Leonardo llevaba varios días observando, desde su despacho, la interacción entre Isabella y Luca. Aunque ambos seguían trabajando de manera profesional, había algo distinto en la forma en que se miraban, en cómo interactuaban. Leonardo lo notaba, y no podía evitar sentir una punzada de celos cada vez que veía a Luca acercarse a Isabella, incluso si era para discutir algún asunto laboral.
Durante una reunión de equipo, se sorprendió a sí mismo desviando la atención hacia ellos más de lo habitual. Notó las miradas cómplices, las sonrisas furtivas y ese tono sutil de cercanía que, aunque no era evidente para los demás, a él le resultaba intolerable. Sabía que algo había cambiado entre ellos desde el viaje de negocios. Y esa sospecha le carcomía por dentro.
Después de la reunión, regresó a su despacho y llamó a Olivia, su asistente de confianza. Si alguien en la oficina sabía algo, era ella. Olivia entró con su habitual sonrisa profesional y una libreta en la mano.
"¿Necesitas algo, Leonardo?", preguntó con amabilidad.
Leonardo dudó un momento, intentando encontrar la forma correcta de abordar el tema sin parecer demasiado inquisitivo. Se recostó en su silla y entrelazó las manos sobre el escritorio. "Olivia… últimamente he notado que Isabella y Luca parecen… más cercanos. ¿Has escuchado algo al respecto?"
Olivia arqueó una ceja, claramente sorprendida por la pregunta. "No he escuchado nada fuera de lo normal. Ambos han estado muy enfocados en su trabajo, como siempre."
Leonardo frunció el ceño. Sabía que Olivia no era de las que compartían rumores, pero aún así necesitaba intentar otra táctica. "¿Nada en absoluto? Quiero decir, han pasado mucho tiempo juntos desde el viaje. ¿No has notado ningún cambio en su comportamiento?"
Olivia, viendo la insistencia en su jefe, decidió ser franca. "Leonardo, si me permites ser honesta, creo que te estás preocupando por nada. Isabella y Luca son profesionales. Lo que pase fuera del trabajo no es asunto mío ni debería serlo del tuyo. Además, tú mismo has dicho muchas veces que confías en el talento y juicio de Isabella."
La respuesta le cayó como un jarro de agua fría. Olivia tenía razón, pero la inquietud seguía latiendo en su pecho. "Tienes razón. Gracias, Olivia. Eso es todo por ahora."
Cuando Olivia salió, Leonardo no pudo sacudirse la sensación de que algo se le escapaba. La idea de Isabella involucrándose sentimentalmente con alguien más, especialmente con Luca, lo ponía al borde de la desesperación. No podía concentrarse. Necesitaba respuestas.
Esa misma tarde, decidió confrontar a Isabella. Esperó a que la oficina se vaciara, como lo hacía cada vez que necesitaba hablar con ella de manera privada. Cuando finalmente la vio sola, dirigiéndose a su despacho para recoger sus cosas, aprovechó la oportunidad.
"Isabella, ¿puedes venir un momento?", llamó con voz tensa.
Isabella lo miró, sorprendida, pero asintió y caminó hacia él con pasos firmes. Sabía que esa conversación estaba pendiente desde hacía días, y aunque había intentado evitarla, Leonardo no parecía dispuesto a dejar pasar las cosas. Entró en su despacho y cerró la puerta tras de sí, quedando frente a él.
"¿De qué se trata?", preguntó, aunque ya intuía la dirección que tomaría el asunto.
Leonardo la miró fijamente, como si intentara desentrañar sus pensamientos. "He notado que las cosas entre tú y Luca… han cambiado. No puedo evitar preguntarme si hay algo que debería saber."
Isabella frunció el ceño. Sabía que Leonardo era perspicaz, pero no esperaba que fuera tan directo. "¿De verdad me estás preguntando esto? Después de todo lo que ha pasado, ¿ahora decides cuestionarme sobre mi relación con un compañero de trabajo?"
"Necesito saberlo", replicó Leonardo, con un tono más grave. "Desde que volviste del viaje, has estado distante conmigo, y no puedo evitar notar que has estado más cerca de Luca. No me gusta hacer suposiciones, pero… no puedo ignorar lo que veo."
Isabella respiró hondo, tratando de mantener la calma. "¿Y qué te importa a ti con quién me acerque o no? ¿No tienes ya suficiente con Valeria y su embarazo? Pensé que eso era lo que te preocupaba ahora."
Leonardo sintió un golpe en el pecho. Sabía que mencionarla a ella desencadenaría una respuesta así. "No es lo mismo y lo sabes. Valeria… la situación con ella es complicada, pero eso no tiene nada que ver con lo que estoy preguntando ahora."
"¿Complicada?", soltó Isabella con un deje de amargura en la voz. "Para ti siempre es complicado todo lo que tiene que ver conmigo. Pero claro, con Valeria todo parece ser sencillo, ¿verdad? ¡Es tu prometida! Están esperando un hijo, ¿o eso tampoco es importante?"
Leonardo apretó los puños. "Sabes que no es así, Isabella. Pero no estamos hablando de mí ni de Valeria ahora. Estamos hablando de ti… y de Luca."
Isabella lo miró, desafiante. La ira mezclada con dolor se reflejaba en su mirada. Finalmente, decidió que era hora de ser completamente honesta. "¿Quieres saberlo? Bien, te lo diré. Sí, me acosté con Luca."
Leonardo sintió como si el suelo se desplomara bajo sus pies. El aire parecía haberse vuelto denso de repente, dificultándole respirar. Había temido escuchar esas palabras, pero oírlas de los labios de Isabella era mil veces peor de lo que imaginaba. El silencio que siguió fue ensordecedor.
Isabella continuó, incapaz de detenerse ahora que había comenzado. "Lo hice porque necesitaba sentir algo distinto. Porque estaba harta de ser un peón en este juego que tú y Valeria tienen montado. Y porque, por una vez, quería ser la que tomara una decisión, aunque fuera impulsiva."
Leonardo cerró los ojos, luchando por mantener la compostura. "¿Fue solo eso? ¿Un impulso? ¿O sientes algo más por él?"
"Eso no te incumbe, Leonardo", replicó Isabella con firmeza. "Luca no tiene nada que ver con lo que pasó entre nosotros. Pero si te duele escuchar que estuve con él, entonces ahora tienes una idea de cómo me siento yo cada vez que veo a Valeria pavoneándose con su supuesto embarazo."
Las palabras quedaron flotando en el aire. Leonardo sintió que estaba perdiendo el control de la situación, pero también sabía que insistir no llevaría a ningún lado. Isabella tenía razón en una cosa: él había provocado este caos, y no podía esperar que ella se mantuviera inmutable.
Finalmente, con la voz baja y llena de resignación, dijo: "Isabella, no quiero perderte, ni como colega ni como… lo que sea que hemos sido. Pero no puedo evitar preocuparme por lo que pueda pasar si te involucras más con Luca. No quiero que termines lastimada."
Isabella se cruzó de brazos, mirándolo con una mezcla de desafío y tristeza. "Ya estoy lastimada, Leonardo. Y ahora mismo, lo único que quiero es enfocarme en mi trabajo. No estoy buscando complicarme más."
Leonardo asintió, aunque la tensión no desapareció por completo. Ambos sabían que la conversación había llegado a un punto en el que seguir hablando no cambiaría nada, pero el ambiente seguía cargado. Sin más, Isabella dio media vuelta y salió del despacho, dejando a Leonardo solo, sumido en sus propios pensamientos oscuros y plagados de celos, culpa y desesperación.