—Amelie… Amelie… ¡Amelie…! —Manolo alzó la voz para llamar la atención de Amelie quien miraba un punto fijo de la pared, sumergida en sus pensamientos. —Lo siento, ¿Qué decías? —Manolo la miró con reprobación. —Así no se puede trabajar muchachita —gruñó —¿en que o quien estás pensando? Amelie abrió los labios para decir algo, pero se quedó en silencio. —Es extraño que ya van dos días en los que Izan no viene a D&B, ¿no crees? —Manolo se puso de pie, con las manos en la cintura a manera de reprimenda. —Amy… Amy… Amy… si tu madre se entera que fantaseas con el enemigo, se volverá loca, literal… —Pero tú no le dirás o ¿sí? Manolo no dijo nada, sólo hizo como si sellara su boca en forma de cierre y tirará al aire una llave imaginaria. Amelie sonrío. Manolo era la única persona en la