Las caricias y besos en todo su cuerpo se prolongaron hasta ya altas horas de la madrugada. Amelie nunca se imagino perder la virginidad con el hombre que tanto daño le hizo en el pasado. Izan era una bestia en la cama, no supo en que momento quedo dormida y exhausta, como tampoco supo en que momento se dejó llevar por tanta pasión y desenfreno. Cuando despertó y abrió los ojos extendió su brazo pensando que era su pequeña cama, pero de inmediato recordó donde estaba. Inclino un poco la cabeza, para ver el otro lado, pero no había nadie. Se llevó las manos al rostro, se sentía algo culpable por lo que había pasado pero también tenía escenas de la noche anterior que de sólo recordarlas toda su piel se estremecía de nuevo. ¡Había tenido sexo con Izan Becker! Se sentó sobre el colchón tapando