Capitulo 2

4818 Words
Aun no paraba de llover, cuando Sam iba caminando hacia el colegio. Era jueves, su día favorito porque veía las dos clases que amaba: historia del arte y literatura. Además, en el restaurante italiano donde trabajaba, era día de lasaña, su comida predilecta. Él nunca comía en el colegio, esperaba llegar a su trabajo y comía todo lo que podía, principalmente parte de las sobras, o algunos platos que clientes no terminaban de comer.   Llegando al colegio se topa con Sofía, la chica se encuentra junto con un grupo de chicos, hablando de lo que parece un tema gracioso, porque todos reían constantemente, ella voltea sus ojos en dirección a Sam, y luego de cruzar miradas, sigue conversando con sus amigos en un claro intento por ignorarlo.   Sam se encoge de hombros al recordar lo ocurrido, es por eso que también intenta olvidar el asunto, y seguir su camino como si nada hubiese pasado. Cuando entra en el salón, se da cuenta que hay un profesor diferente. Ya no es la señora Rangel, ahora es un hombre pelinegro de ojos verdosos, que vestía con una franela manga larga gris y pantalones negros. Usaba unas zapatillas Converse negras, que le hacían dar un look relajado. El nuevo profesor estaba de pie, leyendo lo que parecía ser la lista de estudiantes de su clase.   Cuando casi todos los asientos estuvieron ocupados, el profesor se presentó:   — Buenos días alumnos, yo seré su nuevo profesor de literatura e historia del arte, para los que ven esa clase también. Mi nombre es William Hudson, y no soy ingles por si alguno se está haciendo esa pregunta por mi acento, soy escocés. Su antigua profesora ya no la veremos por aquí, tuvo que ausentarse por razones personales, así que me tendrán que soportar el resto del año escolar — Recita el profesor, paseándose de un lado a otro en el salón.   Él pudo ver, como algunos alumnos hicieron expresiones de fastidio en medio de su discurso de presentación, un hallazgo que le causó gracia, por observar aquella reacción en los chicos.   —Ok muy bien, saquen sus lápices, borradores les haré un examen rápido, para ver cómo están en literatura, y que tanta atención le prestaron a la profesora Rangel — Comentó seriamente con los brazos cruzados, escaneando cada rostro de los alumnos sentados en su clase.   — ¡¿Qué, un examen?! ¡Nadie nos avisó que teníamos un examen, no es justo! — Se quejó un chico en el fondo.   — Deje de quejarse señorito... Rondón, si prestaste atención a las clases, e hiciste alguna de tus asignaciones, no tienes nada que temer — Indica el profesor, mirando la hoja con los rostros y nombres de cada uno de los alumnos de su nueva clase.   El profesor comenzó a colocar el examen en cada uno de los asientos de los chicos, dirigiéndose a su escritorio para vigilarlos mientras lo realizaban.   — Ni piensen siquiera en copiarse, cada examen es diferente, así que no tendrá ningún sentido — Aseguró el profesor William, cruzándose de brazos con una sonrisa maliciosa en su rostro.   Algunos alumnos lo miraron con expresiones toscas, mientras que otros simplemente se encogieron de hombros, y comenzaron a realizar el examen.   Habían transcurrido 10 minutos, cuando el profesor se dio cuenta que uno de los chicos que estaba cerca de la ventana, en el último puesto de la fila ya no movía el lápiz, y simplemente veía el paisaje de afuera por la ventana, el chico no le parecía del tipo aplicado. Sin embargo, algo en él le resultó familiar... un hallazgo que decidió pasar desapercibido, para enfocarse en lo más importante, que era su clase en ese momento.   — Y este ya se rindió, ni siquiera le interesa hacer la prueba, estos chicos de hoy en día... —pensó el profesor.   Una vez más, paseo su mirada por todo el salón de clases, sintiendo la necesidad de detenerse nuevamente, en aquel chico curioso y perezoso de la última fila, aún tenía el cabello mojado por la lluvia, completamente alborotado, su piel era tan blanca como los papeles en el escritorio, seguramente por el frío que quizás sentía, por estar aun algo húmedo. Pero lo que más le llamaba la atención, eran los moretones que tenía en toda su cara.   — Además de perezoso, parece ser un busca pleitos — Pensó mientras negaba con su cabeza de manera decepcionada.   Pasaron 30 minutos, y el profesor decidió que ya era hora de terminar la asignación.   —Muy bien eso es todo, ya voy a recoger sus exámenes. Si no recordaron nada en 40 minutos, mucho menos ahora — Dijo el profesor en un tono aburrido, mientras les arrancaba las hojas de las manos a los chicos.   Con todas las pruebas en su poder, se le antojó comenzar con el examen del chico perezoso que se rindió, luego de apenas 10 minutos de examen. Su nombre era Samuel Coling, buscó entre todas las hojas ese nombre y lo consiguió, para su sorpresa había respondido todas las preguntas, y para su mayor asombro, todas eran correctas, no podía creerlo. Al instante se sintió algo mal consigo mismo, por juzgar al chico solo por su aspecto.   Sin dejar de corregir el resto de las evaluaciones, se detenía ocasionalmente para vigilar a los alumnos. Algunos hablaban, otros escuchaban música, y unos cuantos simplemente estaban hipnotizados con sus teléfonos celulares. Pero el chico del cabello húmedo y alborotado, seguía viendo por la ventana ensimismado entre sus pensamientos, el profesor William comenzó a observarlo detenidamente una vez más.   — ¿Qué pensará tanto ese chico? quizás él no sea del tipo busca pleitos, luce muy "frágil" si lo ves claramente, además obtuvo la nota más alta en mi examen sorpresa, lo que significa que es inteligente, por ende, es del tipo que molestan en clase... de ahí vienen esos golpes en su cara — Pensó el profesor que le encantaba estudiar a las personas, y hacerse toda una película mental de sus vidas.   Después de culminar con las correcciones de aquella evaluación relámpago, fue llamando a los alumnos uno por uno, para que buscaran sus exámenes con decepcionantes notas. Cuando fue el turno del " chico perezoso", el profesor le dijo con una sonrisa en su rostro:   — ¡Felicitaciones! fuiste la nota más alta. Hubieses entregado el examen media hora antes— Halaga el profesor, al chico que, por su expresión corporal, pareció asustarse por sus palabras.   — Lo lamento profesor... no quería levantarme y ser el bicho raro que termina una prueba en pocos minutos — Contesta el chico en un hilo de voz, mientras se encogía de hombros.   — Ya veo... ok, toma asiento — Espeta el profesor con cierta dureza en su tono de voz, señalando con su vista el asiento del jovencito.   — Los adolescentes, siempre con su afán de querer encajar dentro de las masas — Piensa el pelinegro, mientras Sam se dirigía a su asiento.   Cuando el chico se encaminaba hasta su lugar, el curioso profesor pudo notar con más detalle lo desaliñado que lucía el muchacho. Llevaba puesta una franela de color marrón tres tallas más grande, claramente desgastada por el constante uso, la cual aún se encontraba mojada por la lluvia, y un jean gris que en su mejor momento fue n***o.   — Seguramente tiene frío — Se dijo en pensamientos el detallista profesor, haciendo un mohín mental en sus labios.   Así mismo, continuó dando la clase hasta que el timbre sonó, y todos los chicos comenzaron a salir desesperadamente, excepto uno.   — Oye ¿no piensas salir? — Preguntó amablemente el profesor, mientras recogía los papeles del escritorio.   El chico alzó su mirada hacia él mayor, y negó con la cabeza.   — Me quedaré aquí... esperare la clase de literatura — Explica Sam mientras veía sus manos sobre la mesa del pupitre.   Poco a poco, el chico castaño comenzaba a tornarse nervioso.   — Pero la clase comienza dentro de 30 minutos... ¿Vas a esperar todo ese tiempo aquí? —preguntó el hombre con cierta incredulidad.   —Solo quiero terminar de leer mi libro... a esta hora no puedo entrar a la biblioteca, aquí no molesto a nadie, profesor — Expresa Sam encogiéndose de hombros.   Pero después de pensarlo mucho, Sam levanta su mirada hacia el profesor.   — ¿Puedo quedarme? Por favor... — Susurra el chico en tono de súplica.   Un par de grandes ojos celestes se dirigieron fijamente a la vista del profesor, el cual no pudo hacer nada ante tan expresiva mirada. William se hizo tantas preguntas en ese momento, pero ninguna tenía que ver con la petición que, hacia el chico, para quedarse unos minutos en el salón.   — ¿Quién te hizo eso en la cara? — Preguntó el profesor señalando los moretones en el rostro de Sam.   El muchacho desprevenido por aquella pregunta, desvío su mirada a otro lugar, sintiendo como su corazón comenzó a galopar con rapidez dentro de su pecho.   — Yo... soy muy torpe. Me caigo y me lastimo todo el tiempo — Respondió Sam con un tono nervioso, mirando hacia el suelo.   — ¿Cómo te caes? ¿Dónde te tropiezas todo el tiempo? — Preguntó nuevamente el profesor, con cierto escepticismo y una sonrisa burlona en su rostro.   — En.…mi casa profesor — Musita el chico.   — ¿En tu casa?... — Cuestiona William con sorna — Y tus padres ¿No han tomado cartas en el asunto? puede que tengas problemas en la vista por tanto leer — Dijo en tono sarcástico, sin ocultar esa incredulidad en su mirada, ante las palabras del jovencito.   El castaño miró al profesor nuevamente, con una débil sonrisa que se desvaneció instantáneamente, cuando bajó su mirada hacia la mesa del pupitre donde estaba sentado. William pudo observar, como el chico se quedaba inmerso en sus pensamientos, con una expresión muy triste y desolada en su rostro. El profesor sabía que algo le ocurría a ese niño, asumía muy en el fondo que mentía acerca de ser torpe.   Sin disimulo alguno detallaba al chico, notando que su cabello ya se encontraba seco, era de color castaño, de la misma tonalidad de la terrible franela marrón, con la cual cubría su delgado torso, color que resaltaba por lo pálida que era su piel. Mientras lo observaba, veía como paulatinamente Sam se sumergía más y más en sus pensamientos, mientras su rostro se apagaba con cada minuto que pasaba.   — ¿Que podría estarle sucediendo a ese chico? — Se preguntó el profesor para sus adentros.   — Creo que debería irme... sé que no me permitirá estar aquí. Iré en otro lugar en el tiempo que me falta — Dijo finalmente Sam, mientras torcía su boca para formar una sonrisa, levantándose de su asiento.   — ¡Espera! puedes quedarte si gustas, solo son 15 minutos sin mencionar que no hay problema, si eres tú nada más. Te veré en la clase de literatura, es en el salón 32-B del tercer piso.   Sam cuando escuchó que el profesor le dio permiso, sonrió de la alegría.   — Muchas gracias, profesor. Y yo sé cómo llegar a la clase de literatura, porque el único cambio que han hecho es...usted — Responde Sam sin mirar al pelinegro.   — Oh, eso es cierto ¡Ja!... bien, disfruta tu libro... nos vemos luego — Exclamó el profesor sin quitarle la mirada al chico, que se sentaba nuevamente en su asiento, de una manera más alegre.   — Gracias por permitirme estar aquí un rato más profesor, nos vemos luego — Agradeció Sam, despidiéndose con una de sus manos.   William se despidió de igual forma, saliendo del aula.   — Que niño tan extraño... — Pensó mientras se dirigía al salón de profesores, a buscar el material para su siguiente clase.   Cuando llego al salón, se percató al instante de lo pequeño y algo abandonado que estaba el lugar. Era una sala de unos 4 metros cuadrados sin ventanas, con un mueble de cuero en el centro, al fondo había una máquina de café, que no respetaba las normas de salubridad e higiene, una mesa en la esquina con 4 sillas a su alrededor, y justo al frente se encontraban todos los casilleros, donde los profesores guardaban sus pertenencias. en uno de ellos, ya estaba colocado el nombre del profesor William con sus iniciales.   — ¿Quieres café? — Ofrece repentinamente un hombre de estatura baja, y lentes enormes que sostenía dos vasitos plásticos, llenos de café.   William se voltea viendo al sujeto, y después que lo ha inspeccionado de pies a cabeza, le sonríe cogiendo uno de los vasitos.   — Si, muchas gracias. Me ayudará con el frío — Asiente William amablemente.   — Usted es el nuevo profesor de literatura e historia del arte, si no me equivoco... mucho gusto soy el profesor de filosofía, mi nombre es Richard — Se presenta el otro profesor, de manera muy amigable y jovial.   — El gusto es mío, mi nombre es William ¿Cómo sabe que daré clases en esas materias? —Pregunta, con mucha curiosidad.   El profesor Richard esboza una pequeña sonrisa, mientras sopla el vasito de café   — Aquí nos enteramos de todo William... — Responde tomando un sorbo de su bebida oscura — ¿Le puedo decir William, cierto? — Pregunta dándole unas palmadas en el hombro al profesor.   — Puede llamarme así. Ese es mi nombre, si mal no recuerdo — Asegura William en tono de broma.   — ¡Perfecto! es que detesto eso de tutearse de profesor esto, profesor lo otro, llega un momento que te cansas del asunto, ya con los alumnos tienes suficiente ¿no crees? — Comenta Richard.   — Si, tienes toda la razón. En caso es igual, a mí tampoco me gustan las formalidades, eso lo dejo cuando estoy cerca de algún jefe — Comenta el profesor William, riéndose y terminando de tomar su café con un largo sorbo.   — Así es, creo que nos llevaremos bien William. Oye, quisiera quedarme más tiempo a conversar, pero me tengo que ir... tengo una clase con los demonios de último año — Explica entre un suspiro cansado, mientras recoge sus carpetas de la mesa.   Cuando de repente una de las carpetas cae al suelo, esparciendo todos los papeles por doquier.   — ¡Oh, mierda! — Exclamó el bajito profesor, mientras se agachaba para recoger su desastre.   — Tranquilo, te ayudaré — Intervino William ayudándole a recorrer todos los documentos. Cuando en eso vio que uno de ellos, decía el nombre del chico solitario de la clase de literatura.   — Samuel Coling — leyó el de ojos verdes en voz alta — está en mis dos clases también, parece que le interesan mis asignaciones. — Comentó muy sonriente.   El otro profesor que estaba muy ocupado recogiendo sus cosas, decide mirar de soslayo a William, después de haberle escuchado.   — ¿Samuel Coling?... oh si, el de penúltimo año. Es uno de los mejores de mi clase, aunque su personalidad es extraña, si no fuera por sus buenas notas, ni si quiera notaria su presencia — Comenta mientras terminaba de ordenar sus cosas en el suelo sin mucho entusiasmo.   — Ya veo... —Farfulle William de manera pensativa — Me preocuparon un poco sus golpes en la cara — Confiesa sin dudarlo.   — ¿Golpes en la cara? — El profesor Richard se detiene por un momento — oh si, si ya lo recuerdo... disculpa no tengo buena memoria para recordar el rostro de cada mocoso, y si mi memoria no me falla, desde que le doy clases a ese Coling, siempre esta así, con la cara toda marcada, seguramente las cosas no andan bien en su casa, como te dije anteriormente, él es tan invisible ante todos, que ni siquiera los busca pleitos de la escuela lo molestan — Confiesa sin quitar la vista de sus papeles en el suelo.   — Eso fue lo primero que pensé al verlo, creí que los chicos lo molestaban — Murmura el pelinegro con el rostro muy serio.   Una seriedad que a Richard no le convence demasiado.   — Oye... ¿Y ese interés por Samuel Coling? — Pregunta con una sonrisa pícara en el rostro.   William carraspea su garganta, regresando todo su enfoque para recoger los papeles que faltan.   — Simple curiosidad, como te había dicho, me preocuparon esos hematomas en su cara, pobre chico — Responde encogiéndose de hombros.   — Ok como digas "profesora miel" — Richard revolotea sus ojos — Gracias por ayudarme a recoger mi desastre, ya me voy se está haciendo tarde — Comenta sin muchos ánimos.   — Espérame voy contigo, tengo una clase dentro de poco también, solo vine a buscar unas cosas — Explicó mientras recogía rápidamente sus papeles, y un par de libros.   — No lo hagas con tanta prisa, si se te caen tenemos que recogerlos, y eso es perder el tiempo y minutos, que seguro lo descontarán de nuestro cheque a final de mes — Se quejó el profesor, sin quitar la sonrisa burlona en su rostro.   — ¡Es cierto! buen punto, lo tomaré con calma entonces — Responde el profesor William, dramatizando cada palabra.   Ambos hombres caminaban por los pasillos, mientras que el profesor Richard, le contaba todos los "chismes" que habían ocurrido en el último mes en el colegio. Todo con la intensión de informarle a William, acerca de todos los asuntos no académicos de su nuevo empleo.   — Aquí me quedo yo " estación demonios adolescentes" nos vemos luego "chico nuevo" — Bromeó Richard.   — Ok está bien, gracias por la información sobre... todo lo no relacionado con asuntos académicos — Dice William despidiéndose con la mano que tenía libre.   Así mismo, subió las escaleras para ir a la segunda clase. Cuando entró en el salón, solamente se encontraba Samuel, recostado sobre sus brazos como almohadas en la mesa del pupitre.   — ¿Llegue muy tarde o muy temprano? ¿Dónde están todos los alumnos? — Pregunta dirigiéndose al muchacho, que al parecer dormía plácidamente.   — ¿Coling? ¡Coling, despierte! — Vocifera el profesor mientras toca al muchacho para despertarlo.   Al tocarlo, Sam se despierta súbitamente mirando de lado a lado, hasta que logra ver al profesor. Cuando logra reconocer que era William, la expresión asustada que mostró al principio fue desapareciendo, para suplantarla por una más relajada.   — Profesor Williams, es usted — suspira — Perdone cerré los ojos un minuto, y me quede dormido — Comenta Sam, frotándose con una mano sus ojos, y con la otra alborotándose su cabello aún más.   —Si, por supuesto que soy yo... ¿Dónde están los demás chicos? — Pregunta algo sorprendido, al ver el salón completamente vacío.   — En esta clase solo son 13 alumnos... normalmente van llegando 10 minutos después de sonar el timbre — Responde el muchacho en medio de un bostezo.   — La profesora Rangel no era muy estricta por lo que estoy viendo... algunas cosas van a cambiar en esta clase — Resaltó el profesor, mientras cruzaba sus brazos y se dirigía al escritorio.   Cuando toma asiento, ve a su único alumno de momento, como se quedaba nuevamente dormido, usando su brazo de apoyo para contener su cabeza.   — ¡Hey no te quedes dormido otra vez! — Exige en un tono de voz alto.   Sam se estremece un poco, después de la orden dictada por William.   — ¡Lo lamento! ¡Lo siento mucho! no me quedare dormido otra vez... — Se disculpa el muchacho, encogiéndose de hombros.   — ¿Parece que no has dormido bien? — Pregunta con cierta curiosidad.   — No — Responde Sam negando con la cabeza.   — No deberías quedarte tanto tiempo en el internet en las noches — Asume el profesor, viendo de soslayo al chico.   — No tengo computadora en casa, profesor — Responde el castaño, mientras busca algo en su bolso.   — ¿En serio, y cómo investigas y haces tus tareas? — Indaga sin ocultar su interés.   Sam alterna miradas entre su bolso y el curioso profesor.   — En la biblioteca del colegio — Dice en susurros.   —Ok entiendo...entonces ¿Es mucha televisión en la noche? — Pregunta William sin quitarle la vista de encima a su alumno.   —Casi nunca veo la televisión... está en la sala y Raúl permanece ahí todo el tiempo — Revela encogido de hombros.   — ¿Y Raúl es...? — Hace una pausa, esperando que el chico termine por responder su pregunta.   — Mi padrastro... — Responde Sam en medio de un suspiro cansado.   — Oh... entiendo, no te gusta ver televisión con tu padrastro ¿Tu madre y tú donde están mientras Raúl está en la sala? — Interroga el profesor, acomodándose en la silla.   — Mi madre no vive conmigo, y mientras Raúl está en la sala, yo estoy en mi cuarto o fuera de casa.   — ¿Tu madre te dejó viviendo con tu padrastro? ¿Dónde está ella y tu padre? — pone sus manos sobre el escritorio.   — ¿Puede dejar de hacerme tantas preguntas? parece un interrogatorio, esta es la última pregunta que le responderé... nunca conocí a mi madre, menos a mi padre, no sé si están vivos o muertos, Raúl es mi padrastro porque bienestar familiar así lo decidió —Responde levantando su mirada fijamente hacia el profesor.   — Ya han transcurrido casi los diez minutos, en poco tiempo comenzarán a llegar el resto de los chicos — Le asegura el chico, mirando hacia la puerta.   El profesor se queda un tanto sorprendido, por la respuesta anterior del muchacho y con la frialdad en su tono de voz.   — No te haré más preguntas por los momentos, aunque nunca respondiste mi pregunta original, del porqué tenías sueño a estas horas del día — Insiste, mientras sonríe a medias.   Sam se remueve un poco en su asiento, bajando una vez más, su mirada hacia sus manos.   —No le respondí porque usted al principio suponía posibles situaciones, que fueron desviando poco a poco su pregunta original... —Confiesa mientras decide mirar de reojos al profesor, esbozando una pequeña sonrisa — Anoche no dormí bien... porque tenía insomnio... así que intente leer un libro... luego logré dormir un poco... ahora no me vaya a preguntar qué clase de libro era y porque tenía insomnio...usted es muy curioso profesor, ¿Así era con sus antiguos estudiantes? — Pregunta Sam con mucha intriga.   El profesor comienza a reírse por la respuesta del muchacho, y por lo acertado que estaba.   — ¿Qué insinúas? ¿Estás diciendo que si me gustaba interrogar a mis antiguos alumnos? — Pregunta con una sonrisa en su rostro, e intentando lucir molesto.   Cuando el chico iba a responder, comienzan a llegar el resto de los alumnos en grupos de tres personas. El profesor se torna serio nuevamente, y ve como cada chico toma asiento.   — Esta será la última vez que llegarán tarde a esta clase — Se levanta en dirección a la pizarra.   — ¿Quién demonios es usted? ¿Dónde está la profesora Rangel? — Pregunta una de las alumnas mientras mastica goma de mascar.   — La profesora ya no estará más con ustedes ella...— Su explicación es interrumpida por un chico en el fondo.   — ¡¿Está muerta la profe?! — Vocifera con alteración.   — ¡No está muerta! — Exclama mientras revolotea sus ojos — Simplemente se cambió de colegio, y yo tomaré su lugar el resto del año escolar. Mi nombre es William Hudson.   — ¿Por qué se fue la profesora a otro colegio? — Pregunta el mismo chico   — ¡Por dios! como lo voy a saber... cuando me contrataron no le pregunté al director la vida e historia de la antigua profesora — Aclara con un claro tono de indignación en su voz.   El resto de los chicos del salón comienza a reírse por la reacción del profesor. Luego él los observa a todos seriamente, deteniendo su atención para presenciar como Sam ríe con sus compañeros. Al ver su sonrisa, él también comienza a sonreír.   — Ok alumnos, saquen lápiz, borrador y sacapuntas si lo necesitan. Realizarán una prueba diagnóstica para ver que tanto han aprendido en historia del arte.   Los alumnos hicieron un unánime sonido de gran descontento, al escuchar aquellas palabras. Mientras que el profesor, haciendo caso omiso a las reacciones de los perezosos jóvenes, comenzó a entregar los exámenes a cada alumno.   — Muy bien chicos, tienen 45 minutos comenzando a partir de ahora — Indicó viendo el reloj en su muñeca.   — ¡Esto se pone cada vez peor! que sigue, que este dichoso examen es la mitad de la nota final ¿o algo parecido? — Se quejó una de las alumnas sentadas en la primera fila adelante.   — Para tu suerte no. Como ya dije, es solo una prueba diagnóstica que tendrá repercusión en tu nota final, deja de quejarte y comienza hacer la prueba. Te quedan cuarenta minutos para ser exacto — Explicó con una sonrisa, mientras caminaba a su escritorio.   William paseó su mirada por cada alumno viendo algunos rostros preocupados, otros concentrados, y algunos simplemente intentando copiarse de algún compañero.   — ¡Oh! por cierto, olvide decirles que las pruebas no son iguales entre sí, eso quiere decir que el examen de su compañero de al lado es diferente, así que no pierdan su tiempo tratando de copiarse — Aclaró sonriendo a los estudiantes.   Los alumnos comenzaron a realizar sus exámenes, con rostros desdichados menos uno de ellos que parecía claramente concentrado en su prueba. Se trataba de Sam, al cabo de 15 minutos daba la impresión de haber culminado su examen. El profesor dirigió su mirada hacia él, al ver que ya no movía su lápiz.   — Los que hayan terminado, no se queden con su examen, entréguenlo y pueden salir, ya que todos llegaron 20 minutos tarde, la clase terminará rápido para la dicha de muchos —Indicó el profesor a los chicos que lo observaban con expresiones asesinas.   Algunos alumnos comenzaron a levantarse entregando sus exámenes para salir de la clase, en pocos minutos el salón ya estaba vacío. El último en entregar su asignación fue el primero que había terminado. El chico esperó que todos sus compañeros salieran para darle la prueba al profesor.   — Deberías dejar esa timidez Coling, vi que fuiste el primero en terminar mi examen ¿por qué lo entregas de ultimo? — Indaga, mirando de pies a cabeza a su alumno.   —No quería ser el primero en salir, además no llevo prisa, tengo 1 hora libre después de esta clase. Si me iba antes, seria más de 1 hora — Dice el muchacho, mientras recuesta su delgado cuerpo sobre la pared.   —Esa hora es la del almuerzo, puedes permanecer comiendo todo ese tiempo y hablar con tus amigos. — Comenta levantando una ceja y cruzando los brazos.   Sam se encoge de hombros.   — No almuerzo en la escuela, espero llegar al trabajo... y prefiero no hablar con nadie — Confiesa en un hilo de voz.   — Bueno no me parece, porque estás hablando conmigo — Aclara William con una sonrisa, aun con sus brazos cruzados.   El castaño después de escucharle, sonríe tímidamente.   — Es porque usted ha estado hablándome y haciéndome preguntas desde que llegó, no puedo dejarlo hablando solo ¿o sí? — Explica mientras cambia su bolso de hombro.   — Ahora lo entiendo... ¿Quiere decir que no le hablas a los demás chicos porque ellos no te hablan a ti? — Pregunta con mucha curiosidad.   — Sí... supongo. Pero no me mortificó por eso- — Admite con cierta inseguridad en su expresión corporal.   — ¿Alguno de los chicos te ha hablado alguna vez? — Continúa investigando William.   Sam suspira viendo hacia el pasillo, y luego una vez más regresa su atención al profesor.   — En esta escuela no... aunque ayer una chica que está en la clase de física habló conmigo... pero no fue nada importante... — Musita mientras se muerde su labio inferior — Profesor William, ya debo irme — Dice en un tono de voz muy bajo.   William alza una ceja. Mientras ve de pies a cabeza al jovencito.   — ¿Pero no me habías dicho que no llevabas prisa hace poco? — Pregunta con cierta incredulidad.   — Si, pero...no quiero que me haga más preguntas que no querré responder, nos vemos el próximo jueves... — Dice, encogiéndose de hombros.   — Ok, vamos a almorzar primero — Propuso William mientras se levantaba de su asiento.   — ¿Qué? pero yo le dije que... — Es interrumpido abruptamente por el profesor...   — Me dijiste que comías en tu trabajo ¿A qué hora comienzas a trabajar? — Pregunta William tocándose el mentón.   Sam repentinamente siente una ráfaga de temor ¿Por qué ese hombre le preguntaba ese tipo de cosas?  
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