Luca la besó. Fue un beso inesperado, suave y lleno de una ternura contenida. Isabella, atrapada entre la sorpresa y la confusión, sintió cómo el tiempo se detenía por un segundo. Su mente se debatía entre el caos de emociones, pero antes de poder decidir cómo responder, la escena se esfumó abruptamente, dejándola en un torbellino de pensamientos sin respuesta.
Por un momento, Isabella quiso detenerlo, quiso separarse, quiso hacerlo por lo que sentía por Leonardo. Pero luego se acordó de Leonardo, de cómo la había hecho creer que su relación con Valeria era sólo fachada para el público y de nuevo noto ese cuchillo ardiente atravesando su pecho. Así que se dejó llevar ¡al diablo Leonardo!
Luca siguió besándola con más insistencia, sus manos buscaban ya su cuello y su espalda. Isabella, temerosa de que la vieran en el pasillo de un hotel en semejante despliegue de pasión, terminó por decir – Luca, será mejor que entremos- Este lo tomó como la invitación que era, dejó que Isabella se volteara sólo para seguir besándola por el cuello y la espalda mientras ella se afanaba en intentar abrir la puerta.
En cuanto la cerradura quiso abrirse ambos se abalanzaron dentro y continuaron con el beso que habían interrumpido sólo hacía unos segundos. No se molestaron en encender la luz y avanzaron hacía la cama sin separarse con la torpeza propia de quien se ha tomado tres copas. En su tortuoso camino hacía la cama se habían ido desprendiendo también, una por una de sus prendas de vestir y ya estaban ambos en ropa interior.
Isabella dudó un momento de si realmente quería hacer eso, pero cuando se dio cuenta, Luca la había tumbado en la cama y había comenzado a acariciarle los pechos. Isabella decidió entonces abandonarse al placer que le hicieran olvidarse de sus males de amores, se quitó el sujetador e inmediatamente Luca comenzó a lamerle los pezones. Eso hizo que su excitación creciera y comenzó a necesitar de más placer. – Si Luca sigue- gimió.
A lo que este respondió – oh, si cariño, tienes unas tetas perfectas, podría comértelas toda la noche.
-Espero que tengas también pensadas otras cosas para esta noche – respondió Isabella con una voz que apenas pudo reconocer como suya, mientras empujaba su cadera contra el cuerpo de Luca.
Luca respondió volviendo a besarla mientras su mano derecha comenzaba a palpar su tanga que claramente comenzaba a mostrar de forma clara la humedad propia de su estado de excitación. Pese a su estado de embriaguez, que lo hacía estar un tanto torpe, Luca notó lo mojada que estaba y, retirando el tanga hacia un lado, metió su dedo en sexo de Isabella – Oh si Luca sigue, hasta dentro - reaccionó ella.
Luca continuó moviendo su dedo, hacia delante hacia atrás. Luego introdujo, para deleite de Isabella, un segundo dedo y continuó su sensual masaje. Finalmente comenzó también a presionar su clítoris con el pulgar. Isabella estaba a punto y sabía que Luca, por como se estaba restregando por ella también estaba a tono. Así que Luca sacó sus dedos para penetrarla como es debido.
De pronto, el recuerdo de Leonardo volvió a asaltar a Isabella y de pronto supo que no podría mirar a la cara a Luca mientras lo hacían así que busco una salida.
-Luca, ¿sabes lo que me gusta de verdad? - Luca puso cara de sorpresa – No se… dime…- Contestó. – Me encanta que me follen a cuatro patas – Luca se quedo callado, pero sus ojos revelaban una lujuria innegable.
-Pero… ¿te gusta que te den duro, que te azote en el culo, que te meta un dedo por detrás y cosas así? – Preguntó Luca mientras comenzaba a babear.
Isabella tampoco estaba de humor para sexo muy duro, pero quería correrse sin mirar a la cara a Luca, quería tomarse la revancha en Leonardo, así que asintió y contestó a Luca en la voz más sugerente que pudo poner – Oh cariño, eso me vuelve loca.
Luca no se hizo rogar, cogió a Isabella por las caderas, la puso a cuatro patas y le bajo el tanga lo justo para dejar expuesto su sexo chorreante. Seguidamente saco su m*****o erecto y se lo metió a Isabella de una sola embestida. Afortunadamente, Isabella estaba muy lubricada, si no le hubiera hecho daño.
Luca la agarró con fuerza de las caderas y comenzó a follarla con dureza. Isabella, que ya estaba muy excitada del juego previo, notó como un calor comenzaba a surgir en su bajo vientre, extendiéndose hacia todas partes. Mientras las embestidas de Luca sacudían todo su cuerpo, su cuerpo comenzaba a generar unas sacudidas propias que nacían en su cadera y la meneaban por completo.
- ¡Si Luca, no pares! – Dijo Isabella entre gemido y gemido. Luca incrementó el ritmo y eso fue la gota que colmó el vaso para ella. Su cuerpo comenzó a retorcerse mientras su cadera estaba aprisionada por las embestidas de Luca, sus gemidos alcanzaron un nivel que los hacían perfectamente audibles desde otras habitaciones y el orgasmo la arrastró por completo.
Cuando la última sacudida del orgasmo cesó, Isabella comenzó a sentirse mal por lo que acababa de hacer. Había usado a una persona para vengarse, pero la venganza siempre tiene un regusto amargo. Luca seguía embistiéndola con fuerza, pero pregunto – Vaya, esa ha sido una buena reacción, ¿quieres que cambiemos de posición – Isabella, decidida a no mirarle a la cara y a que acabara lo antes posible le dijo – No, así me gusta mucho. Eso sí, te había dicho que fueras más duro, no seas nenaza.
Espoleado por esas palabras, Luca comenzó a azotar el redondeado trasero de Isabella, primero palmaditas suaves, pero ante la reacción de Isabella con gemiditos fingidos, comenzó a golpear más fuerte, hasta tal punto que los gemidos se convirtieron en grititos, no tan fingidos. Isabella no dijo nada, porque esos azotes la hacían sentir como creía que debía sentirse en ese momento.
Luca creyó entonces que era momento de pasar al siguiente nivel. Escupió sobre el trasero de Isabella para lubricarlo y le metió un dedo por detrás. Isabella dio un respingo, pero también notó la excitación de Luca, así que lo animó - ¡Dame duro semental, quiero que me llenes de leche!
La reacción de Luca no se hizo esperar, con dos embestidas más su pene comenzó a temblar, las embestidas cesaron y Luca se derramó por completo dentro de Isabella. Isabella sintió que esa corrida le quemaba como si fuera acido, pero también estaba aliviada de que aquella noche de la que se arrepentía hubiera acabado. Así que se dejo caer sobre la cama y se quedó dormida con Luca aún dentro de ella.
Cuando despertó por la mañana cogió sus cosas y se marchó sin hacer ruido. Se alegro de que Luca tuviera que quedarse un día más en Milán y que volvieran en vuelos distintos, Isabella necesitaba tiempo para procesar lo que había ocurrido.