Habían entrado un nuevo día, el sol ya comenzaba a alumbrar por toda la ciudad de Yan y el alegre canto de los pájaros más coloridos hacían cambiar de ánimo a cualquiera. Movido por el sueño y el extraño dolor en todo mi cuerpo que no me dejaba en paz me hacían no querer levantarme, sentía mis ojos pesados y sellados con concreto, mis energías apenas estaban renovadas pero aún sentía la necesidad de seguir durmiendo… Pero, de repente me llegó esta extraña fragancia a rosas que según mis sentidos provenía casi que a mi lado, era un olor bastante familiar, solía despertar con él cada mañana, no fue hasta que sentí un leve roce de unos dedos muy delgados y suaves a la vez en mi cara que me hizo reaccionar y medio abrir los ojos, la luz solar había traspasado la ventana de mi habitación de