Capítulo 4

2233 Words
Él se inclina un poco sobre ella, y sus manos se cuelan por debajo de la falda. Se agacha y la acaricia desde las pantorrillas, sube por las rodillas y recorre la parte externa de los muslos femeninos, subiéndole el vestido, a medida que la va tocando. Ella gime de manera escandalosa cuando siente como una protuberancia pincha su nalga izquierda. Él logra sacarle el vestido por la cabeza y lo guinda en la puerta metálica de uno de los cubículos. Se relame los labios al descubrir que ella no lleva sujetador, y sin pensárselo mucho, posiciona sus manos sobre los desamparados pechos de Eun-Yeong y los acaricia. Ella vuelve a gemir. Noah da suaves pellizcos en los pezones, hasta endurecerlos un poco. Muere por lamerlos, succionarlos y morderlos… pero en vez de eso, se vuelve a agachar un poco, le rodea la cintura con sus manos, y con la lengua traza una camino de saliva desde la parte baja de su espalda, subiendo por toda la línea de la columna, desviándose hacia la derecha, lamiendo el omóplato y continuando su camino hasta el hombro, donde comienza a esparcir pequeños besitos. Se detiene a nivel de la oreja de Eun-Yeong y le susurra: —¿Te gusta eso, nena? Ella se limita a asentir con la cabeza. Noah continúa dando besitos en el cuello, alternándolos con sutiles lametones, a la vez que una de sus manos desciende por el vientre femenino hasta colarse a través de la fina tela de las braguitas de Eun-Yeong. Ella jadea y se retuerce un poco al percatarse de como un par de dedos invasores se mueven entre sus pliegues, otorgándole mucho placer. Él los mueve con lentitud, pero con mucha precisión. —Mmm… —un sonido gutural surge de la garganta de Noah al palpar lo húmeda y palpitante que está la mujer que yace entre sus brazos—. ¿Y esto también te gusta? —se anima a preguntar. —Sí —musita ella, comenzando a mover sus caderas, pidiendo más caricias de esa mano traviesa. Eun-Yeong apoya sus dos manos en la pared, arquea un poco su espalda y separa las piernas para darle mejor acceso a Noah. Este restriega su duro m*****o, aún aprisionado bajo la tela de su pantalón, contra la nalga de Eun-Yeong, a la vez que la rodea con sus manos y masajea de nuevo esos desamparados senos. Ella vuelve a gemir, a punto de alcanzar su primer orgasmo. —Dime que te gusta esto —la voz de Noah suena como un ruego. La parte baja de Eun-Yeong se contrae en torno a sus dedos. Lo presiente. La culminación está cerca. —Sí. Me encanta —sisea ella y sigue moviendo sus caderas con descaro, para sentir más fricción entre su v****a y la mano de Noah—. ¡Ah! ¡Sí! ¡Ah! Mmm… —Eun-Yeong gime… jadea… sisea… —Sí, nena. ¡Vamos! Córrete para mí. Dámelo —susurra él. No hace falta pedírselo dos veces. El cuerpo de Eun-Yeong se sacude entre espasmos, mientras su v****a se cierne sobre los dedos de Noah. Es un orgasmo delicioso, que la hace subir al cielo… Muy despacio, Noah le da la vuelta, para tenerla de frente. Le aparta un mechón de cabello de la frente y se detiene a mirarla por unos cuantos segundos. ¡Es hermosa! Sujeta su rostro con algo de violencia, no porque sea un bruto, sino porque está a punto de estallar y necesita desahogarse. Vuelve a devorar su boca con la misma pasión que lo caracteriza, mientras sus manos se vuelven a posar sobre los tersos y redondos senos de Eun-Yeong. Desciende muy lento y traza un camino de saliva, hasta apoderarse del erecto pezón que lo saluda con lujuria. No se detiene a ser delicado. Lo muerde y lo lame con total pericia. Ella gime, embriagada de placer. Es como si fuera otro hombre. El Noah calmado y delicado ha quedado en segundo plano; en su lugar hay un hombre más voraz, salvaje y demandante. Él la estrecha con fuerza contra su pecho, y ella aprovecha el momento para lamerlo desde el pezón derecho hasta llegar de nuevo a su boca, donde se funden de nuevo en un hambriento beso. Eun-Yeong se contagia de la avidez de él, y en cuestión de segundos, están besándose, mordiéndose, lamiéndose… ¡Cielos! El arrebato pasional es irracional. Él desea entrar en ella, y ella desea tenerlo. Sentirlo muy adentro de su ser. De repente, Eun-Yeong tiene un breve brote de cordura. Se separa de él, dándole un suave empujón. —Espera —susurra con la respiración entrecortada. La mirada del hombre destila lujuria. Ambos yacen casi desnudos, mirándose directo a los ojos y sintiéndose al borde de un abismo de efímeras sensaciones. —Apenas te conozco —comenta ella con rapidez. —Lo sé —él asiente con la cabeza—. ¿No te parece que es lo que lo hace más excitante? —contesta él, mirándola de pies a cabeza. Se relame los labios—. Deseo tanto hacerte gemir hasta que te corras, de nuevo, susurrando mi nombre. Eun-Yeong abre los ojos con asombro. ¡Por Dios! ¡Nunca antes alguien le ha dicho algo como eso! En vez de parecerle grotesco, se le hace de lo más erótico, y más viniendo de semejante espécimen con una voz tan sensual. ¡Este hombre es fuego puro! Y ella quiere arder hasta convertirse en cenizas. —Dime que al menos… tienes... —balbucea ella. —Sí —jadea él—. Sí tengo protección. Dicho esto, dan rienda suelta a la imaginación. Él se acerca a ella de nuevo, para comerle la boca y explorarla con esa lengua juguetona que Eun-Yeong anhela en su zona sur. «¡Por Dios! ¿Qué estoy haciendo?». Ella se debate por una fracción de segundo, pero su voluntad se ve anulada al sentir como esas grandes manos recorren su cuerpo con tanto deseo. Por más que intente apartarse de él y salir corriendo de allí, su cuerpo se niega a obedecerle. Está por completo a merced de Noah. Ella percibe como él baja la cremallera de su pantalón y de manera automática, ella va en busca de su m*****o, deslizando sus manos por debajo de la tela que lo cubre. Al tocarlo, no puede reprimir sus ganas de relamerse los labios, para luego pegar su boca a la de Noah y besarlo con voracidad. Él gime al sentir esa mano suave en contacto con su piel, masajeándolo de arriba hacia abajo. Él piensa que tiene que hacer algo para devolverle un poco del placer que le está brindando esa linda mujer, así que también se infiltra en la ropa interior femenina. Se abre paso con sus dedos traviesos en esa húmeda y palpitante entrada que lo invita a invadirla y reclamarla como suya. Sisea y se separa un poco para mirarla a los ojos. —Estás tal cual me gusta —se acerca a ella y le pasa la lengua por el lóbulo de su oreja—. Estás tan mojadita y deseosa… mmm… —le susurra al oído, mientras mueve los dedos dentro de ella. Lame su cuello—, tengo tantas ganas de comerte enterita. ¡Dioses! Eun-Yeong siente que en cualquier momento puede alcanzar el orgasmo con tan solo el sonido de esa exquisita voz. Nunca fue partidaria de hablar sucio durante el sexo, pero ese hombre despierta su lado más depravado, y es algo que la tiene gratamente sorprendida. —Y yo tengo ganas de que lo hagas, desde el primer momento que te vi —confiesa ella, con el mismo tono de voz lujurioso. Noah ríe por lo bajo. Ama cuando las mujeres son desinhibidas a la hora de intimar. No le van las mojigatas, pues tratándose de su trabajo, está acostumbrado a lidiar con mujeres atrevidas y muy seguras de sí mismas. Le encanta cuando son damas ante el mundo, pero muy perras en la cama. Vuelve a reír con descaro cuando ella se restriega contra la mano que él tiene dentro de sus bragas. Eun-Yeong gime y con su mano libre, se aferra al cuello de él. Noah saca los dedos de ella y se los lleva a la boca, con un movimiento lento. Se los lame ante la atenta mirada femenina. —Que bien sabes —musita él, saboreándose los dedos y sin dejar de mirarla a los ojos—. Me gustaría comerte el coñito. —¿Y qué estás esperando? —Dice ella con voz pasmosa, debido a la excitación—. Hazlo —demanda, casi al borde del desmayo. Los niveles de endorfinas en su cuerpo son tan elevados que comienza a sentirse mareada. No hay necesidad de repetirlo dos veces. De manera rauda, le baja las bragas y se las saca por los tobillos, se arrodilla frente a ella y le levanta la pierna izquierda, colocándosela sobre su hombro derecho. Sin perder tiempo, entierra su cabeza entre las extremidades femeninas y comienza a lamer. La sensación es tan intensa, que Eun-Yeong tiene que aferrarse con más fuerza de las frías paredes, mientras ese hombre se dedica a darle placer con su cálida lengua. Con sus dos manos, le separa los labios genitales y se adentra más en esa cavidad palpitante, rosada y húmeda. Sonríe y la lujuria destila de sus ojos azules. Es una v****a preciosa, recién afeitada. ¡Tal como le gustan! ¡Santo cielo! Eun-Yeong está a punto de alcanzar la gloria. Nunca antes le han hecho el sexo oral de esta manera. Por un momento, puede dar fe de que ese hombre posee una maestría en artes amatorias. Mueve la lengua de una manera excelsa. Toca, lame y succiona las partes adecuadas y de una manera profesional. ¡Es un deleite total para sus sentidos! Alcanza un nuevo orgasmo cuando los largos dedos entran al juego. Noah los mueve con una astucia increíble, de adentro hacia afuera, en círculos… a la vez que continúa moviendo la lengua y frotándola sobre esa protuberancia rosada y palpitante. Él se detiene por un momento, la mira a los ojos y se relame los labios. Vuelve a enterrarse entre las temblorosas piernas de Eun-Yeong. Luego de unos cuantos minutos dándole placer, él se separa de ella y se quita el pantalón, dejando su poderosa erección a la vista. Ella abre los ojos, muy asombrada. Es mucho más grande de lo que se imaginó al palparlo. Traga grueso y sin detenerse a pensarlo, se pone de rodillas frente a él. Siente la imperativa necesidad de saborearlo, de tenerlo en su boca y hacerlo gemir a su merced. Él es un manjar de dioses personificado, con una piel bronceada, abdomen perfectamente esculpido, unos brazos tonificados y piernas atléticas. Seguro que entrena muy duro. Es un cuerpo digno de modelo de revista. Ella se relame los labios al sujetar esa bestia venosa entre sus manos. Un sonido ronco sale de su boca. Está deseosa de probarlo. Se lleva el pene a la boca y lo arropa con su lengua. El sabor entre salado y dulce golpea sus papilas gustativas con tal violencia que la hace salivar en exceso. Lo lame una, dos veces, mientras con ambas manos lo masajea de arriba hacia abajo. Se siente tentada de lamer los testículos. Pasa su lengua por la delicada zona y succiona uno de ellos. Noah da un respingo y sisea de manera escandalosa. Sujeta la cabeza de ella entre sus manos y guía el movimiento. Adentro, afuera… adentro, afuera… hasta que escuchar las arcadas provenientes de ella. Él ríe de forma libidinosa. Su ego de hombre se infla. Le fascina saber que su pene es tan grande, que no cabe en la boca de las mujeres. Que se atraganten con su querido amigo, eleva su morbo a grados insospechados. De un halón la obliga a ponerse de pie, le da la vuelta y lleva su mano al sexo de ella. Sus dedos medio e índice se pasean entre su abertura y su clítoris, masajea en pequeños círculos con la yema, mientras se inclina sobre Eun-Yeong y le pasa la lengua por el cuello y da mordisquitos en su oreja. Muerde su hombro y deja un caminito de saliva, ascendiendo por la curvatura de su cuello hasta llegar de nuevo a la oreja y lamer con deleite. Eun-Yeong percibe que él se aleja un poco de ella, y a continuación oye como rasga lo que parece ser la envoltura de algo. De reojo puede ver como Noah desliza una capa de látex por su pene. Se muerde el labio ante la expectativa de lo que está por venir. Él pone una de sus manos en la espalda de Eun-Yeong. La acaricia y acerca su boca a la piel de ella. Captura el lóbulo de su oreja y vuelve a lamerla. Sujeta su endurecido falo entre su mano derecha, inclina a la dama un poco hacia delante, hasta que logra ubicar la punta de su pene en la entrada de ella. Con su mano izquierda, le masajea el clítoris. Ella jadea y se lleva una mano hacia el seno derecho, con la otra aprieta la mano masculina que yace entre sus piernas, y lo apremia a seguirla tocando. Echa sus caderas hacia atrás, con descaro. Desea sentirlo muy dentro de ella.
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