Todo mi mundo se oscureció, el miedo corría por mis venas tenia algo dentro de mi que me gritaba que ese sería el último día de mi vida, por lo que decido orar y pedirle desde la distancia perdón a mi hermanita por no poder rescatarla de ese mundo de mierda en el que planeaban meterla, “Dios por que te has olvidado de mi”, no podía dejar de reprocharle al altísimo la vida que me ha dado y que ahora esta a punto de quitarme.
La cajuela del auto fue abierta, la intromisión de la luz hizo que entrecerrara los ojos, pero en cuanto pude ver bien, divise delante de mi al mismo hombre que estaba en el Bar, había perdido la noción del tiempo por lo que no tenia ni idea de cuánto tiempo había estado viajando en la cajuela de este coche.
- Vamos sal de allí, ahora.
Al que Mario había llamado Filiphe me tomo bruscamente del brazo y me llevo dentro de un edificio, ahora era que veía que en realidad estábamos en el centro de la Toscana, en la zona más exclusiva una que claramente yo no había visitado mucho, solo aquella vez que me escape de mamá en el centro comercial, no era una zona muy agradable para mi sobre todo porque sabia la razón por la que me hacían entrar por la puerta trasera y no por la entrada principal.
- Aghata, ven aquí. Una mujer voluptuosa, vestida con ropa muy corta y de lentejuelas se acerco a nosotros, solo entonces vi su maquillaje cargado y sus facciones delineadas estaba cuidadosamente arreglada, no había ni un mechón de cabello mal arreglado – Te harás cargo de ella, es un encargo del Señor, llévala a un privado y que nadie la toque hasta que yo no lo indique.
La mujer me vio de manera despectiva y asintió, me tomo bruscamente del brazo y me llevo hasta una habitación en el segundo piso en la que entro conmigo y cerro la puerta.
- Con que tu eres el encargo del Señor, no comprendo no tienes nada de lo que suele gustarle, eres muy flacucha, sin gracias y nada de belleza, y ni hablar de ese cabello, eres una maraña de errores no deberías estar aquí, menos escalar sin pasar por el fango que han pasado las demás. Me molesto mucho la forma en la que me estaba hablando, sobre todo porque no se a lo que se refiere con eso de que “escale sin pasar por el fango”, si fuera por mí no estuviera en este maldito lugar.
- No entiendo nada de lo que dices, yo no quiero estar aquí, me han traído a la fuerza, si te molesta mi presencia te pido que me ayudes a salir de aquí, por favor. Ella me dio una sonrisa ladeada y malévola.
- ¿Salir de aquí?, niña nadie escapa del Averno.
Cuando escuche eso las lagrimas rodaron por mis mejillas, ya había escuchado ese nombre, tantas veces que era el motivo de mis pesadillas, no, no era posible que la vida fuera tan miserable se traerme al sitio del que escape solo hace unos meses, este es el sitio de prostitución mas grande y lujoso de Italia, mismo al que mi madre quería venderme y en el que se suponía estaba mi hermana Margarita, llore, deje que las lagrimas corrieran por mis mejillas como una loca, tire lo primero que me encontré en el camino, mi desesperación y enojo era tanto que ni me di cuenta cuando esa mujer se fue y me dejo completamente sola, se que no todas las que están aquí son esclavas muchas entran porque no tienen otra salida, pero yo, yo huy me fui, intente alejarme de este sitio lo más que pude y aquí estoy a punto de ser utilizada tal como mi madre lo quería.
- Aghata, la chica que acaban de traer, ¿Quién es?
- Me ves cara de saber quien es, no me agrada para nada que traigan chicas y las impongan de esa forma, FIliphe solo dijo que es un encargo del Señor.
- Esa chica, estaba en “Il Mare”, uno de los bares de las afueras.
- ¿Cómo sabes eso?
- Bueno es que visite ese lugar hace dos días, y el administrador no me dejo tener a esa chica, la tenía detrás de la barra lejos de todos los hombres.
- Bueno tal parece que le gusto al Demonio porque el mismo FIliphe fue por ella y la trajo aquí.
- Bueno de hecho lo le dije lo que había pasado en ese bar, por eso me sorprende verla aquí es muy linda, Agatha déjame tenerla.
- ¿Estas loco?, si el Demonio la mando a traer sabemos para que y sabes que no le gusta estar con mujeres que ustedes hayan usado asique no pidas cosas que no puedo darte hermano.
- Vamos, él no lo sabría, solo dame 15 minutos con ella es lo único que te pido por favor.
- Solo 15 minutos.
La puerta en la que estaba se abrió y vi al horrible hombre que había estado hacia unas noches en el Bar de Mario, yo estaba tirada en el suelo, con las rodillas pegadas a mi pecho, mientras que ese asqueroso tipo me miraba de la forma más depravada posible, sentía como con los ojos deseaba quitarme la ropa, era horrible, casi de mi estatura, un poco corpulento y con una fea cicatriz en la cara que le atravesaba un ojo.
- Vamos a hacer hoy lo que ese día ese tonto de Mario no me dejo, hoy te quedara claro cual es el lugar de las mujeres como tú.
Se acerco a mi y me tomo por los hombros con fuerza haciendo que me levantara, pero no me deje, no le dejaría el camino facial así que como pude le propine una cachetada y me solté de su agarre para salir corriendo hacia la puerta, pero no pude abrirla, el seguro era diferente y no podía salir de ese maldito lugar, me tomo por el cabello y ma lanzo de espaldas a una mesa y me inmovilizo con su peso, atrajo mi cabeza hacia su cara.
- Ahora conocerás las consecuencias de ser una maldita pe**a.
Yo seguí luchando como pude, pero me tomo con mucha fuerza y me rompió la blusa dejando mis pechos expuestos porque no llevaba sujetador, me tomo de ellos y sentía una repulsión horrible, solo quería vomitar, y las lagrimas no se hicieron esperar, comencé a moverme mucho impidiéndole que me quitara los pantalones, pero eso solo hizo que se molestara aún más y terminara volteándome y dándome una fuerte cachetada que rompió mi labio, pero eso no me detuvo seguí luchando hasta que nuevamente me tomo por el cabello y me lanzo a la cama, comencé a gritar, a decir lo que fuera con tal de que eso me ayudara a librarme de lo que venía.
- Buenas noches, Señor, bienvenido.
- ¿Cómo esta todo esta noche?, en completa calma, como lo ha ordenado, todos los bares están bajo control y nada fuera de lo ordinario ha sucedido.
- ¿La chica?
- En la habitación principal esperándolo Señor, no es una prosti**ta, de hecho su vida ha estado llena da dramas, su madre pretendía venderla aquí al Averno, pero ella se escapo hace unos meses y se había estado escondiendo, Mario le ayudo con trabajo, por ello la mantenía detrás de la barra ella se niega a ser una mujer de la noche.
Yo solo escuchaba muy atento lo que me decía Filiphe mientras subíamos las escaleras para ver a la chica, me intrigaba demasiado, su pasado y su afán por escapar del lugar al que ahora había llegado y del cual sería muy difícil que saliera a menos que me convenciera de hacerlo y eso no era nada fácil, sobre todo porque en ese momento, justo antes de verla dudaba que me importara algo mas que se*o de ella. Al llegar a la puerta escuche unos gritos, quizá estaba enojada o desesperada, pero no era para que gritara de esa forma, no me agradan las mujeres que hacen dramas de todo y se comportan como niñas pequeñas, tome el pomo de la puerta, pero estaba cerrado, y los gritos se intensificaban cada vez más, vi como Agatha se acerco a mi con ojos preocupados, ¿Qué estaba pasando?
- ¿Quién esta con ella?
- Señor yo…
- ¿Quién demonios esta con ella Agatha?
Los gritos aumentaron, “NO, per favore, lasciami andare”, saque mi arma y le di un tiro a la cerradura haciendo que esta se abriera de forma estrepitosa, entonces comprendí sus gritos, Lacayus estaba sobre ella en la cama, la tenia casi desnuda y claramente contra su voluntad, ver como sus pechos estaban rosando con el torso desnudo de uno de mis guardias me causa una gran molestia, una que no me explico. EL hombre al verme lo primero que hace es quitarse de ella y ponerse la ropa lo más rápido para después hacerme una reverencia.
- ¿Sabías que esta mujer fue traída para mí?, rápidamente ella salió de la cama y trato de taparse lo más que pudo, pero estaba prácticamente desnuda – Ayuda a la chica. Filiphe fue con ella y le dio su abrigo para ayudarla a que se cubriera.
- Señor…
- ¿Sabias que esta mujer fue traída para mí?
- Lo sabia señor.
Un nuevo disparo salió de mi arma, para luego una bala atravesar la cabeza de Lacayus, haciendo que sus sesos pintaran el suelo de la habitación, Agatha gripo, un grito ensordecedor y Jocelyn, solo se quedo mirando el cuerpo frio en el suelo, no parpadeo, no grito, no lloriqueó, solo después me miro a mí, y vi en sus ojos satisfacción, la misma que había en mi cuando me vengaba de quienes intentaban hacer algo en mi contra, esa mirada me impacto, no lo esperaba, no pensé que esa seria su reacción, le hice un movimiento de cabeza a mi guardia para que la sacara de allí, cuando sus ojos y los míos dejaron de estar conectados volvía la realidad.
- Agatha, encárgate de recoger todo y que esto sea una advertencia para todos, mis ordenes se cumplen, no me importa si les agradan o no, se cumplen y listo.