LUCIANA
Seguía de pie en el mismo lugar, no podía reaccionar, él siguió avanzando. Yo estaba a punto de desmayarme, pero cuando esa mujer, se acercó a él y le tocó el hombro, él se detuvo como por arte de magia. Sin apartar su mirada de la mía, ella se acercó más a él y le susurró algo.
Parecía que su mente estaba en otro lugar, pero respondió después de unos segundos, desvió su mirada y se giró hacia ella. Ya había dejado de verme para verla a ella. «Por supuesto, ella es su esposa.» Ahora era ella la que me miraba, mientras él me daba la espalda. Intentó sonreírme, una que pareció más una mueca, claro que le ha de molestar o hasta afectar ver a la amante de su marido. «Qué vergüenza.»
Dejó de verme y se regresó a él, caminan hasta la mesa para tomar asiento en unos asientos, yo sigo donde mismo. En eso Alex se acerca y se pone frente a mí, para que note su presencia.
— Lucy, te estaba hablando… ¿Te encuentras bien? — su voz nota preocupación, yo asiento lentamente, no me había dado cuenta de ello, en ningún momento escuché que me hablará — ¿De verdad?, porque te noto algo extraña y algo pálida. — me toma de los hombres mientras me ve fijamente a los ojos.
Como si quisiera ver a través de mis ojos, llegar a mi mente y saber el significado de mi estado.
— Estoy bien — murmuré.
Él frunce los labios en una mueca y después la frente, sé que no me cree.
— Sí, estás nerviosa por la presentación, déjalo aquí. Yo me haré cargo. — me sonríe para que me tranquilice.
En cuanto dice eso, toda mi atención la pongo en él. Intentando dejar atrás lo demás que ocurrió hace unos momentos.
— No pasa nada — niego — Todo está bien, te prometo, no fallarte.
Y es que era cierto, no quería quedarle mal. Él me había ayudado mucho y no podía estropearlo con mis tontas inquietudes, por solo tener de nuevo frente a mí al que fue el amor de mi vida, mi exnovio, o amante.
Era triste pensarlo de esa forma, pero esa era la realidad, y lo más peor era verlo con su esposa a su lado. «Eso no tiene por qué importarme a mí.» Alex no tenía por qué verse afectado por eso, y que le echará a perder su oportunidad de impresionar a su padre. Así que le hice caso a mi cabeza y me centré solamente en mi trabajo, para así poder empezar con la presentación que habíamos arreglado.
Concentre mi mente y mire nada más en la pantalla grande que se encontraba enfrente a nosotros, después esperé la señal que Alex me daba para comenzar.
Hago mi mayor esfuerzo para que mis ojos no se desvíen hacia esa pareja, y mucho menos en él. La realidad era devastadora. Pero, aun así, tenía la fuerza necesaria para enfrentar eso y más.
Di la presentación de los costos y estadísticas que favorecen al nuevo proyecto que está armando Alex, y que ahora sé que le pertenece a Erick. Al momento que mi jefe se une a mí para seguir con lo que organizamos, hace que me sienta un poco más tranquila y así logro dejar atrás todo lo que me atormentaba en mi mente y solo concentrándome en nuestro plan formado y bien equipado.
Damos la mejor presentación. Siempre que trabajábamos juntos, demostramos ser un buen equipo, lo hacíamos muy bien. Y eso también lo notaban las demás personas a nuestro al rededor.
Dando finalizada la reunión, que duró un poco más de dos horas, me dispongo ayudar a Monni para ordenar y recoger todos los planos y carpetas que usamos.
— Lucy — dice Alex al momento que se coloca a mi lado y toma de mi brazo — Acompáñame por favor.
Aunque quiera negarme no lo debo hacer, él es mi jefe y debo obedecer. Caminamos y nos dirigíamos hacia el señor Alfred, que está de pie junto a la puerta, mientras se despide de cada socio que estuvo presente en la junta.
Llegamos a su lado, Alex sigue agarrando mi brazo, pero sin apretar. Sé que lo hace para que no me arrepienta y me vuelva donde estaba antes.
Personalmente, no conocía a su padre, él siempre ha sido un hombre muy ocupado, rara vez tiene tiempo hasta para su hijo, así que no era de extrañarse si no socializaba con el personal.
— Padre — dice al llegar a su lado y se abrazan afectuosamente.
— Hijo, me gustó la presentación, las ideas y la mejor parte fueron esos planos — dice con una sonrisa amable mientras se aparta de él. — Felicidades, ya estás hecho para manejar la empresa por ti solo.
— Gracias — intenta sonreír, se siente algo tímido, he aprendido a conocerlo — Pero todo el trabajo y esfuerzo también es gracias a ella. — me jala un poco, ya que había soltado mi brazo para abrazar a su padre, toma mi mano y nos presenta — Padre, ella es Luciana Smith, la chica de la que te hablé.
¡Oh por Dios!, estoy bien nerviosa, y más con eso de que ya le había hablado de mí. Espero no estropearlo ahora, porque si lo hago me quedo sin empleo.
— Estoy encantada de por fin conocerle, no sabe lo mucho que Alex habla de usted — le tiendo mi mano como saludo.
Él toma de ella y en vez de estrujarla y hacer un saludo, jala de ella para abrazarme, me abraza como hace unos momentos abrazo a su hijo. Me tensó un poco, es algo incómodo que tu jefe y dueño de un imperio empresarial te esté abrazado como si nada, como si te conociera de toda la vida.
— El encantado soy yo — dice mi jefe.
— Padre, ya suéltala, que vas a hacer que salga corriendo. — Alex suelta una risita.
El señor Alfred me suelta y sin dejar de vernos a ambos habla.
— Alex también ha hablado mucho de ti. Y todo lo que dice son cosas buenas, hasta en tu belleza.
Me sonrojo cuando lo dice, giro mi cabeza hacia Alex y él sigue sonriendo y encoge los hombros infringiendo no saber de qué habla.
— Es muy buena en lo que hace, por esa razón ascendió y ahora es una ejecutiva economista, y la encargada de este proyecto. ¿Qué te parece?
— ¡Me parece perfecto!.
Me miraba muy extraña, plantada aquí sin decir ni una sola palabra, así que intenté agregar algo a la conversación, mientras ellos me alababan. Pero en eso llega alguien interrumpiendo su plática y mi intento por socializar con mis jefes, pero me niego a fijar la mirada en esa persona.
Estaba batallando para poder respirar al momento que mis fosas nasales se impregnaron de esa deliciosa fragancia, hasta arrastrarse muy dentro de mí ser. Haciendo retroceder mentalmente hacia el pasado, ese día cuando tropecé con él y me tomó en sus brazos, ahí fue cuando respiré por primera vez su delicioso aroma y comenzó a desestabilizar todos mis nervios.
Hoy después de un año lo vuelve a hacer, este hombre no podía aparecer nuevamente así y hacerme sentir otra vez como al principio, no debía pasar esto. Necesito apartarme, ocupo salir de aquí ahora mismo. Pero Alex sigue tomándome de la mano.
— ¿Qué te apareció el plan y las ideas?, mi hijo es el arquitecto encargado de ello. Alex, él es el señor Howard, nuestro nuevo socio y dueño de este proyecto. — el jefe los presenta.
Erick se encontraba en medio de los dos hombres, y yo estaba del otro lado pegada junto a Alex, agradezco que no se haya colocado cerca de mí. Pero caigo en cuenta en las palabras del jefe, «¿ha dicho dueño del proyecto?» no puede ser, eso quiere decir que trabajaremos juntos, más bien que trabajaré para él. Esto no puede ser cierto, yo creyendo que solo esta vez lo iba a ver.
— Mucho gusto, Alex Wembley — se presenta mientras tiende su mano para ofrecer un saludo.
Por unos segundos no responde, creí que lo iba a dejar con la mano estirada, pero no fue así, hasta que por fin respondió, pero fue un saludo rápido y cortante. «Típico de él». Ha vuelto a hacer el mismo hombre del principio, un témpano de hielo.
— Erick Howard, un gusto — contesta cortante, no agrega más y aparta su mano como si le quemará.
Su voz gruesa y varonil, que no había escuchado en mucho tiempo, sigue teniendo el mismo efecto en mí, ha hecho que se me erice la piel y mi corazón se acelere.
Alex se da cuenta de su actitud y frunce el ceño. Pero no le toma importancia y voltea su mirada a su padre.
Aprieto un poco la mano de Alex en señal de que me ponga atención y así me pueda soltar, para marcharme.
— Y ella es la joven economista y encargada del presupuesto y todos los planes financieros que conlleva el proyecto.
No podía articular palabra de lo nerviosa que estoy. Intento no mirarle, sin embargo, no lo puedo evitar más, alzo la mirada para mirarlo. No puedo creer, está más guapo de lo que recordaba. Su mirada verde que en algún tiempo me enamoró y me volvió loca, vuelve a provocar una sensación extraña como lo hizo al principio, su cabello perfectamente bien peinado y su barba bien cuidada sigue ahí.
— Es un placer conocerla — tiende su mano, finge no conocerme.
A diferencia de como se presentó con Alex, su tono de voz se escucha distinta, pero sigue serio, sin sonreír o expresar algo en su rostro.
Sí, quiere fingir, fingiremos. Haré lo que él pide.
— Luciana Smith — forcé una sonrisa — El placer es mío.
Tomo su mano para responder a su saludo, pero ahí es cuando me arrepiento de haberlo hecho. Volver a tocarlo hace que esa corriente eléctrica que me hacía sentir antes, se sienta nuevamente correr por toda mi espalda vertical, haciendo que mi corazón se mueva bruscamente como si quisiera atravesar mi pecho. Es como si el tiempo se hubiera detenido por completo, dejando a un lado todo a nuestro alrededor, pareciera que solo éramos él y yo.
Sus ojos verdes comienzan a tomar un brillo. Me tiene muy sujeta de la mano, como si no quisiera soltarme. No sé si los segundos se convierten en minutos. Pero la verdad no me importa ni quien esté a mi lado, mi mente está sola concentrada en el magnífico hombre que tengo frente a mí, que me ve con una mirada como queriendo entrar hasta en mi alma.
Pero ese hechizo se acaba, cuando una voz femenina nos interrumpe.
— Querido — dice, y como por arte de magia el encantamiento se apaga y apartó con rapidez mi mano de la suya — Así que aquí seguías.
Se trataba de su esposa, llega a su lado y lo toma del brazo, para colgarse de él. La mirada de Erick cambia, regresando hacer la misma que antes de que nos tomáramos de las manos.
Ella lo ve con una enorme sonrisa de comercial y se vuelve hacia nosotros, su mirada se detiene en mí, pero sin quitar esa sonrisa que ya estoy comenzando aborrecer. Yo retrocedo más y choco con el cuerpo de Alex.
Tengo que ignorarlo, tengo que hacer como que no existe, como que no se encuentra en la misma habitación que yo. Así como lo hice durante todo este tiempo.
— Usted debe ser la señora Howard — dice Alfred, y no era pregunta.
Ella quita su mirada de mí y pone toda su atención en el padre de Alex.
— Así es — le tiende la mano, y se nota como Erick se pone rígido y aprieta la mandíbula — Silvia Howard.
Se presentan y ella no deja de sonreír en ningún momento.
«Su esposa».
Sí, eso era y de esa manera seguía siendo la señora Howard. No sé por qué me seguía molestando eso, no tenía porque afectarme. Pero aún seguía pasándome.
«Será que aún sigo sintiendo algo por él».
Aun así, no debía hacerlo, pero ahora no podía salir corriendo e irme lejos, marcharme y desaparecer por completo de su mundo. No podía renunciar y dejar colgado a Alex con el trabajo, todo por una decepción de amor del pasado.
Él se mostraba diferente con la presencia de su esposa, se notaba completamente tensó y serio. Parecía no ser feliz a su lado.
No entiendo el porqué, pero bueno, ese no era asunto mío. Así que no tenía por qué cuestionarme nada de su vida amorosa o algo que tuviera que ver con él.