Después de una emotivo encuentro en la tienda de bebés, Tobías acompañó a Mariel en silencio a comprar algunas cosas, ambos procesando la complejidad de sus emociones y la extrañeza de su reencuentro. La imagen de Mariel, embarazada y radiante, era a la vez familiar y sorprendentemente nueva para él. La conversación sobre dónde se alojaría Tobías surgió de manera natural, aunque cargada de una tensión subyacente, reveladora de la delicadeza de su situación actual. Había salido corriendo de San Francisco para encontrarla, atravesando media España para dar con ella y lo había logrado de la manera más inesperada posible. —No tienes que quedarte en un hotel, Tobías. Puedes quedarte en mi casa... solo serán unos días—insistió Mariel, ya que estaba allí tenían muchas cosas de las que ponerse