás cargo y cada ocho días yo estaré viajando para  acá   a revisar el trabajo en la oficina. Josefo no entiende todo el enredo que hace su jefe y amigo. —¿Te vas a espiar alguna mujer?— le pregunto con curiosidad. Daniel no le explica que tipo de trabajo va hacer en ese pueblo tan lejano a la ciudad. —No. Solo que quiero un rancho en particular— le mintió con cinismo. La risa de Josefo se escuchó en la oficina. —Tú,  ¿Un rancho? Cuando eres dueño de más de cincuenta haciendas solo en la zona costera  y no sé cuántas miles de  cabeza de ganados…— lo miro muy serio— me estas ocultando  algo. Daniel dejo de  mirar el computador y suspiro. Su amigo tenía un olfato para descubrirle sus pasteles. —¿La verdad?— lo miró serio y su rostro se  demudo— voy a cobrar una  factura que le deben a mi  padre. Josefo frunció el ceño.  Tiempo atrás él le conto un historia muy dolorosa. Sobre como su padre fue engañado para arrebatarle el rancho donde ellos vivían  y arrojado una noche de lluvia. Y lo que fue peor,  su  madre acababa  de dar a luz a su hermana Jessie. —¡Por favor ten cuidado!— lo miro y comprendió que era algo que él venía planeando desde hacía mucho tiempo— no juegues con fuego porque te sales quemando. Daniel lo escucho con atención. Su amigo siempre le daba buenos consejos y lo mejor de todo eso, era que  lo ayudaba a él. —No pienso jugar con fuego— ahora sonrió de manera extraña y perversa — lo que voy es a jugar   cartas y lo mejor de todo es que voy a  ganar. Josefo iba a insistir pero el teléfono sonó y se vio interrumpida la conversación. Daniel se acercó al teléfono con pasos elegantes  y antes de levantar la bocina lo miro. —Recuerda nadie debe saber  qué voy hacer allá, ni mi hermana— Daniel lo mira muy serio— no quiero verlos sufrir otra vez. Además cuento contigo así que mantén el teléfono encendido. —Está bien— dijo Josefo que busca la salida de la oficina— Por favor cuídate y no dudes en llamarme si llegas a necesitar ayuda. Daniel lo miro. Él siempre ha sido un buen amigo. —José— lo llama— por favor échate un polvo de vez en vez, para que no se te olvide el olor a  culo, que por cierto…. —¡Cállate imbécil!— le dijo y salió rápido de la oficina. Daniel puede escuchar cuando murmura en lo vulgar que era su amigo y eso que era de clase élite. La carcajada  de Daniel la alcanzó a oír Josefo  antes de cerrar la puerta. Al quedar solo alzo la bocina. —Bueno— dijo con voz cortante. Solo con su amigo se podía relajar. —Hola amor— dijo un dulce voz en la línea— tu secretaria me dijo que te llamara en media hora— respondió   la chica. Daniel se sentó y se acomodó. Pensaba en las palabras para decirle a su novia actual que iba a terminar   con ella. —Hola Imelda— sonrió al oírla. Ella era muy agradable y sencilla. Por  un momento pensó en casarse con ella, pero él no creía en el amor ni en el matrimonio— ¿Cómo  has estado? —Mi amor, anoche no viniste a visitarme— le reclamo con dulzura— yo me imagino que estarías muy cansado. Él sonrió. Si ella supiera lo que estaba haciendo realmente. —Si termine muy cansado— suspiro era la única chica que le molesta  terminar— nena voy a viajar y   me voy a demorar mucho tiempo— comenzó él su discurso— y por eso necesito que nos demos un tiempo… Se escuchó un suspiro. —Me estas terminado. Ya me lo habían dicho— hubo un silencio— una chica formal lo mucho que te dura es unos poco meses. Las amantes con tres revolcones a lo sumo— dijo la joven apenada— ya muchos están sorprendidos  que nosotros llevemos seis meses de relaciones y que aun tu estuvieras conmigo— dijo la chica. Daniel la escucho y esto lo sorprendió. —No nena, lo que pasa…— él calla cuando la escucha llorar. —Yo te voy a esperar. Soy tu novia y no me voy a dar por vencida. Yo te amo de manera sincera — le interrumpió— además creo que estoy embarazada. Al escuchar esas  palabras su pensamiento se paraliza. El cuerpo se tensó de manera que no lograba ni tragar la saliva que se amontona en su boca. Lentamente lame sus labios que ahora están secos. ¿Un hijo? —¿Qué?— dijo él sorprendido y al mismo tiempo preocupado. De ser así todos sus planes se verían entorpecido por un matrimonio— ¿Ya estas segura? Ella simplemente suspiro melancólica. —Mañana me dan los resultados— le dijo ella— y no pienses que porque vayas  a ser padre eso significa que te tienes que casar conmigo. Yo asumo la responsabilidad de mis actos. Estas palabras golpearon el ego de Daniel. —Yo soy el padre yo me hago responsable de mi hijo. Ella sabía que el ego de Daniel era muy grande y que por ahí lo podía atrapar. —Ve a tu viaje y en cuando puedas me avisas y yo te mantendré informado sobre nuestro hijo. Por la forma de hablar de ella él  podía estar seguro que había un hijo en camino. Un hijo arruina  sus malévolos planes. Después de hablar con la mujer un buen rato él colgó el teléfono muy pensativo. Él sufrió mucho cuando solo tenía cincos años. Vivió una experiencia que aún no olvida. Una experiencia amarga y muy dolorosa pero si había un hijo en camino su venganza la haría lo más rápida y mortal posible para acabar con ese asunto y así cerrar el pasado y se r feliz con su hijo y tal vez con Imelda de esposa. Lentamente se levantó de su silla apoltronada y abrió la puerta. —Alicia— la llamo con la voz ronca. Ella lo miro y sonrió. —En seguida jefe— dijo la hermosa chica. Ella entro y cerró la puerta con seguro. La chica camino hacia él que está sentado en un sillón. Se arrodilla delante de él y con una calma desesperante abre el cierre del pantalón y sus pequeñas manos  saca el largo, grueso y templado m*****o. —¡Wow!— exclamo la mujer que lo miro a los ojos— estas… —Deja de hablar— y la tomo por la cabeza y ella abriendo la boca lo engullo. El placer recorre el cuerpo del hombre. —Creo que voy a extrañar estos ratos de descansos cuando este en Terra Nova— murmuro el hombre mientras echo la cabeza hacia atrás y disfruta de la caricia que la mujer hacer con mucho ahínco.    
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