Nunca hubiese imaginado cuando comencé una relación con Nicolae Maximoff que en un futuro solo de verlo se me endurecerían las facciones de furia, mi vista se pondría borrosa de ira y mi mente solo pensaría en asesinarlo de las peores formas. Me paralizaba, no porque le temiera, sino porque temía de lo que yo podría ser capaz al enfrentarme a él. Expiaba culpas desde hace años, dormía mal, me era imposible confiar en las personas y la tortura mental que experimentaba había comenzado desde que esos iris azul profundo habían puesto su mira en mí. — ¿Jessica? —entrecerró los ojos, como si no pudiera acreditarlo —. ¿Qué haces aquí? — ¡Suéltame! —dije, haciendo un movimiento brusco para soltarme de su agarre mientras el miraba a sus alrededores buscando la persona que me había acompañado. Cu