LUCIANA
Como todos los lunes, me levanto de un brinco de la cama, al escuchar mi despertador. Siempre son así, los domingos que no me relajo en casa y termino yendo a un evento, acabo desvelada y con ojeras. Por esa razón me niego a salir con Rebe los fines de semana. Prefiero descansar, que en vez de salir de fiesta, me gusta quedarme en el sillón sentada viendo películas o leyendo un libro. Ese es mi actual pasatiempo. Aunque me diga mi amiga que soy una aburrida.
Tomo un baño rápido para poder despertarme, que mucha falta me hacía. Salgo envuelta en la toalla, cuando paso por la puerta de la habitación de Rebe, golpeó tres veces.
— ¡Ya es hora! — grito, y paso de largo.
Me encierro en mi habitación. Normalmente, siempre me pongo blusas, con alguna falda entubada y tacones no muy altos, me gustan que sean algo cómodos porque necesito que mis pies aguanten varias corridas.
Por esa razón hoy elegí una blusa color rojo con manga larga y con algo de encaje. Una falda negra de tubo, que se ajusta muy bien a mis caderas y por último unos tacones rojos, son mis favoritos, no los había usado, así que hoy había decido entrenarlos. Mi cabello lo dejo suelto, y me hago unas ondas. Normalmente, siempre me lo agarro en una coleta. Tomo mi bolso y salgo.
En la cocina ya se encontraba mi amiga, preparando el café. Yo soy la que hace el desayuno y ella hace un gran esfuerzo preparando las bebidas. Siempre dice que algo es algo. Y la puedo entender, ya que ella estaba acostumbrada a que le hicieran todo el tiempo la comida, el aseo y todas esas cosas. Pero casi cumplimos el año viviendo juntas, apartadas de nuestras familias, y ella todavía no se acostumbra a hacer sus cosas por ella misma.
— ¿Ya te había dicho que esa blusa te queda de maravilla? — dice en cuanto me ve, le da un sorbo a su café. — El rojo te sienta muy bien, con tu tono de piel pálido.
Llego a la encimera y tomo mi taza de café.
— ¿Me estás llamando descolorida? — finjo estar ofendida por su comentario.
Ella encoge los hombros y frunce sus labios.
— Yo no dije eso, pero si tú lo quieres llamar así, a mí no me involucres. — roda los ojos — Siempre te he dicho que me gusta el tono de tu piel, aunque no voy a negar que le hace falta un poco de bronceado — guiña un ojo.
Termino mi bebida y tomo una manzana, para el camino.
— ¿Hoy irás a trabajar? — le pregunto.
— Aún no sé, no me han llamado de la compañía.
Después de tanto insistir en su sueño, logro ser una modelo de la empresa de su familia. Aunque al principio no le agradó eso a su madre, mi amiga ignoró las quejas y regaños de sus padres y se lanzó para cumplir lo que siempre anhelo. Por esa razón ahora cuida más de su cuerpo. Ya que está comenzando a triunfar en el mundo del modelaje y actualmente acaba de comenzar en una campaña muy importante para su compañía.
— ¿Entonces hoy me puedo llevar tu auto?
Aún no había podido conseguir un vehículo para mí, y no es que no pudiera hacerlo. Lo que pasa es que mis ahorros los estaba juntando para este verano y así poder llevar a mis mostrillos de vacaciones. Tengo tiempo que no lo paso con ellos, mi trabajo no me da tiempo a nada.
— Sabes que puedes tomarlo cuando quieras, es más tuyo que mío. Además, yo le puedo llamar a mi sexi amigo — alza las cejas varias veces.
Ya se a quien se refería con eso de "amigo" es uno de sus tantas conquistas, pero ese chico es el número uno, bueno así lo numeró.
— Es que quiero llegar un poco antes, necesito arreglar bien todo para la reunión. — lavo la taza que use y me dirijo a la sala a tomar nuevamente mi bolso, y el proyecto que traigo en una carpeta — ¡Te deje el desayuno en el horno!, ¡no olvides comer! — grito mientras camino hacia la puerta para salir — ¡Te veo más tarde!
— ¡Sí, mamá! — responde desde donde está — ¡Y dile al cretino de tu jefe, que ya no abuse tanto de tu tiempo, y no te explote!
Niego con la cabeza mientras rio al escucharla. Definitivamente ella lo aborrece. Y más ahora que dice que me esclaviza con mucho trabajo. La verdad no es él, soy yo la que no le gusta dejar todo a medias, y, si no está algo terminado, no me voy de la oficina hasta que acabe con mi labor por completo.
Me subo al coche de mi amiga, aún no sé por qué compro un auto deportivo, casi ni lo usa. No es un tipo de auto que me guste, pero no me puedo poner los moños, ya que no es mío, y me lo presta. Lo enciendo y se escucha el sonido fuerte del motor. Y acelero para salir del estacionamiento del edificio donde vivimos.
Minutos después llegó a la empresa y me estacionó en donde habitualmente siempre lo hago cuando traigo coche. Bajo y me dirijo a la entrada del gran rascacielos.
Es un edificio enorme, muy alto y lleno de ventanas. Al entrar saludo a las chicas de recepción y ellas responden muy amables. Yo sin detenerme en ningún segundo sigo caminando y voy hacia el ascensor, presionó el botón.
Mientras espero a que baje el elevador, mis fosas nasales se impregnan con el aroma de la loción de mi jefe.
— Buenos días — dice al momento que llega y se coloca a lado mío.
Su cuerpo está girado hacia el ascensor. Pero su cabeza está girada hacia mí, mientras me ve, lo veo de reojo.
— Buen día, jefe — respondo.
Él se ríe, y yo ladeo una sonrisa en mis labios.
— Señorita Smith, que le he dicho de no llamarme así — me reprende, pero en tono juguetón.
Puedo decir que él se ha vuelto casi como mi mejor amigo, bromeamos de todo y siempre platicamos de cosas sin importancia.
— Lo siento señor Wembley — le sigo el juego.
Las puertas del ascensor se abren y él me permite pasar primero. Cuando estamos dentro, él pulsa el botón del último piso de arriba, y no presiona el de mi piso. Confundida lo miro con el ceño fruncido.
— Necesito que me acompañes a mi oficina, ocupo que me ayudes, y así juntos organizamos todo para la reunión. — el ascensor se detiene en el piso elegido y salimos — El lugar y hora de la reunión fue cambiada a última hora, por mi padre y el socio.
— ¿Cómo? — comencé a preocuparme, ahora tenía menos tiempo en arreglar todo.
— Prefirieron una reunión simple en la sala de juntas, para medio día.
No sé cómo iba a hacer para terminar con mi trabajo rápidamente, pero sé que podía lograrlo ahora que tenía la ayuda de Alex, juntos éramos un gran equipo.
Ahora entendía. Me imagino que quiere dejar todo muy bien perfectamente organizado, y no solo por los socios, sino también por su padre. El señor Wembley, viene cada vez que hay algún asunto importante que dirigir, ya que él viaja mucho a Inglaterra, donde tienen su empresa con mayor rango.
Alex, siempre quiere demostrarle a su padre que es bueno en lo que hace, quiere que se sienta orgulloso de él. Pero eso también lo tiene muy abrumado, hasta el punto de agotarse. Muchas veces lo noto desvelado y cansado. Ya no es el mismo chico fiestero y alocado. Se ha vuelto un maníaco por el trabajo.
Los minutos pasan. Me encantaba trabajar con él, en la parte laboral siempre había compenetración entre nosotros. Su sistema de trabajo es digno de admiración, en tan poco tiempo ha podido preparar la reunión, ha hecho por completo varios planos para presentarlos. Le hago un montón de preguntas, varias dudas que tengo. Responde con aire pensativo, aceptando mis propuestas, mientras dice que todo lo que tenga planeado es bueno.
Aunque siempre me alabe y diga lo bien que hago en mi trabajo; aun así, sé que me falta mucho por aprender y saber. Aún me considero principiante. Para llegar a hacer mejor, necesito desarrollar muy bien los proyectos que favorezcan a la empresa y que no afecte mucho en las finanzas, que sea buena inversión y no riesgosas.
Dentro de poco voy a tener la oportunidad de ver algunos empresarios en acción: A Alex, normalmente con la mayoría, consigue sus proyectos con los mejores inversionistas, siempre haciendo los mejores diseños e ideas; a su padre, que es un gran señor de negocios, y viendo como alcanza a los más perfectos socios. También está el nuevo socio, que aún no tengo el placer de conocer, pero que dicen que es muy bueno en finanzas, ya que su empresa es una de primer rango en el continente, es de las mejores en el mercado en gestionar magníficos restaurantes y proyectos enormes.
No me sé el nombre, si lo llegué a escuchar alguna vez, solo supe que algunas de sus empresas están en California, sin embargo, no tienen los mismos nombres, qué extraño. Pero tampoco es que le haya puesto mucho interés, y es que antes no estaba encargada del nuevo trabajo, hasta hace un par de semanas que Alex me dio la noticia de que yo sería la encargada de financiar el proyecto. Y como no es mi labor saber los nombres ni tener contacto con los socios, por esa razón es que no estoy informada de quien es el jefe o las compañías asociadas y dueñas del encargo. Mi función es solamente ayudar a buscar una buena economía para los proyectos en puerta.
La mesa de reuniones está llena de papeles, tabletas para cada persona, y uno que otro ordenador portátil. El de Alex y el de su padre. Arreglo la presentación en mi aparato eléctrico, y ordenó unos documentos. Mientras veo correr de un lado a otro a Monni, la secretaria de Alex, colocado las carpetas en donde se irán a sentar los asociados.
Alex camina de arriba y abajo sin quitar ojo a nadie. El director de finanzas y su colega, ayudante del proyecto, se encuentran ya en la sala, esperando aún a los demás compañeros.
— Esto tiene que salir bien — dice — Quiero que cada quién vaya presentando sus ideas como nos organizamos, y en orden, las preguntas y respuestas vienen al último. — se vuelve hacia Monni y fija su mirada en ella — Llama al restaurante de comida italiana y encarga unos cuantos platillos, ya sabes de cuáles. Ya que nos va a hacer mucha falta para volver a agarrar energías.
Con esa orden, la chica sale disparada en dirección a su escritorio para hacer esa llamada.
Estando ya todos en nuestro lugar, recibimos con amabilidad y educación al señor Alfred Wembley, padre de Alex y presidente de la compañía. Toma asiento y revisa lo que le pusimos en el ordenador, él debe estar también familiarizado con el proyecto.
Son las doce de medio día y aún no he comido nada, aparte de mi café, la manzana se fue al olvido en cuanto Alex me pidió de mi ayuda. Espero y mi estómago no haga ruidos extraños y espante a los socios.
A pesar de eso, me siento relajada y preparada para hacer una buena presentación de mi trabajo, no es la primera que lo haga. Pero no puedo decir lo mismo para mi amigo, está nervioso y en sus ojos se nota preocupación. Mientras le muestra los planos a su padre, puedo darme cuenta de ello.
Al cabo de casi quince minutos llegan los socios, entran de uno en uno, saludando primero al señor Alfred y después a su hijo, siguiendo a los demás compañeros que se encontraban ya reunidos en la mesa de reuniones.
Mi mirada viaja de toda esa gente a hacia la entrada al momento que todos guardan silencio y veo como el padre de Alex se acerca a la puerta mientras sonríe ampliamente con los brazos abiertos para recibir al hombre que va entrando a la sala de reuniones.
《¡No puede ser!》
《¡Es él!》
No, quizás he visto mal, ya me encontraba del otro lado de la mesa, cerca de la pizarra y pantalla, algo alejada de ellos, así que no podía destituir muy bien su rostro, pero su cuerpo era el mismo al del él. Probablemente estoy alucinando. Creí que ya había superado mis alucinaciones y sueños extraños referentes a él.
El señor palmea su espalda antes de deshacer el abrazo. Cuando se separan es cuando fijo mi mirada para enfocar la y así comprobar y quitarme la duda. Mi corazón comienza a latir con violencia.
Cuando fijo mi mirada, por creer que estaba alucinando. Me arrepiento de haberlo hecho.
Me quedo petrificada completamente en mi lugar. Sentía como si me faltara el aire, creo sentir cómo todo sonido cercano desaparece, mis oídos se tapan y mi respiración se corta, deteniendo el aire que pasa por mis pulmones.
No puede ser, esto no me puede estar pasando a mí.
Siento como si mi presión bajara, tengo la sensación de desmayarme. De repente mis ojos se abren aún más, cuando él se gira para ver a su alrededor, y maldigo para adentro cuando sus ojos se clavan en los míos.
¡Oh no!
Aquella poderosa mirada verde me vuelve a ver después de un año, esos ojos que llegue a amar cada vez que me miraban, había hecho que todos mis sentidos se alertaran, en este instante estoy deseando lo contrarío. Mis manos sudan y tiemblan, no creo que sea posible soportar estar más de pie. Pero lo que más me impresiona, es como demuestra en él que no le afecta verme o más bien ni le importa, no como yo que me siento a morir.
Cuando da unos pasos en hacia al frente no me muevo y dejo de respirar por completo, cuando me doy cuenta de que viene hacia mí. No aguanto más, mis piernas flaquean y se tambalean, mientras mi cabeza me da vueltas, mi corazón también tiembla, no sabría describir lo que estaba pasando en mi pecho. Antes de que pudiera procesar todo aquello, una mujer de cabello rubio entra también por la puerta y se acerca por detrás a él.
Pero no era cualquier mujer, era ella, su esposa, lo había acompañado. Mi vista se nubla, y ahora si supongo que me desmayaré.