La noche había caído sobre la ciudad, envolviendo a Rossi Fashion en un manto de silencio. La mayoría del equipo se había marchado hacía horas, pero en el estudio de diseño, las luces aún estaban encendidas. Isabella y Luca trabajaban en un encargo urgente que requería toda su atención. Las semanas recientes habían sido un torbellino de creatividad y colaboración, y este proyecto era la culminación de todos esos esfuerzos.
Mientras Isabella revisaba los bocetos finales, Luca se acercó con un par de telas en la mano. "¿Qué te parece este contraste?", preguntó, su voz suave en la quietud de la oficina.
Isabella levantó la mirada y esbozó una sonrisa cansada pero sincera. "Creo que es perfecto. Realmente le da vida al diseño."
Luca sonrió, satisfecho con su elección, y se sentó en la silla frente a ella. Durante un momento, ambos trabajaron en silencio, concentrados en sus tareas. Pero el ambiente entre ellos, aunque profesional, tenía una carga emocional que Isabella empezaba a notar con más fuerza. Había una tensión en el aire, una sensación de que algo no dicho flotaba entre ellos, esperando ser liberado.
Cuando el reloj marcó la medianoche, Isabella estiró los brazos y se recostó en su silla, permitiéndose un respiro. "Creo que ya hemos hecho todo lo que podíamos por hoy", dijo, dejando que el cansancio se filtrara en su voz.
Luca asintió, pero no hizo ningún movimiento para levantarse. En lugar de eso, la miró con una intensidad que Isabella no había visto antes. "Isabella", comenzó, su tono más grave de lo habitual. "Hay algo que necesito decirte."
Isabella sintió un nudo formarse en su estómago. La seriedad en la voz de Luca, la manera en que la miraba, la hizo darse cuenta de que estaba a punto de suceder algo importante. "¿Qué pasa, Luca?", preguntó, intentando sonar casual, aunque su corazón empezó a latir más rápido.
Luca se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, como si estuviera reuniendo el valor para continuar. "Hace tiempo que quiero decírtelo, pero no encontraba el momento adecuado. Desde que empezamos a trabajar juntos, me he dado cuenta de algo… Algo que no puedo seguir ignorando."
Isabella tragó saliva, su mente corriendo para anticipar lo que estaba a punto de escuchar. Pero antes de que pudiera detenerlo, Luca continuó.
"Isabella, me gustas. No solo como colega o como amiga. Me gustas de verdad", confesó, sus ojos buscando los de ella, esperando una reacción. "Nunca he sentido una conexión tan fuerte con alguien en tan poco tiempo. Trabajar contigo ha sido increíble, y me he dado cuenta de que siento algo por ti, algo que va más allá del trabajo."
Isabella sintió que el mundo se detenía por un instante. Las palabras de Luca resonaron en su mente, mezclándose con una confusión de emociones. La sorpresa, la incomodidad, y la culpa se entrelazaban en su pecho. Sabía que Luca era un hombre maravilloso, un amigo y colega con quien había compartido momentos importantes. Pero también sabía que su corazón pertenecía a otra persona, alguien a quien no podía confesar esos sentimientos abiertamente.
"Luca, yo…" comenzó a decir, pero antes de que pudiera terminar, él se inclinó hacia ella y la besó.
El beso fue suave, pero lleno de emoción contenida. Isabella se quedó paralizada por un momento, sorprendida por la intensidad del gesto. Pero entonces, algo en su interior se rebeló. Su mente, su corazón, todo su ser le gritaba que esto no estaba bien. Con una suavidad decidida, lo apartó y rompió el beso, alejándose un poco de él.
"Luca, no", susurró, su voz temblando ligeramente.
Luca la miró con una mezcla de confusión y dolor en sus ojos. "¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal?"
Isabella negó con la cabeza, sintiendo una punzada de tristeza al ver la expresión de Luca. "No es eso. Eres un hombre increíble, Luca. Eres talentoso, amable, y cualquiera sería afortunada de estar contigo. Pero…"
Luca la observaba, esperando que continuara. Isabella tomó una profunda respiración, tratando de ordenar sus pensamientos.
"Pero no puedo", dijo finalmente, con un tono lleno de honestidad. "No puedo corresponder a tus sentimientos, porque mi corazón ya pertenece a alguien más."
La revelación cayó entre ellos como un peso invisible. Luca apartó la mirada, procesando sus palabras, y luego la miró de nuevo. "¿Estás enamorada de alguien más?"
Isabella asintió lentamente, sintiendo cómo la verdad se liberaba de sus labios aunque no mencionara nombres. "Sí, lo estoy. Y por eso no puedo seguir adelante con esto. Sería injusto para ti, y también para mí."
Luca se quedó en silencio durante unos segundos, asimilando lo que acababa de escuchar. Finalmente, asintió, aunque sus ojos reflejaban la decepción que sentía. "Entiendo, Isabella. No quería ponerte en una posición incómoda. Solo… necesitaba decirlo, necesitaba que supieras cómo me siento."
"Lo entiendo, y agradezco tu honestidad", respondió Isabella, sintiendo un profundo respeto por él. "Pero creo que lo mejor es que sigamos siendo amigos, compañeros de trabajo. No quiero que esto afecte lo que hemos construido juntos en el estudio."
Luca esbozó una pequeña sonrisa, aunque no alcanzó sus ojos. "Tienes razón. Lo último que quiero es perder lo que tenemos como equipo. Haré lo posible por dejar esto atrás y seguir adelante."
Isabella le devolvió la sonrisa, aliviada de que la situación no hubiera escalado a algo más doloroso. "Gracias, Luca. Eres una persona muy especial, y estoy segura de que encontrarás a alguien que te haga feliz."
Con un último asentimiento, Luca se levantó de la silla, indicándole que era hora de irse. Isabella lo siguió, recogiendo sus cosas mientras trataba de procesar todo lo que acababa de suceder.
Salieron juntos del estudio, caminando en silencio hasta la puerta principal. Antes de separarse, Luca se detuvo y la miró una vez más. "Buenas noches, Isabella. Y gracias por ser honesta conmigo."
"Buenas noches, Luca", respondió ella, sintiendo el peso de lo no dicho entre ellos.
Mientras lo veía alejarse en la oscuridad, Isabella dejó escapar un suspiro, su mente volviendo inevitablemente a Leonardo. Sabía que sus sentimientos por él eran complicados, y que admitirlos sería un riesgo. Pero ahora, más que nunca, estaba convencida de que su corazón había elegido, y no había vuelta atrás. ¿O si?