CAPÍTULO 2 | ARRASTRADA AL INFIERNO

1445 Words
Vivir apartada de la sociedad por tanto tiempo fue incluso raro, pero al menos puedo decir que vivo la vida que he escogido para mi y no la que mi madre deseaba que llevara. Han pasado siete meses desde que me escape y debo admitir que poco a poco el miedo que antes tenia ahora se ha ido esfumando poco a poco con la ayuda de Mario, el hombre que alguna vez le ofreció su ayuda a mi hermana y a quien recurrí una vez me había escapado de mi madre. Es un buen hombre, es el administrador de un bar y me dio empleo, estoy blindada detrás de la barra mientras hago cocteles que me salen cada vez mejor, sobre todo porque ya he aprendido a leer y a escribir, me enamore de las matemáticas y mi maestra dice que tengo talento para la literatura, no pudo decir lo feliz que me siento de poder estar forjando mi propio camino, pero las cosas nunca se daban como deseaba, quiero ir por Kate, pero ella aun es una niña, su custodia está en las manos de mi madre y lo único que puedo hacer es esperar un poco para poder tenerla conmigo o eso era lo que yo esperaba. Todos mis planes se fueron al demonio esa noche, esa maldita noche en la que todo mi mundo cambio, mi vida dio una vuelta de 180 grados y termine en el lugar del que busque escapar durante toda mi vida. Cerca de las once de la noche, tres hombres ingresaron al bar en el que trabajaba, los típicos que veía entrar y salir cada noche buscando compañía femenina, pero uno de ellos se fijó en mí, me recorría con la mirada desde lo lejos y de un momento a otro se acerco a la barra para pedir un trago, yo se lo serví y de repente estaba pidiendo otro y otro hasta que me pidió salir de la barra, o bueno prácticamente me exigió hacerlo. - Sal de allí y ven aquí, necesito que me respondas un par de preguntas. - Lo siento, mi lugar de trabajo es detrás de la barra caballero. - Las zorras como tu no tienen establecido un lugar de trabajo en un sitio como este, te he dicho que vengas aquí no me hagas perder la paciencia. Trate, se los juro que trate de no explotar, pero si algo me ha dado la libertad es valentía, una para decir y hacer todo lo que pienso y en ese preciso momento lo único que deseaba era decirle a ese maldito que se fuera al demonio y eso fue lo que hice. - Ya le dije que mi trabajo está detrás de la barra, si desea la compañía de alguna de nuestras mujeres le puedo pedir a una de ellas para que venga y le indique el camino hacia las habitaciones, pero yo no saldré de aquí, yo no soy una zo**a. - Eres una estúpida, ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa forma?, ahora mismo vas a venir a qui o entrare por ti y te vas a arrepentir. Me quede mirándolo fijamente, mis ganas de golpearlo con una botella eran tantas que incluso aprete mucho la que tenia entre mis manos, pero me contuve hacer lo que deseaba podría meterme en problema y de paso a Mario y el no pelearme con los clientes era una de las muchas cosas que él me había pedido no hacer para evitar llamar la atención de todos. Justo cuando el hombre estaba por entrar y sacarme de allí, llego Mario. - ¿Qué sucede?, que haces montado allí baja tu culo de mi barra ahora mismo. - Mario, que bueno que estas aquí dile a esa mujersuela para quien trabaja y que salga de allí de inmediato, la deseo a ella para esta noche, no imaginas lo que quiero hacerle cuando la tenga en mi cama. - Que pena, has escogido a la única mujer de aquí que no trabaja como mujer de la noche, por lo que lastimosamente esta vez voy a tener que decepcionarte Lacayus. - ¿Qué no trabaja aquí?, entonces ¿Qué hace?, todas las mujeres de este lugar son pagadas por el Señor para complacer a sus guardias, si se te olvida tu trabajo te lo recordare, ayudarnos a bajar el estrés con compañía femenina es lo único que debes hacer, esa es la labor que cumples para la Famiglia. - Te equivocas, yo llevo las finanzas de este bar al que no solo ustedes visitan por lo que tener personal para que los ricos y adinerados que llegan se sientan bien atendidos también es mi responsabilidad, por eso ella está aquí y por eso mismo no se junta con los de tu calaña, ahora ve con devora ella te enseñara a las mujeres entre a las que puedes escoger. Todas las mujeres que trabajan aquí son hermosas, con grandes curvas y cabellos largos, con rostros de porcelana y rasgos definidos, nada parecidas a mi que apenas y logro llamar la atención de borrachos como este, o eso era lo que yo pensaba hasta que llego el día siguiente, una vez ingre al bar lo primero que vi fue a un hombre, uno muy diferente a todos lo que alguna vez habían llegado, estaba muy bien vestido, con traje perfecto hecho a la medida, espalda ancha y fornida, cabello oscuro y ojos que parecían reflejar el infierno. - Filiphe, que sorpresa verte aquí, ¿Deseas algo en específico?, te lo traeré de inmediato. Mario estaba como nunca muy amable con los hombres que llegaban al bar, sobre todo porque lo único que tenia en común con los demás eran esas relucientes mancuernas que desde lejos se notaban que eran oro, y de ellas resaltaba una imponente “AL”, todos hasta el idiota que estuvo aquí anoche la tenía, por lo que asumí que todos trabajaban para la que llamaban la Famiglia, los Angelucci Di Lombardi, los Capos de la mafia italiana, y quienes controlan el país a su antojo desde hace muchos años, el poder y la riqueza que se dice tienen es inmensa e insuperable, pero verlos en persona es casi imposible, solo aquellos que tienen la confianza y son considerados dignos pueden trabajar directamente con ellos, del resto todos son lacayos que cumplen funciones menores como Mario y por debajo de él estamos personas como Yo. - Si deseo un trago, un wiski seco, sin hielo. Mario me hizo un movimiento de cabeza y de inmediato me puse a prepararlo, un trago simple sin mucho que hacer, a decir verdad, pero los ojos de ese hombre sobre mi mientras yo le servía me colocaron un poco nerviosa, al punto que al poner al vaso frente a él vio como mi mano temblaba un poco. - El nerviosismo no es normal en una prost**uta de lugares como este. - Bueno, ha de ser porque no soy una de ellas, yo solo sirvo los tragos. Mario trago salivaba en seco y cerro los ojos, allí me di cuenta de que algo no estaba bien. Hasta donde yo tenía entendido las mujeres no salían de ese lugar, solo yo entraba y salía porque no vivía allí, pero lo que no sabia era que eso estaba prohibido, más que un bar ese sitio era un prostíbulo, uno en el que, pese a que estuvieras o no detrás de la barra todas prestaban servicios s*x*uales, pero yo era la excepción una que no les agradaba. - Creí que lo que Lacayus fue a decirme era mentira, que estaba muy tomado y que decía incoherencias sobre lo que estas haciendo. - Filiphe yo… él hombre levanto la mano para que se callara. - Yo hago el trabajo de mantener las cosas en orden en busca que nada de esto llegue hasta el Señor, él te ha dado su confianza y tu las roto de esta manera, esta mujer no debería estar aquí y lo sabes va contra las reglas. - Vamos, ella solo necesitaba ayuda le di trabajo eso es todo. - Sabes cual es el único trabajo que se le puede ofrecer a una mujer aquí, por lo que. Se volteó hacia mí, hizo un movimiento con sus dedos y dos hombres me sujetaron – Ya que ella desea trabajar para la Famiglia, lo hará, pero cumpliendo las normas. Mario se quedo estático, solo vio como yo fue arrastrada de ese lugar, patalee, grite, aruñe, di toda la pelea posible, pero termine siendo metida en la cajuela de un auto, uno que me llevó hasta el infierno.
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