Capítulo 27: El viaje de negocios (parte 2/3)

888 Words
El segundo día en Milán comenzó con una energía vibrante. Después de un desayuno ligero, Isabella y Luca se dirigieron al primer compromiso del día: una reunión con uno de los proveedores más exclusivos de textiles sostenibles, cuyo acuerdo era clave para la nueva línea que ambos estaban desarrollando. El ambiente en la sala de conferencias era profesional, pero la determinación de Isabella y Luca era palpable. Con habilidad y diplomacia, lograron no solo asegurar la colaboración, sino también negociar condiciones que darían a Rossi Fashion una ventaja competitiva. Cuando la reunión terminó, ambos intercambiaron una mirada cómplice, como si compartieran un secreto triunfal. Habían logrado lo que muchos consideraban imposible, y eso les inyectó un entusiasmo contagioso. Durante la tarde, continuaron cumpliendo con las reuniones y compromisos programados, pero el éxito conseguido por la mañana fue, sin duda, el gran hito del día. Esa noche, Luca sugirió que celebraran su logro con una cena en un restaurante que había investigado la noche anterior. Isabella aceptó con una sonrisa, dejándose llevar por la alegría del momento. El lugar elegido por Luca era íntimo y sofisticado, con luces tenues que creaban un ambiente acogedor. Desde el momento en que se sentaron, la tensión de los últimos días parecía desvanecerse, dejando espacio para una complicidad más personal. —No todos los días se cierra un trato como el de esta mañana —dijo Luca, levantando su copa para brindar. —Definitivamente no —respondió Isabella, alzando la suya—. Creo que no habría logrado nada sin tu empuje y tu optimismo. Has sido el complemento perfecto en este proyecto. Luca sonrió con una mezcla de orgullo y ternura. —Eres demasiado modesta, Isa. Siempre has tenido ese talento natural para captar lo que realmente importa y hacerlo realidad. Solo necesitabas a alguien que te recordara lo increíble que eres. Isabella sintió un leve calor en las mejillas. Era extraño escuchar esas palabras en un contexto tan diferente al habitual, pero no podía negar que la atención de Luca le hacía bien. El ambiente relajado y la música suave en el fondo los envolvieron, permitiendo que la conversación fluyera sin esfuerzo. Hablaron sobre lo que el futuro podría deparar para la nueva línea y sobre sus aspiraciones fuera de la moda, temas que parecían entrelazarse con una naturalidad reconfortante. —Siempre he pensado que si no hubiera seguido en moda, me habría dedicado a algo completamente diferente, como la fotografía de paisajes o incluso a la cocina —dijo Luca, tomando un sorbo de vino mientras observaba la expresión curiosa de Isabella. —Te imagino fácilmente en cualquiera de esos mundos —respondió ella con una sonrisa—. Pero debo decir que la moda habría perdido a uno de sus mejores talentos. —¿Y tú? —preguntó Luca, mirándola con más atención—. ¿Alguna vez pensaste en un camino diferente al que tomaste? Isabella se quedó pensativa un momento, trazando con el dedo el borde de su copa. —Supongo que, para mí, siempre ha sido la moda. Es lo que me apasiona, lo que me hace sentir viva. Aunque a veces siento que… que he tenido que sacrificar mucho para seguir adelante en este mundo. Luca inclinó la cabeza, curioso. —¿Sacrificar qué? —Relaciones, tranquilidad, esa sensación de equilibrio… —dijo ella, con una honestidad que sorprendió incluso a Isabella—. Pero a veces pienso que vale la pena cuando sientes que estás creando algo que realmente conecta con la gente. Luca asintió, comprendiendo sus palabras. El tono de la conversación había tomado un matiz más profundo, con una conexión que iba más allá de lo profesional. Durante el resto de la cena, ambos se permitieron ser más abiertos, dejando entrever aspectos de sí mismos que no solían mostrar a nadie en la oficina. Rieron, compartieron historias personales, y disfrutaron de un momento de tranquilidad, olvidando por unas horas las tensiones y las expectativas. Al salir del restaurante, caminaron juntos hacia el hotel, conversando sobre lo que vendría al día siguiente. Milán estaba envuelta en la brisa fresca de la noche, y cada paso parecía acercarlos un poco más. Cuando llegaron al pasillo que llevaba a las habitaciones, ambos se detuvieron frente a la puerta de Isabella. —Ha sido una noche genial, ¿no crees? —dijo Luca, manteniendo su mirada fija en la de ella. —Lo ha sido —respondió Isabella con suavidad, consciente de la energía que flotaba entre ambos—. Gracias por esta noche y por… todo lo demás. Luca dio un pequeño paso hacia adelante, invadiendo el espacio personal de Isabella. El silencio entre ellos se cargó de una tensión diferente, una mezcla de expectación y deseo que ninguno de los dos pudo ignorar. —Isa… —susurró Luca, inclinándose un poco más hacia ella—, desde hace tiempo que quiero decirte… Pero antes de que pudiera terminar, como impulsado por un instinto inevitable, Luca la besó. Fue un beso inesperado, suave y lleno de una ternura contenida. Isabella, atrapada entre la sorpresa y la confusión, sintió cómo el tiempo se detenía por un segundo. Su mente se debatía entre el caos de emociones, pero antes de poder decidir cómo responder, la escena se esfumó abruptamente, dejándola en un torbellino de pensamientos sin respuesta.
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