¿Nos descubrió?

1628 Words
— ¿Qué rayos pasa con el profesor Serrano? — Figurativamente pude escuchar el vidrio quebrarse a mí alrededor. — ¿Qué viene ese tipo al caso? — Respondo de mala gana, parándome a buscar otra cerveza. Fanny se acomodó sobre la cama, hasta quedar sentada en posición de buda, acusándome con la mirada, trababa de traspasarme, ver en mi interior, sin embargo, no importaba cuanto grado etílico hubiera en mi sangre, jamás le contaría lo que estaba pasando con Leonel. — No seas así, dime que está pasando con ese imbécil. Estas muy rara ¿Y el espectáculo de hoy? Parecía una escena de celos — Reprocha entre dientes, para que la vieja chismosa no pueda oírnos. — Deja de ver telenovelas juveniles, ya andas viendo drama donde nos los hay — Resto importancia a su comentario. — ¡Ay mamita!, tú podrás estudiar para psicóloga, pero yo seré abogada y mi trabajo es detectar cuando alguien mientes y tú, hueles a puro engaño — Sostiene la mirada. — ¡Ay ya Fanny por favor! No eres mi madre, si te digo que no pasa nada, no pasa nada ¿OK? — — ¡Esta bien, está bien! Como quieras, sigue engañándote a ti misma, igual cuando necesites una amiga allí estaré, después de decir “Te lo dije” — — ¡Como quieras! Me iré a dar una ducha — Mientras tomo el baño, pienso en que tal vez la carga sea más llevadera si la comparto con alguien, pero, al mismo tiempo, no quiero que ellas se enteren de la clase rollo en el que estoy metida, menos, porque siempre me han tildado de señorita perfecta por vivirlas aconsejando. — ¡No permitiré que me agarren de burla! — cierro el agua y salgo de la ducha. En el cuarto, me consigo a Fanny profundamente dormida, atravesada a lo largo de la cama — ¿Y esta qué? — me digo cruzando de brazos y torciendo los ojos. No me queda más remedio, que acomodarla hacia a un lado, para poder dormir; admito que me costó mucho trabajo, porque estaba bastante pesada, pese a ser una chica delgada — ¡Lo que me faltaba! — Tiro la vista en dirección de la mesita de noche y veo los libros que se supone debía estudiar para seguir con el proyecto de la clase de la Prof. Martínez — ¡Diiioss! — exclamo como quejido. Por estar distraída, relajándome con mi amiga, no pude avanzar nada, el tiempo se está agotando y me enfrento por primera vez a la posibilidad de aplazar una asignatura. — Me tire el promedio — Exclamo. No viendo otra alternativa, me quedo despierta casi toda la noche poniéndome al día. Resulto ser la única forma para olvidarme del lio con Leonel y de la culpa por jugar con los sentimientos de Adrián. Todo marchaba bien hasta que entro un mensaje en mi celular. “Buenas noches hermosa, no puedo dejar de pensar en ti, me has hecho el hombre más feliz del mundo, soy muy afortunado de que me aceptaras, mañana paso por ti, para llegar juntos a la universidad. No acepto negativas” — ¿Ahh? No, ahora que voy hacer — pienso a punto de entrar en crisis mientras Fanny duerme plácidamente. Nunca antes he estado en una relación, ni siquiera sé cómo debo comportarme — No me gusta — pienso. De un momento a otro, me siento en una jaula, Adrián es un chico lindo, debería estar emocionada porque, me trata bonito y se preocupa por mí, es detallista y todas esas cosas que se supone las mujeres anhelamos de un hombre, pero no es el caso. Por otro lado, el recuerdo de Leonel me está volviendo loca, añoro sus caricias, su modo autoritario de hacerme entender las necesidades mi cuerpo, esa manera dulce pero sensual con la que me trataba en la intimidad y por supuesto, todo el placer que fue capaz de brindarme. — ¡Soy una estúpida! — Exclamo y en eso recuerdo que no estoy sola. Agotada, me acuesto en un ladito de la cama por un tiempo corto, pues el despertador no tardo en sonar… Esa mañana le dije a Fanny que saldríamos temprano, estuvimos listas mucho antes de la hora y sin perder tiempo, partimos al campus. — ¡Desayunaremos allá! ¡Muévete! — Le digo. — ¡Ya voy! Pero que mandona — Tenía pensado ir directo a la universidad, pero luego recordé que no quería comer en el cafetín, haría lo imposible por evitar a Adrián, así que de camino paramos en una panadería por algo rápido de comer y seguimos. — ¿Podrías bajarle a la música? La cabeza me va a explotar — dice Fanny. — ¡Ja, ja, ja! Nadie te mando a beber tanto — Le digo divertida. — No sé cómo puedes estar tan tranquila, ¿Eres de otro planeta? — — ¡Ay no te quejes! Que tú por lo menos dormiste, aquí donde me ves estoy muerta de cansancio, pero no me ando quejando ¡Así que acomoda esa cara! — me torció los ojos. De todas formas, acabé bajándole a la música. Llegamos justo a tiempo para la primera hora, quedamos de vernos a la hora del almuerzo, por lo que salí directo al aula 12 sin mirar a los lados. Durante la clase, el profesor Sotillo, explico algunas cosas bastante interesantes, sobre la educación emocional y como nos nuestros hechos presentes están vinculados indirectamente con alguna carencia de nuestra infancia, resaltando nuestra incapacidad para conectar ambos eventos. — ¡Los invito a hacer una retrospectiva bachilleres! Analicen el tema y nos vemos en la próxima clase — dijo tomando su portafolios y saliendo del salón. — Entonces ¿Cuál carencia de mi infancia me habrá metido en este lio? — Hago un vago esfuerzo por aplicar mi aprendizaje a mi desastre de vida, pero no es tan fácil. Sin embargo, estaba dispuesta a recuperarla justo como era antes, por lo que dedique toda mi atención a la siguiente materia, en los ratos libre trabajé en el proyecto y eso me dio tranquilidad. En el momento en el que quise, investigar un punto en mi celular, caí en cuenta que lo había dejado en casa — ¡Diablos! — Exclamé de golpe — ¡Bueno ya ni modo! — Seguí en lo que estaba hasta que se hizo la hora del almuerzo. Antes de levantarme, me estiré un poco en el asiento, llevaba mucho rato sentada, así que libere tensión de esa manera. Acto seguido, me fui directo a la fuente de la entrada. — ¡Jenny! ¿Por qué no contestas el móvil? — me intercepta Fanny antes de llegar. — ¡¿Puedes creer que lo deje en casa?! — arrugo la cara. — Llevo veinte minutos esperándote, ¿Qué tanto hacías? — — Lo siento, se me fuera la hora investigando — Torció los ojos, mejor dicho todo el rostro — ¡Ay ya, perdón! — — Estaba súper aburrida, Libia no vino hoy, la barriga le está pegando más de la cuenta — — ¡Uy pobre! Deberíamos ir a verla más tarde — En eso, mientras vamos caminando al cafetín nos conseguimos directamente con Adrián que luce bastante molesto. — ¿Por qué no contestas mis llamadas? — Me reclama. — ¡Disculpa bello! Olvide el celular en casa — — ¡Eso es todo! Esa es tu disculpa, pase una hora en la mañana fuera de tu casa, se supone que vendríamos juntos a la universidad — La cara se me iba a caer de la pena, lo había olvidado por completo. — ¡Lo siento! Olvidé, de verdad perdón — — No es justo, se supone que por lo menos debías tener la cortesía de avisarme — — ¡Bello por favor cálmate! Estas haciendo Show en el campus y eso no me gusta — — Poco me importan lo que piensen los demás, que no entiendes que me plantaste, quede como un idiota con la señora de la residencia — Estaba furioso, era la primera vez que lo veía así y aunque tenía razón, no me gustaba su actitud. Fanny observaba incrédula lo que veía — ¡Vamos relajados! Podemos hablar de esto por allá — Intento mediar. — ¡No te metas! En tal caso, solo lo hablaría con Jenny — mis ojos se abrieron como platos. Antes que a Fanny se le fuera a salir la fiera dormida que lleva por dentro, hale a Adrián del brazo y me lo llevé a otro lado del patio. — Ahora sí, te agradezco que te calmes. Ya me disculpe, no creo que esa sea la manera de tratarme — Estoy molesta. — Estaba angustiado por ti, no aparecías, anoche te envié un mensaje y no respondiste, ¿Cómo quieres que este? ¿Acaso estás jugando conmigo? — La expresión de su rostro, reflejaba muchas emociones juntas, que me costaba leer, la más resaltante, miedo. Supongo que le daba terror escuchar mi respuesta. Incapaz de responder guarde silencio. — ¡Vamos Jennifer! ¡Responde! — Alzó la voz. De nuevo un escándalo en el campus en donde mi nombre sale a relucir. Justo en ese momento, de la nada aparece Leonel, imponente y con cara de pocos amigos. — ¿Qué significa este escándalo bachilleres? — Volteo a mirarlo avergonzada. — No pasa nada profesor, no se preocupe, todo está bien ¿Cierto? — Le hago señas a Adrián, que parece ignorarme. — Ese no es su problema, mejor váyase a otro lado — Responde desafiante, el semblante de Serrano se torna sombrío. — ¡Dios mío! Que no vayan a cometer una estupidez —
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