Pasé la noche sentado en la ventada, pensando en el efecto de la respuesta que le di a Manuel durante la cena y luego… dándome cuenta de la propia tortura que había creado para mí. Mariel estaba ya bajo el mismo techo que yo y creí que me sentiría tranquilo, porque esto era un paso importante para mis planes además de que sabía el alcance que este paso tendría y lo que conllevaría, incluso para ella, que estaba poniendo de su parte para llevar a cabo “su” venganza. Pero no imaginé que me sentiría así al tenerla bajo el mismo techo que yo. Inquieto. Como un león enjaulado, mi mente corría de un lado a otro, sin poder quedarse quieta. Ella estaba en la habitación de al lado, probablemente dormida, pero inquietando mis pensamientos. Su perfume parecía tener un efecto bastante duradero.