Los chicos estaban encima de él en segundos, moviéndolo al sofá y manteniéndolo bloqueado en su lugar sujetando sus brazos y piernas. Sus lobos querían su sangre, pero una muestra de poder de Moonlight los detuvo y solo se quedaron vigilando. Si les daba la señal, lo despedazarían sin remordimientos. Olivia temblaba en mis brazos, pero no estaba seguro si era por miedo o por los remordimientos que se repetían en su cabeza. —Responde a tu Luna —gruñó Duncan mostrando los dientes frente a Tiberius—. Dile por qué nos traicionarías, por qué a ella, que vino de una manada que la golpeaba todos los días de su vida. Una manada que la robó de su familia y le mintió durante toda su vida. —Tienen... —Tragó saliva y buscó con la mirada un rostro amistoso, pero no encontró ninguno y clavó sus ojos