La omega se quedó un momento mirando al rey, era un sujeto demasiado atractivo, un hombre que podría tener a cualquier mujer en su cama. ¿Por qué razón se tomaría la oportunidad de tenerla a ella en su cama o darle una buena posición? Ella ha pasado toda su vida sintiendo que era algo extraño, que era un fenómeno que no debía nacer. — ¿Por qué el rey me daría el mundo? —preguntó sintiéndose débil—. ¿Es que acaso mi señor no está viendo la clase de omega que soy? ¿Por qué no soy digna de tener tal aprecio? ¿Quizás yo no pueda ganarme el amor que me está ofreciendo? — No digas eso —el rey besó su frente—. Te has ganado una parte de mí que creí que no estaría desde que mis padres dejaron de estar conmigo... esa parte de mi corazón que creí que no se la mostraría a nadie en toda mi vida.