Observar dormir a Jessica plácidamente era catártico, quisiera que todas mis mañanas pudieran ser de esta forma pero mientras se negara en admitir que nuestra relación de amistad había cambiado después del viaje a Miami, supongo que tendría que disfrutar los pocos ratos que pasábamos en soledad. Quizá era un iluso, todavía tenía la esperanza de poder tener estabilidad en nuestra relación y que ella quisiese formar parte de ello sin que la obligara su padre.
Analice cada detalle de su rostro con detenimiento. Su nariz pequeña y perfilada, sus mejillas sonrojadas por el calor que le transmitía mi cuerpo, esos labios tan apetecibles.
En tan solo un segundo, sus ojos se abrieron y pude deleitarme con la mirada de esos dos Iris verdes tan hermosos.
—Realmente odio cuando me observas como psi
