Vi salir a mi hermano sin ella, pensé que quizá estaba haciendo su maleta, pero cuando note que Carlo daba la orden para que todos volviéramos a loa autos de regreso a la Toscana no podía creerlo, ¿Se había quedado? ¿Acaso estaba loca?, nadie en su completo sano juicio y que le ofrecieran algo como lo que a ella quería quedarse en ese lugar. La mansión no solo tenia una aspecto tenebroso, en realidad allí a dentro las personas sacaban lo peor de ellas mismas, dado que era matar o morir, tú vida o la de quien fuese que seria tu oponente, no había manera de que estuvieses en ese lugar sin ensuciarte las manos de sangre, por lo que el solo pensar que ella había decidido de manera voluntaria quedarse se le hacía imposible, podría estar enojada, pero no era una estúpida.
- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está ella?
- Ha decidido quedarse. El Capo se encogió de hombros.
- ¿Qué? ¿Quedarse?, no me vengas con eso, sabes perfectamente que todos los que están allí adentro, nadie quiere quedarse en ese lugar. No tuvo reparos en hacer mala cara y mostrar su enojo – Mejor dime la verdad, ¿Qué le has dicho para que decidiera hacer una estupidez como esa?
- Yo no le he dicho nada, te he dejado claro que seria ella quien decidiera y de esa forma ocurrió, no vengas con cosas que no son ahora, si tanto te importa debiste hacer por ella lo que Roxana, esa es la única y verdadera razón por la que se quedó.
Me quede en silencio, el que me recordara lo mal que había hecho no me alegraba para nada, se que soy una persona egoísta y que solo piensa en si mismo y el que me lo recuerden de esa manera no era algo precisamente agradable, menos cuando sé que en realidad lo que tanto él como mi cuñada me dicen es la verdad, pero aun así no me puedo creer esa ridiculez de que quiso quedarse en ese asqueroso lugar, ni yo que tuve que entrenar en ese sitio durante años y que podía salir a mi voluntad me sentía cómodo, lo odio sus malditas pareces negras son una prisión que juega con tu mente y te enloquece.
- No me vengas con eso, de verdad crees que me comeré el cuento que ella quiso quedarse en ese infierno.
- Quizá, hermano, cree que estar contigo se siente más como un infierno que esa fría casa, después de todo ella no ha vivido mucho fuera del encierro de su madre por lo que estar encerrada allí podría resultarle familiar e incluso acogedor, no lo sé, ese chica tiene algo en los ojos que dice que esta dispuesta hacer lo que sea con tal de que su hermana este bien y no quiere que eso sea considerado como un favor, ella desea ganarse las cosas por merito propio, así que si, ella lo decidió.
No me quedaría quieto, subí a esa auto más por deber que porque lo deseara, no necesito estar con él para entrar allí cuando yo quiera, y hare lo que tenga que hacer con tal de sacarlo de ese lugar, sobre todo porque no me interesa que se encuentre envuelta con lo único bueno que hay en ese lugar y son los juegos s*x*ales. Las reglas son estrictas, pero hay tres noches en los que todos puedes hacer lo que deseen mientras que eso no signifique que dañaran a nadie, por lo que de inmediato lo primero que se hace es pasar de una torre a otra y compartir la cama hasta el amanecer, y es de lo más excitante, las orgias y los momentos tan maravillosos, no tienen idea lo que sin capaces de hacer las mujeres cuando llevan tanto tiempo sin ser bien atenidas, y más si son tan lujuriosas y cargadas de estrés e incluso adoloridas por las grande y extenuantes jornadas de ejercicios y combates que tenían al día cuando llegaban a los últimos meses de entrenamiento cuando estar por enfrentar su combate final. Pensar en ese me hizo imaginar a Jocelyn con su hermoso cuerpo desnudo, esbelta y preciosa como siempre, siendo tocada por otras manos que no son los mías, y siendo penetrada por alguien más.
Eso hizo que sintiera un amargo en la garganta y un nudo incomodo en la boca del estomago que hizo que sintiera repulsión, nunca en mi vida eh celado ni sentido celos por nadie, sobre todo porque todas aquellas que son solo mías saben que no deben ser tocadas por nadie más, conocen las consecuencias, por lo que nunca he tenido la necesidad de hacer nada de eso. La noche nos tomo en el camino por lo que tuvimos que quedarnos en la cabaña de los viñedos, un hermoso lugar que esta lleno de una tranquilidad que no vivimos a diario.
- Se que estas molesto. Fue lo primero que dijo mi hermano cuando entramos a la estancia – Pero debes admitir que te equivocaste, si le prometiste algo debiste cumplirlo, hay veces que tu palabra debe ser para todos aquellos que te importan, no solo para tu familia.
- ¿Importarme? ¿Estas insinuando que ella me importa?, no seas ridículo.
- ¿Ridículo?, eres consciente que esa palabra puede costarte la lengua.
- Decirte lo que pienso es una de las ventajas de ser tu hermano. Ambos se rieron, no discutían, ambos siempre habían sido muy unidos y pese a las muchas circunstancias difíciles que habían vivido, permanecían siendo como uno mismo.
- Hay cosas que han estado pasando en Inglaterra, cosas que no son buenas. Lo miro con pesar, la vida que tenían con su hermana no era precisamente la mejor, menos desde que ella se había escapado y dejado a su familia sola en Palermo.
-
Por lo menos Isabella, está feliz con su padre, me alegra mucho que mi pequeña sobrina al menos no tenga que lidiar con toda la mierda que ella esta haciendo.
Los hermanos ni siquiera mencionaban su nombre, lo habían repudiado al punto que hacían como si la sangre que corría por sus venas no fuese la misma que por las de ella. Habían cotado toda relación, aún más cuando estaba metiéndose en sus negocios para respaldar a su nuevo esposo.
- Sí, fui a verla hace unos días y esta preciosa, aman a sus primas y eso es divino, no sabes como amo que la relación entre ellas sea de esa forma, después de todo en ellas recaerá todo el poder que ahora poseemos, pero no te negare que me preocupan los nuevos acontecimientos.
- ¿Qué sucede? La cara del Capo le había dejado ver que en realidad estaba preocupado.
- Está esperando su segundo hijo.
Me levante de golpe, ¿Cómo se había atrevido a tanto?, darle un segundo hijo a ese hijo de perra que lo único que deseaba era acabar con el apellido Angelucci, y ella segada por la estupidez del amor ahora le estaba dando dos fuertes armas para hacerlo, sus hijos, unos que dentro de unos años vendrían a reclamar lo que creerían suyo, sin conocer de las reglas de los italianos, unas que los repudiaban como bastardos desde el primer momento en el que su madre había decidido dejarlo todo por irse detrás de una ver*a.
- Lo sé, pero lo peor de ello, es que ha enviado a Roxana una invitación para que sea la madrina del nuevo bebé, parece que nacerá pronto.
- Que maldita bajeza, se larga de aquí como una pu*a y se atreve a amenazar a la regina y con nuestras tácticas, no puedo creer que esa mujer tenga nuestro nombre. Se paso las manos con violencia por el cabello – Filiphe irá contigo, se quedará con la Regina hasta que estemos seguros de que el peligro ha pasado.
- ¿Acaso te preocupas por mi esposa Mauridcio?
- Pueda que no me agrade, pero ella es mi familia, mi Regina y madre de mis sobrinas, nunca podría permitir que la lastimen, ella es el pilar de todo lo que somos.
Carlo sonrío, le agrado mucho que dijera aquellas palabras y que dejara claro que siempre estaría primero la seguridad antes que cualquier sentimiento de rencor o enojo, así debía ser siempre entre ellos, porque al final del día solo podían confiar entre ellos mismos.