Capítulo 3
Acercamiento.
Poco después de ese increíble orgasmo que Lola había experimentado, empezó a cuestionarse lo que había hecho. No en sí, el hecho de haberse masturbado, sino el haber pensado en Tonio, prácticamente su hermano, mientras lo hacía. Sabía que no eran hermanos biológicos, pero eso no sacaba de su mente, el hecho de que ella lo vio de esa forma durante mucho tiempo; toda su vida.
Cuando todos estos remordimientos la invadieron, su cara cambió drásticamente. Su semblante parecía apagado y un tanto agónico, pero sabía que lo que había hecho, ya estaba hecho y no podía borrarlo de su mente aunque quisiera.
Lola estuvo un rato más en su habitación, sintiéndose miserable consigo misma y su accionar, hasta que decidió ir a darse un baño, cosa que necesitaba no solo para despejar su mente, sino también para limpiar el sudor que había bañado su cuerpo mientras disfrutaba de su exploración s****l. Se puso la ropa que tenía puesta antes y tomó una toalla limpia del armario, para luego dirigirse al baño.
Si bien el departamento era lo suficientemente grande, solo había un baño. Lola y Tonio lo compartían sin dificultades. Ambos eran muy organizados, por lo que hasta ahora no habían tenido ningún problema al hacerlo.
Una vez dentro del baño, Lola, sabiendo que estaba sola en el departamento, no se molestó en cerrar la puerta; simplemente la dejó entreabierta al entrar. Se desnudó y abrió los grifos de la ducha; metiéndose debajo de la lluvia artificial una vez que la temperatura estaba como a ella le gustaba.
Tonio, que había llevado a la mujer con la que había tenido sexo hasta la casa de ella, entraba en el departamento justo en ese momento. Estaba enfrascado en su teléfono celular, mientras mandaba algunos mensajes de texto en el grupo familiar, en el cual sus padres y los de Lola, junto con ella, eran los únicos miembros. Todos ellos preguntaban como se estaban llevando al compartir tanto tiempo, ahora que solo eran ellos dos.
Él estaba justo por contestar que se estaban llevando muy bien y que estaba agradecido de que Lola se haya mudado con él, cuando el ruido de la ducha lo detuvo en la puerta del baño. Levantando la mirada de su teléfono, no pudo evitar que todo su cuerpo temblara mientras observaba como Lola estaba en la ducha.
Ella se encontraba bajo la lluvia de agua caliente. Esta caía en suaves cascadas sobre su piel, envolviéndola completamente en una nube de vapor, que por el momento no obstaculizaba para nada su vista. Las gotas resbalaban por su cabello mojado, que caía en mechones rubios oscuros sobre sus hombros.
De pronto, el vapor se arremolinó a su alrededor, difuminando poco a poco sus contornos y creando una capa que empezaba a dificultar su mirada cuando se condensó la superficie del vidrio delante de ella. Sus movimientos eran lentos y casi deliberados, mientras acariciaba su cuerpo con sus manos enjabonadas, lo que era en sí imposible, porque ella no sabía que él estaba allí mirándola, observando con detenida fascinación su cuerpo perfecto.
Tonio era una completa mezcla de asombro y conflicto, en su mente, mientras trataba de procesar lo que veía. Por un lado, la belleza y la vulnerabilidad de Lola en ese momento lo maravillaban profundamente, más allá de lo físico. Sin embargo, al mismo tiempo, se sentía incómodo con la situación, consciente de que su mirada no estaba siendo justa, porque ella no sabía de su presencia allí. Una parte de él deseaba apartar la mirada, mientras que la otra no podía evitar sentirse atraído por lo que ella estaba provocando físicamente en él.
Sentía como su m*****o se endurecía aún a pesar de que, hace menos de una hora, había tenido a una mujer completamente deseosa por él, la cual lo había llevado al orgasmo. Sin embargo, aquí estaba duro como una roca mientras observaba a su hermanita desnuda en la ducha.
Sacudiendo la cabeza con bastante pesar, sintiéndose el peor, Tonio se alejó de la puerta cuando logró mover las piernas. Se dirigió a su habitación y se acercó a su cama, donde se sentó. Sus hombros parecían sostener el peso del mundo sobre ellos. Bajó su cabeza y se la sostuvo con ambas manos tratando de entender qué demonios le estaba pasando, a fin de cuentas lo que estaba experimentado con Lola hoy y el día en que se mudó ella allí, no lo había sentido nunca.
Todo era nuevo y confuso, pero no podía desmoronarse, tenía que hacer como si nada pasara, pues estaba seguro de que ella se molestaría si se llegaba a enterar de que la estaba mirando con otros ojos. No entendería jamás que él, de pronto, la mirara como mujer.
Con esto ya resulto en su mente, salió unos minutos después de su habitación, cuando su dureza fue menguando, solo para encontrarse a Lola saliendo de la ducha. No había palabras suficientes para describir lo hermosa y sensual que ella se veía ante sus ojos.
Estaba justo delante de él, con el cuerpo envuelto solo en una toalla y su cabello en otra más pequeña. La toalla grande, la cubría solo desde el nacimiento de sus senos hasta la mitad del muslo, toda la demás carne suave y tersa estaba a la vista de él para ser admirada por sus ojos.
—¡Oh, Tonio! No te escuche llegar. ¿Hace mucho que estás aquí? —preguntó Lola, ligeramente sorprendida y temerosa por su presencia en la casa. Recién había salido de la ducha y no se espera el verlo tan pronto, menos después de haber hecho lo que hizo.
—No, llegue hace poco—respondió Tonio, dando sin saber un poco de tranquilidad a Lola—. ¿Qué haces tú en casa?
—Salí temprano de la universidad; me dolía la cabeza. No te avise nada porque no quería que faltaras a tus clases. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? —cuestionó ella, haciéndose un poco la tonta, pues sabía que había estado aquí cogiendo con una mujer, en vez de estar estudiando.
—Estaba un poco cansado —mintió y rápidamente quiso cambiar el tema de la conversación—. ¿Te sigue doliendo la cabeza?
—Un poco. El baño me ayudó bastante.
—Ok, ve a cambiarte y yo pediré comida a domicilio, así no tienes que hacer nada. ¿Qué se te antoja? —ofreció, sabiendo que a ella le agradaría la idea.
—Una pizza sería perfecta, me muero por comer algo —dijo ella, marchándose a su habitación contenta ante la idea de tener una rebanada muy pronto en sus manos. Era su comida favorita y no la cambiaría por nada, ni siquiera por un dolor de cabeza.
Más tarde, cuando el repartidor llegó, Tonio bajó hasta la planta baja a buscar la caja y pagarle al repartidor. Cuando volvió a subir, Lola se encontraba en la sala, esperándolo.
—¡Trae eso aquí que me muero de hambre, Tonio! —Levantó los brazos, apretando y soltando sus manos como si de una niña se tratara. Esta acción de ella, provocó que el joven se carcajeara mientras negaba con la cabeza, divertido por toda la situación.
—Eres especial, niña —le dijo Tonio, mientras se sentaba a su lado, entregándole la caja de la pizza en sus manos. Ella no parecía ni ofendida ni enojada, por lo que él le decía, al contrario, tenía en sus labios una gran sonrisa que solo pareció aumentar cuando abrió la caja sobre la pequeña mesa de café, justo en frente del sofá.
—Oh, esto se ve estupendo. ¡Gracias, gracias! —expresó Lola con gratitud mientras tomaba una porción y la mordía soltando un pequeño gemido de placer al probar semejante manjar dentro de su boca.
—Mmm… ¡Qué buena está!
—Me alegro. —Soltó una carcajada, mitad verdadera y mitad falsa, pues ese largo gemido que ella había dejado escapar lo atormentaba profundamente. Sentía su corazón desbocado mientras la observaba hacer algo tan mundano como comer una simple rebanada de pizza. Ahora, esa acción le parecía tan sexy que no podía apartar la mirada de sus labios, mientras ella continuaba sin darse cuenta.
Cuando iban por la segunda rebanada, Tonio le preguntó a Lola por como le estaba yendo en sus clases, por lo que ella decidió serle sincera:
—Podría estar mucho mejor de lo que me está yendo.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó sorprendido por como ella parecía algo triste.
—¡Es que todas las mujeres de la universidad, parecen estar perdidamente enamoradas de ti!
—¡¿Qué?! —cuestionó elevando la voz, pues la sorpresa lo había invadido de forma terrible. No entendía que tenía que ver una cosa con la otra.
—Lo que oíste. ¡No te hagas el tonto! Todas quieren un pedazo de ti. Algunas se han tomado a mal el que vivamos juntos, por lo que están todo el día diciéndome que tenga cuidado contigo.
—No tengo palabras, me has dejado mudo —dijo él, mientras abría y cerraba los ojos sin poder creerse todo lo que ella le estaba diciendo.
—Así como lo escuchas, eso me han dicho —dijo Lola, su voz sonando ligeramente resentida—. Lo que esas pobres tontas no saben es que tú me preferirías a mí, mil veces, antes que a ellas. —Se encogió de hombros, como si lo que decía no fuera una gran revelación, sino una verdad absoluta.
—¡Por supuesto que lo haría! —contestó él de forma rápida y contundente, haciendo que Lola sonriera disimuladamente para que él no viera como de contenta, la ponían esas simples palabras.
Tonio no se había dado cuenta de que las diría, por lo que obviamente fueron espontáneas, dejándolo a él tan sorprendido de haberlas dicho, sin ninguna duda en su voz, que el pobre no tuvo tiempo de ver como ella estaba tan feliz al oírlas.
—Te quiero, Tonio —dijo Lola después de un rato, dándose la vuelta y mirándolo a los ojos antes de inclinarse y besarlo en la mejilla, muy cerca a la comisura de sus labios. Casi besándolo sin proponérselo, lo que dejó ambos con el corazón a mil por hora.