GRACIELA
No puede existir una clase más aburrida que esta.
"Sí, sí puede".
No, no puede.
"Que sí".
Que no.
"Que sí".
¡Ya!
Hasta pelear con mi conciencia parece más entretenido que poner atención al profesor.
Estoy sentada entre Lucas y Ana, en nuestros asientos de siempre, aunque Ana no me ayuda a ahuyentar el aburrimiento porque está más entretenida conversando con Tyler, que está sentado a su lado izquierdo.
Mi gringo sensual tiene los codos apoyados en el pupitre, sujeta su rostro entre sus manos –su cabeza, en realidad– y si antes tenía los ojos rasgados, ahora sólo veo una línea horizontal en su lugar.
Se ha quedado dormido… y se ve hermoso durmiendo.
No me canso de mirarlo, aún cuando el día sábado me levanté más temprano sólo para verlo dormir en el sofá de mi c
